La modificación genética es una técnica de laboratorio que
usan los científicos para cambiar el ADN de los organismos vivos. El ADN
es la plantilla que determina la individualidad de un organismo. Cada plantilla
es un gen. La bioingeniería empalma genes de organismos diferentes para
hacer nuevos genes artificiales que, cuando son introducidos en células
de plantas y animales, reprograman su funcionamiento y cambian las características
de esa planta o animal. Una semilla transgénica es aquella que, con sus
genes modificados, adquiere nuevas características. Si la semilla produce
alimentos, las cualidades del alimento se alteran.
Los cultivos transgénicos son patentados (o sea de fórmula secreta),
desarrollados casi exclusivamente por el sector privado en los países industriales,
y hasta la fecha la mayor parte de la zona mundial cultivada con transgénicos
está en los países del hemisferio norte. Argentina es líder
entre los que están adoptando aceleradamente el cultivo de transgénicos.
Argumentos a favor
-La ingeniería genética es necesaria para alimentar al mundo porque
permite mayor productividad de la tierra cultivable. Como se calcula que en los
próximos 25 años se duplicará la brecha alimentaria en el
tercer mundo, y como países como Argentina pueden satisfacer con sus exportaciones
esa necesidad, el potencial e importancia de los transgénicos es evidente.
-Los países en desarrollo son los que tienen más que ganar con los
cultivos transgénicos porque tienen más tierra cultivable, porque
tienen rendimientos mucho más bajos que los países industriales
y porque en ellos viven 800 millones de personas malnutridas. Al aumentar la productividad,
los transgénicos ayudan a aliviar el hambre y la pobreza.
-La ingeniería genética permite reducir la dependencia de herbicidas
y pesticidas convencionales, por lo cual reduce la contaminación del medio
ambiente.
-El proceso es seguro porque es una simple extensión del injerto natural
para crear híbridos.
Argumentos en contra
– El hambre en el mundo no es producto de la escasez sino de la distribución.
– Las empresas de biotecnología proyectan proteger las patentes de sus
semillas mediante la tecnología “terminator”. Una semilla “terminator”
crece, pero las semillas que produce son estériles. La nación que
compre esas semillas perderá autosuficiencia agrícola.
– Como la semilla transgénica es resistente a herbicidas y pesticidas,
el agricultor puede usarlos con mayor tranquilidad. Se produce así una
gran concentración de pesticidas en la tierra, lo cual sí afecta
el medio ambiente. Además, las enormes áreas de cultivos genéticamente
idénticos e inmunes afectarán la evolución de la vida silvestre
y así, a todo el sistema ecológico.
– Los transgénicos no son productos naturales porque no existe un mecanismo
natural para introducir ADN de un insecto en una papa. Si esto no fuera así
no se justificarían las patentes.
Países que reclaman prudencia
Gobiernos y consumidores actuaron con rapidez ante la entrada al mercado de alimentos
transgénicos. En Estados Unidos, una encuesta auspiciada por Novartis en
1997 reveló que 93% de los consumidores pedían que los alimentos
transgénicos llevaran una etiqueta identificatoria, y 54% prefería
la agricultura orgánica. En Europa los consumidores se mantuvieron siempre
alerta para mantener a los productos GM fuera de circulación. Allí,
los activistas atacan regularmente los campos de cultivos transgénicos,
los supermercados se niegan a tenerlos y las empresas procesadoras de alimentos
contratan expertos en ADN para verificar que sus alimentos no contengan genes
modificados.
En diciembre de1999 se produjo el affaire Monsanto, uno de los productores
más grandes del mundo de semillas genéticamente modificadas. Los
agricultores estadounidenses demandaron al grupo por introducir semillas transgénicas
y potencialmente peligrosas a los mercados mundiales sin las adecuadas pruebas
previas. La demanda, que abarca las operaciones de Monsanto en todo el mundo,
se convirtió en la primera amenaza legal global a la difusión de
las semillas modificadas.
Ahora, el controvertido veto presidencial a la ley de embriones, aprobada por el congreso norteamericano con muchos votos republicanos, abre otro debate.
La modificación genética es una técnica de laboratorio que
usan los científicos para cambiar el ADN de los organismos vivos. El ADN
es la plantilla que determina la individualidad de un organismo. Cada plantilla
es un gen. La bioingeniería empalma genes de organismos diferentes para
hacer nuevos genes artificiales que, cuando son introducidos en células
de plantas y animales, reprograman su funcionamiento y cambian las características
de esa planta o animal. Una semilla transgénica es aquella que, con sus
genes modificados, adquiere nuevas características. Si la semilla produce
alimentos, las cualidades del alimento se alteran.
Los cultivos transgénicos son patentados (o sea de fórmula secreta),
desarrollados casi exclusivamente por el sector privado en los países industriales,
y hasta la fecha la mayor parte de la zona mundial cultivada con transgénicos
está en los países del hemisferio norte. Argentina es líder
entre los que están adoptando aceleradamente el cultivo de transgénicos.
Argumentos a favor
-La ingeniería genética es necesaria para alimentar al mundo porque
permite mayor productividad de la tierra cultivable. Como se calcula que en los
próximos 25 años se duplicará la brecha alimentaria en el
tercer mundo, y como países como Argentina pueden satisfacer con sus exportaciones
esa necesidad, el potencial e importancia de los transgénicos es evidente.
-Los países en desarrollo son los que tienen más que ganar con los
cultivos transgénicos porque tienen más tierra cultivable, porque
tienen rendimientos mucho más bajos que los países industriales
y porque en ellos viven 800 millones de personas malnutridas. Al aumentar la productividad,
los transgénicos ayudan a aliviar el hambre y la pobreza.
-La ingeniería genética permite reducir la dependencia de herbicidas
y pesticidas convencionales, por lo cual reduce la contaminación del medio
ambiente.
-El proceso es seguro porque es una simple extensión del injerto natural
para crear híbridos.
Argumentos en contra
– El hambre en el mundo no es producto de la escasez sino de la distribución.
– Las empresas de biotecnología proyectan proteger las patentes de sus
semillas mediante la tecnología “terminator”. Una semilla “terminator”
crece, pero las semillas que produce son estériles. La nación que
compre esas semillas perderá autosuficiencia agrícola.
– Como la semilla transgénica es resistente a herbicidas y pesticidas,
el agricultor puede usarlos con mayor tranquilidad. Se produce así una
gran concentración de pesticidas en la tierra, lo cual sí afecta
el medio ambiente. Además, las enormes áreas de cultivos genéticamente
idénticos e inmunes afectarán la evolución de la vida silvestre
y así, a todo el sistema ecológico.
– Los transgénicos no son productos naturales porque no existe un mecanismo
natural para introducir ADN de un insecto en una papa. Si esto no fuera así
no se justificarían las patentes.
Países que reclaman prudencia
Gobiernos y consumidores actuaron con rapidez ante la entrada al mercado de alimentos
transgénicos. En Estados Unidos, una encuesta auspiciada por Novartis en
1997 reveló que 93% de los consumidores pedían que los alimentos
transgénicos llevaran una etiqueta identificatoria, y 54% prefería
la agricultura orgánica. En Europa los consumidores se mantuvieron siempre
alerta para mantener a los productos GM fuera de circulación. Allí,
los activistas atacan regularmente los campos de cultivos transgénicos,
los supermercados se niegan a tenerlos y las empresas procesadoras de alimentos
contratan expertos en ADN para verificar que sus alimentos no contengan genes
modificados.
En diciembre de1999 se produjo el affaire Monsanto, uno de los productores
más grandes del mundo de semillas genéticamente modificadas. Los
agricultores estadounidenses demandaron al grupo por introducir semillas transgénicas
y potencialmente peligrosas a los mercados mundiales sin las adecuadas pruebas
previas. La demanda, que abarca las operaciones de Monsanto en todo el mundo,
se convirtió en la primera amenaza legal global a la difusión de
las semillas modificadas.
Ahora, el controvertido veto presidencial a la ley de embriones, aprobada por el congreso norteamericano con muchos votos republicanos, abre otro debate.