viernes, 27 de diciembre de 2024

En Internet, la palabra sexo vale US$ 14 millones

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Se vendió por esa suma el sitio sex.com. Ni siquiera es el más visitado del mundo, pues está en un “modesto” 3.560º lugar. Pero es un veterano en la Red: lo registró Gary Kremen en 1994.

Claro, sex.com tiene una historia accidentada. Para empezar, en 1995 Stephen Cohen obtuvo, con documentos falsos, el mismo dominio. Eso no dejaba bien parada a la corporación internacional de dominios y direcciones en Internet. Más tarde, una batalla judicial de seis años le insumió a Kremen un millón de dólares en abogados; pero la ganó en 2001.

Ahora, esos 14 millones representan, amén de una buena diferencia para el fundador, el precio más alto pagado por un simple dominio (dirección) en el ciberespacio. Al principio, el comprador se escudaba en el anonimato; pero una indiscreción del sitio xbiz.com –también dedicado al sexo- reveló que se trata de la firma norteamericana Escom Llc, cuyo portal de búsquedas declara trece millones de usuarios por mes.

Ahora bien ¿por qué semejante precio? Algunos expertos lo ven como “inversión inmobiliaria” y recién en segundo lugar como servicio o marca. Por otra parte, sus usuarios parecen pocos, pero son seguros y pagan bien. De otro modo, un sitio de este tipo no habría durado doce años, litigios e intentos de censura inclusive.

Sin duda, sex.com tiene su fama y hasta existe un documental destinado a él, transmitido en 2004 por la televisión inglesa y muy visto. Ahora mismo, el portal figura en la larga lista distribuida en la Red, desde California, por un grupo “neomacartista” que promueve denuncias contra pornografía, ateísmo, pacifismo, darwinismo e ideas liberales. Su eminencia gris parece ser el predicador fundamentalista Karl Rowe, asesor de George W.Bush.

Otra fuente de ingresos para sex.com es la reventa o la tercerización de tráfico. Según analistas franceses, no puede descartarse que –con el tiempo- el portal mude en una red de vínculos (links), o sea en un negocio múltiple. “El valor de los dominios simbólicos (explica el portal register.it) no reside tanto en negocios propios del sitio, sino en esos vínculos potenciales. Así lo demuestra el gigante de las búsquedas, Google, que va convirtiéndose en un motor de publicidad”.

La venta de sex.com coincide, además, con el reciente lanzamiento de sex.eu, su versión europea. En este caso, el sesgo publicitario es tan obvio que, como empieza a suceder en telefonía inalámbrica, podría terminar alejando usuarios, molestos por la invasión de avisos no deseados.

Claro, sex.com tiene una historia accidentada. Para empezar, en 1995 Stephen Cohen obtuvo, con documentos falsos, el mismo dominio. Eso no dejaba bien parada a la corporación internacional de dominios y direcciones en Internet. Más tarde, una batalla judicial de seis años le insumió a Kremen un millón de dólares en abogados; pero la ganó en 2001.

Ahora, esos 14 millones representan, amén de una buena diferencia para el fundador, el precio más alto pagado por un simple dominio (dirección) en el ciberespacio. Al principio, el comprador se escudaba en el anonimato; pero una indiscreción del sitio xbiz.com –también dedicado al sexo- reveló que se trata de la firma norteamericana Escom Llc, cuyo portal de búsquedas declara trece millones de usuarios por mes.

Ahora bien ¿por qué semejante precio? Algunos expertos lo ven como “inversión inmobiliaria” y recién en segundo lugar como servicio o marca. Por otra parte, sus usuarios parecen pocos, pero son seguros y pagan bien. De otro modo, un sitio de este tipo no habría durado doce años, litigios e intentos de censura inclusive.

Sin duda, sex.com tiene su fama y hasta existe un documental destinado a él, transmitido en 2004 por la televisión inglesa y muy visto. Ahora mismo, el portal figura en la larga lista distribuida en la Red, desde California, por un grupo “neomacartista” que promueve denuncias contra pornografía, ateísmo, pacifismo, darwinismo e ideas liberales. Su eminencia gris parece ser el predicador fundamentalista Karl Rowe, asesor de George W.Bush.

Otra fuente de ingresos para sex.com es la reventa o la tercerización de tráfico. Según analistas franceses, no puede descartarse que –con el tiempo- el portal mude en una red de vínculos (links), o sea en un negocio múltiple. “El valor de los dominios simbólicos (explica el portal register.it) no reside tanto en negocios propios del sitio, sino en esos vínculos potenciales. Así lo demuestra el gigante de las búsquedas, Google, que va convirtiéndose en un motor de publicidad”.

La venta de sex.com coincide, además, con el reciente lanzamiento de sex.eu, su versión europea. En este caso, el sesgo publicitario es tan obvio que, como empieza a suceder en telefonía inalámbrica, podría terminar alejando usuarios, molestos por la invasión de avisos no deseados.

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