Google: tomas callejeras, ¿una invasión a la privacidad?

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Proliferan en ciudades norteamericanas y europeas denuncias contra el nuevo servicio de Google Al parecer, “street view” sorprende a gente en situaciones poco agraciadas y luego difunde esas imágenes sin permiso de los afectados.

Un hombre abandona un local de desnudistas. Una chica se mete en un coche y se ve que no lleva nada bajo la pollera. Un muchacho hace pis contra una pared. Una pareja practica gimnasia sexual en un parque. Esas escenas y muchas más pueden bajarse de ”street view”, el nuevo ”servicio”(¿?) del buscador mundial líder.

“Eso plantea la era de la intromisión en la vida privada, no de la información ni, mucho menos, del conocimiento”, señala un e-mail de Electronic frontier foundation. La piedra del escándalo es una revista, “Wired” (conectados), dedicada actualmente a una especie de fundamentalismo informático donde todo es válido. La publicación reprodujo imágenes como las descriptas, que este fin de semana recorrían América anglosajona y media Europa.

Para colmo, eran tomas participantes en un concurso y nadie había pedido el consentimiento de las personas afectadas. Técnicamente, este “servicio” se ofrece junto con el atlas que despliega una detallada marquetería del globo. Salvo áreas como el Pentágono, la Casa Blanca o el rancho de los Bush: después de todo, Google es norteamericana y fiel al presidente.

Estas “tomas callejeras” son tridimensionales y con 360 grados de visual Por ende, caras y otras características de sus víctimas aparecieron en “Wired” con envidiable nitidez. Por supuesto, las oficinas del supermotor de búsquedas en varias ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa occidental son ya objetos de demandas por parte de organismos defensores de la privacidad.

Características y alcances de las “street views” las asimilan a programas televisuales estilo hermano grande (“gran hermano” es traducción incorrecta del ”big brother” de Fritz Lang, George Orwell o Aldous Huxley). En realidad, el servicio de Google bien podría terminar con los innumerables clones del “Grossbruder” que pululan por el mundo.

Existe una peligrosa diferencia entre Europa occidental y EE.UU-Canadá: a este lado del Atlántico norte, fotografiar o filmar personas en situaciones molestas o comprometedoras, pero en lugares expuestos, no es delito. Sí lo es en gran parte de Europa y ni hablar de los países musulmanes. Pero las “tomas callejeras” coinciden (¿por casualidad?) con el auge de sitios paidófilos alrededor del globo. Una sola cadena, “boy-love-day”, abarca más de mil sitios europeos cubiertos por el mismo servidor alemán.

Por supuesto, las “street views” no se rinden. “Estas imágenes son iguales a las que cualquier particular podría captar por cuenta propia”, sostienen voceros del buscador. Justamente, eso es lo malo: con la fenomenal tecnología intrusiva del atlas Google, las tomas callejeras represenan un “hermano grande” sin límites. Por ejemplo ¿qué sucede si una escena presenta a menores de edad practicando sexo en un parque público, como suelen hacerlo los chicos de hoy día?…

Un hombre abandona un local de desnudistas. Una chica se mete en un coche y se ve que no lleva nada bajo la pollera. Un muchacho hace pis contra una pared. Una pareja practica gimnasia sexual en un parque. Esas escenas y muchas más pueden bajarse de ”street view”, el nuevo ”servicio”(¿?) del buscador mundial líder.

“Eso plantea la era de la intromisión en la vida privada, no de la información ni, mucho menos, del conocimiento”, señala un e-mail de Electronic frontier foundation. La piedra del escándalo es una revista, “Wired” (conectados), dedicada actualmente a una especie de fundamentalismo informático donde todo es válido. La publicación reprodujo imágenes como las descriptas, que este fin de semana recorrían América anglosajona y media Europa.

Para colmo, eran tomas participantes en un concurso y nadie había pedido el consentimiento de las personas afectadas. Técnicamente, este “servicio” se ofrece junto con el atlas que despliega una detallada marquetería del globo. Salvo áreas como el Pentágono, la Casa Blanca o el rancho de los Bush: después de todo, Google es norteamericana y fiel al presidente.

Estas “tomas callejeras” son tridimensionales y con 360 grados de visual Por ende, caras y otras características de sus víctimas aparecieron en “Wired” con envidiable nitidez. Por supuesto, las oficinas del supermotor de búsquedas en varias ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa occidental son ya objetos de demandas por parte de organismos defensores de la privacidad.

Características y alcances de las “street views” las asimilan a programas televisuales estilo hermano grande (“gran hermano” es traducción incorrecta del ”big brother” de Fritz Lang, George Orwell o Aldous Huxley). En realidad, el servicio de Google bien podría terminar con los innumerables clones del “Grossbruder” que pululan por el mundo.

Existe una peligrosa diferencia entre Europa occidental y EE.UU-Canadá: a este lado del Atlántico norte, fotografiar o filmar personas en situaciones molestas o comprometedoras, pero en lugares expuestos, no es delito. Sí lo es en gran parte de Europa y ni hablar de los países musulmanes. Pero las “tomas callejeras” coinciden (¿por casualidad?) con el auge de sitios paidófilos alrededor del globo. Una sola cadena, “boy-love-day”, abarca más de mil sitios europeos cubiertos por el mismo servidor alemán.

Por supuesto, las “street views” no se rinden. “Estas imágenes son iguales a las que cualquier particular podría captar por cuenta propia”, sostienen voceros del buscador. Justamente, eso es lo malo: con la fenomenal tecnología intrusiva del atlas Google, las tomas callejeras represenan un “hermano grande” sin límites. Por ejemplo ¿qué sucede si una escena presenta a menores de edad practicando sexo en un parque público, como suelen hacerlo los chicos de hoy día?…

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