sábado, 28 de diciembre de 2024

Finalmente un suicidio, pero no en Nueva York sino en Londres

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Kirk Stephenson tenía 47 años, dirigía el fondo inversor Olivant Advisers, ganaba no menos de US$ 750.000 anuales y estaba casado con Karina Robinson, columnista bursátil en varios medios. Se tiró bajo un tren el jueves.

Veinte a&ntilde;os de carrera le valieron una residencia de seis millones en Chelsea, una villa al oeste de Londres y una residencia de invierno en Espa&ntilde;a, donde se hab&iacute;a criado su esposa. Era una pareja tan exitista como ambiciosa. <br />
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En junio, Olivant hab&iacute;a tomado 2,5% en Union des Banques Suisses por unos US$ 1.900 millones. Varios observadores de la City vinculan el suicidio con el fenomenal error: semanas despu&eacute;s, los problemas de la entidad empezaron a surgir en Estados Unidos y otros flancos. <br />
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En particular, el negocio de derivados le hizo perder a UBS el 20% de capitalizaci&oacute;n burs&aacute;til. Ahora, los tremendistas recuerdan que el crac de 1929 arranc&oacute; con el suicidio de un operador que hab&iacute;a perdido cuatro millones, entonces una suma enorme. En esa &eacute;poca, en vez de derivativos estallaban fraudes basados en el esquema de Carlo Ponzi.

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