En Europa piden a empresas que mantengan los edificios históricos

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En medio de una de las crisis más graves de su historia, a los países del viejo continente no les sobra dinero para mantener valiosos y costosos edificios de valor histórico. Por eso, la restauración de lugares que guardan tesoros de la humanidad comienza a quedar a cargo de empresas auspiciantes.

<p>El Palazzo Manfrin, en Venecia, es uno de los edificios m&aacute;s impactantes en una ciudad llena de edificios impactantes. Lamentablemente, el edificio est&aacute; cada d&iacute;a peor: la fachada se viene abajo, las puertas rajadas, los frescos desdibujados por el agua y el tiempo. El palacio necesita urgente refacci&oacute;n pero faltan los recursos para hacerlo.</p>
<p>Como consecuencia de la grave crisis europea, los l&iacute;deres locales se han visto obligados a tomar la dura decisi&oacute;n de ponerlo en venta. Venecia no es la &uacute;nica en sufrir este tipo de problema. Muchas otras hermosas ciudades europeas, tienen enormes dificultades para mantener los edificios que encierran siglos de cultura, iglesias antiqu&iacute;simas, puentes cultural irreproducible. Edificios hist&oacute;ricos, iglesias, monumentos, puentes y ruinas arqueol&oacute;gicas que requieren mucho dinero para evitar el deterioro.</p>
<p>Las comunidades lo han intentado todo. Trataron de compensar los baches en el presupuesto con publicidad, venta de derechos y, en algunos casos, vendiendo las estructuras. Vale un ejemplo: en los jardines del famoso palacio de Versalles construido por Luis XIV, un verdadero s&iacute;mbolo del despilfarro de la realeza en aquella &eacute;poca, se permiti&oacute; la construcci&oacute;n de dos hoteles y proyectan otorgar a una marca de lujo la licencia para usar la imagen del palacio en sus relojes.</p>
<p>En Espa&ntilde;a se aprob&oacute; la construcci&oacute;n de una torre de oficinas en el centro hist&oacute;rico de la ciudad de Sevilla, justo al lado de la catedral g&oacute;tica donde est&aacute; enterrado Crist&oacute;bal Col&oacute;n. El Estado griego aprob&oacute; este a&ntilde;o la apertura de lugares como el Parten&oacute;n, el templo de Poseid&oacute;n y tambi&eacute;n de la ciudad antigua de Delphi, a directores de cine dispuestos a pagar fortunas por cada minuto de filmaci&oacute;n.</p>
<p>Pero en ning&uacute;n lugar esta tendencia se ha explotado tanto como en Italia. Tal vez porque posee, en su territorio, 47 sitios legitimados por UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En la tierra de C&eacute;sar, el Palazzo Manfrin sale a la venta con un valor de US$ 20,5 millones. Las empresas que quieran gozar de los derechos exclusivos de reproducci&oacute;n de la imagen del Coliseo romano sobre sus productos habr&aacute;n de pagar un poco m&aacute;s: US$ 27,5 millones. &iquest;Poner un cartel publicitario en la gloriosa catedral de Mil&aacute;n? US$ 187.000 por mes.</p>

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Era de esperarse, entonces, que marcas como Coca-Cola, Bulgari, Ford y Hyundai hayan aprovechado la oportunidad de invertir. Sin embargo, estos contratos son castigados con dureza por la opinión pública. Hubo protestas y acciones legales para que el Estado no venda los tesoros culturales de Italia al mejor postor. Dicen que es una solución permanente a un problema pasajero.</p>
<p>El argumento que esgrimen desde el Estado es que la prioridad es salvar las estructuras. En Roma se había acordado un plan de reconstrucción del Coliseo con Diego Della Valle, dueño de la empresa de carteras Tod. Sin embargo se paró el proyecto porque los fondos, se descubrió, implicaban el uso exclusivo de las imágenes del Coliseo en publicidad de la marca. Otra rebelión popular ocurrió en Venecia cuando el Grupo Benetton compró un edificio de cientos de años con la intención de voltear paredes interiores para instalar una escalera mecánica y convertirlo en un centro comercial.</p>
<p>Para los ciudadanos indignados y las organizaciones que pretenden conservar el patrimonio cultural, estos contratos degradan a los monumentos. Los responsables del sector público admiten que las alianzas no son ideales pero que están corriendo una carrera contra el tiempo. Nadie quiere que suceda lo mismo que en la ciudad petrificada de Pompeya, donde el año pasado una pared colapsó por daños producidos por el agua.</p>
<p>La única solución, para muchas ciudades, es contar con el apoyo de directores ejecutivos o filántropos famosos. La idea de las empresas auspiciantes de edificios históricos es atractiva para las empresas que, a cambio de espacio en las fachadas para colgar carteles publicitarios mientras se lleva a cabo la restauración, prometen pagar la mano de obra y los materiales necesarios.</p>
<p>La misma UNESCO apoya esta propuesta, considerando el contrato “aceptable” entre públicos y privados en épocas de dificultades financieras. Hay que cuidarse, sí, de los excesos: en Venecia el póster de Coca-Cola, por ejemplo, tapaba por completo la fachada de un edificio en restauración.</p>
<p>A pesar de la ayuda del auspicio corporativo, algunas ciudades se han visto obligadas por las circunstancias a poner en venta sus edificios históricos. Los precios son altos y no incluyen el trabajo de restauración que, en muchos casos, duplica la cifra total. En la región de Veneto, por ejemplo, las 13 propiedades a la venta podrían significarle a la región US$ 58 millones, cinco veces el presupuesto regional. El único consuelo, a esta altura, es que los nuevos dueños tengan el respeto que merecen estas joyas arquitectónicas.</p>
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