Los jóvenes urbanos nacidos en la década de 1980, casi todos hijos únicos debido a la ley impuesta en el país, tienen una vida afectiva y matrimonial impregnada de la participación de los padres.
En efecto, según relata el abogado Lin Chunquan al Beijing Bulletin, los padres ahora hacen acto de presencia activa en cada paso de un caso de divorcio de parejas jóvenes. Se involucran activamente en las consultas con los abogados antes de que sus hijos presenten formalmente una demanda de divorcio.
El tribunal del distrito de Hongkou, en Shanghái, rechazó recientemente un caso de divorcio después de que la joven pareja permanecieran en silencio la mayor parte del tiempo durante la audiencia, mientras que sus respectivos padres discutían acaloradamente en su representación. Las madres hablaban con especial vehemencia sobre el reparto de las posesiones familiares, contó Li Wen, juez en la causa.
El tribunal consideró que aún había margen para que la pareja reconsiderara la opción del divorcio en lugar de dejar que sus padres actuaran como voceros. La pareja había contraído matrimonio seis meses después de que sus padres acordaran una cita a ciegas entre sus respectivos hijos. Las disputas comenzaron con el diseño del departamento, ya que cada parte quería imponer su criterio.
Cuentan los jueces que a menudo los padres les dicen que no pregunten a la pareja sino a ellos pues según ellos, conocen mejor la situación que sus propios hijos. Como esta generación, opina Liu, depende mucho de sus padres a la hora de comprar y departamento para casarse, el divorcio significa también conflicto de intereses sobre cómo se ha de repartir la propiedad.