La pandemia cambió los códigos del vestir: los pantalones formales se cambiaron por jeans, los zapatos se cambiaron por zapatillas y en general se relajó toda la vestimenta para el trabajo. Pero hay un tema que todavía no se tocó, reflexiona Emma Jacobs en su columna del Financial Times: la necesidad o no, de que las mujeres sigan resaltando el busto con los corpiños armados y con alambre.
El relajamiento de la formalidad comenzó en los primeros días de las cuarentenas, cuando la gente comenzó a vestir solamente la parte del cuerpo que aparece en la pantalla de sus computadoras. O sea, de la cintura para arriba. Ya por aquel entonces los pronosticadores de tendencias comenzaron a preocuparse por el destino del corpiño. ¿Sería una víctima del trabajo remoto?
Pero eso no ocurrió. Sin duda, las mujeres se sintieron liberadas varias décadas después de que las feministas las invitaran a abandonar sus corpiños. Muchas mujeres no pueden imaginar prescindir de esa prenda. Por eso, a medida que la pandemia fue poco a poco quedando atrás, algunas adoptaron el corpiño blando, con menos estructura y sin alambre. En Estados Unidos, las ventas de corpiños cayeron 7% a US$ 7.800 millones en 2020 pero crecieron 36& al año siguiente cuando las mujeres comenzaron a comprar modelos deportivos y otros estilos más blandos y sin alambre en la base. Tal es la popularidad actual de los corpiños deportivos que la Oficina Nacional de Estadísticas los acaba de incluir en la lista de productos que usa para medir la inflación.
Otra de las razones que explican la popularidad de los corpiños deportivos es que no necesitan ser probados en la tienda y las clientas los pueden comprar online según su talla de vestido.
“La popularidad de los nuevos modelos también se explica por un cambio en las actitudes hacia la femineidad”, dice Jaclyn Fredenburg, instructora en el Fashion Institute of Technology de Nueva York. “Las mujeres están hartas de que les digan lo que es sexy” dice refiriéndose a los intentos de Victoria Secret de cambiar su imagen sexualizada cuando cayeron sus ventas. “Uno de los colores de corpiño que más se venden es el verde, que no es tradicionalmente sexy. Eso habla de individualidad”.
Simultáneamente, las normas de la industria se han visto desafiadas por pequeñas compañías como Third Love y Savage Fenty que ofrecen una línea de tonos neutros y con muchos tamaños para crear una gama más diversa.
Falta saber si las mujeres se animarán a ir a la oficina sin corpiño. Lo hagan o no, decididamente el corpiño armado ha quedado obsoleto.