La jornada, sin embargo, fue despareja. La casa de subasta logró vender 80% de los 66 lotes y facturó US$ 290 millones.
Lucio Fontana, nacido en Rosario, Argentina pero hijo de italianos que vivió allá prácticamente toda su vida, pintó ese cuadro en 1964 que tituló Concetto spaziale, La fine di Dio (concepto espaciale, el fin de Dios). Esta obra de arte es una cruza entre estética avant garded y ultra barroca. La decisión de pinchar la tela en forma violenta y visceral – podría decirse que es su marca de agua – se originó para el artista en la creencia de que “hacer un agujero es un gesto radical que rompe el espacio del cuadro y que dice: después de esto quedamos liberados para hacer lo que queramos”.
Cuando la pintura estaba todavía fresca, fontana usó un huso afilado 0ara ahacerle perforaciones. Luego la agujereó más con clavos y luego usó sus dedos y hasta sus puños para ampliar esos agujeros. . Le encantaba ver cómo la pintura todavía mojada se amontonaba alrededor de los ajgujeros y hasta le agregaba más para crear montículos.
El cuadro se venió a un oferente anónimo en US$ 29,2 millones y fue seguido de cerca por la araña de Bourgeouis que salió por US$ 28,2 millones, aunque se calculaba que llegaría a US$ 25-35 millones.
La jornada, sin embargo, fue despareja. La casa de subasta logró vender 80% de los 66 lotes y facturó US$ 290 millones.