<p>En 2002, efectivamente, un acuerdo tácito entre el papa Juan Pablo II y George W. Bush (un no católico), suspendió el financiamiento de abortos en economías periféricas. “Creo firmemente en los derechos femeninos, por eso promuevo una partida de US$ 50 millones para control de natalidad en poblaciones pobres o muy fértiles”, afirmó Hillary Rodham.</p>
<p>Según ese planteo “las mujeres deben tener acceso a abortos legales y seguros, pero esto no fignifica fomentar su práctica frecuente”. La funcionaria estaba replicando durísimos ataques de representantes republicanos. Uno de ellos, Christopher Smith, la acusó de “subvertir la política pro defensa de la vida en África y Latinoamérica”.</p>
<p>El otro, Jeffrey Fortenberry fue más práctico. “Se usará dinero del contribuyente para financiar abortos en el exterior”, sostuvo. A criterio de Hillary, “la interrupción de nacimientos forma parte de la salud reproductiva. En países latinoamericanos, africanos y del sudeste asiático –señaló-, he visto encintas a niñas menores de once o doce años. Ello las condena, junto a sus hijos, a una vida de opresión y carencias”.</p>
<p>Bajo Bush, como antes bajo Ronald Reagan, EE.UU. financiaba sólo programas de abstinencia sexual, como si ambos fueran papas. Barack Obama resolvió dar vuelta ese sesgo conservador. No es casual que Hillary encabece la nueva política luego de que el Vaticano bochase tres candidatos norteamericanos a embajador. <br />
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Hillary y el aborto en los países periféricos
En un fuerte alegato ante la comisión de asuntos exteriores (diputados), la Secretaria de Estado reivindicó el derecho a abortar. Después de siete años de veda Bush, Washington lo apoyará en naciones subdesarrolladas, para horror del Vaticano.