viernes, 22 de noviembre de 2024

El restaurante más caro del mundo está en Ibiza

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Es producto de la imaginación, creatividad y arte de Paco Romero, quien junto a Ferran Adrià, integra un pequeño grupo de chefs españoles que lanzaron la cocina modernista y convirtieron a España en uno de los destinos gourmet más importantes del mundo.

La entrada es una puerta sin letrero alguno que llame la atención. Conduce por un pasillo a una especie de montacargas que sube pesadamente hasta llegar a un gran ambiente blanco con una sola mesa blanca rodeada de 12 sillas blancas. El restaurant, que se describe a sí mismo como “una fusión de alta cocina, gastronomía y tecnología” ofrece una serie de impresionantes efectos especiales culinarios en un ambiente cuya apariencia cambia constantemente por efecto de una serie de proyecciones de video en alta definición.

 

Por ejemplo, mientras aparecen tiburones y otros peces nadando alrededor de las paredes se invita a los comensales a elegir sus mariscos en una gigantesca valva iluminada.

 

Durante otro de los platos los mozos se acercan con paletas de ingredientes y “pintan” sobre la mesa una versión comestible de “El Beso” de Gustav Klimt.

Comer en Sublimotion, que así se llama el lugar, cuesta la friolera de € 1.500 por cabeza. Su creador, Paco Romero, de 46 años, tiene ya dos estrellas Michelin por su restaurant en Madrid La Terraza del Casino. “Sublimotion”, que abrió en junio 2014, ganó el premio “mejor innovación” en el Worldwide Hospitality Awards en París.

 

Un solo problema. No es el único restaurant en el mundo que ofrece efectos especiales durante la comida. Hay otro en Shangai y se llama Ultraviolet. Su dueño es un francés llamado Paul Pairet y lo abrió en mayo 2012. También es todo blanco, para diez comensales con proyectores de alta definición que alteran el ambiente mientras comen. Los efectos especiales acompañan siempre lo que en ese momento están degustando los visitantes. Ocupa el tercer lugar en la lista de este año de los 50 mejores restaurantes de Asia.

 

Decididamente, ambos ofrecen una experiencia inolvidable, a mitad de camino entre comida y juego.

 

 

 

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