En general, el inicio del procedimiento aplicado a la capa cutánea se produjo cuando los médicos comenzaron a detectar que muchos pacientes tenían irregularidades en la piel como consecuencia de aplicarse tratamientos anticelulíticos. A veces, cuando el profesional que los reliza no tiene los conocimientos o la experiencia que hace falta, las infiltraciones resultan en desequilibrios cutáneos.
En la actualidad, hay médicos que realizan ecografías a todos sus pacientes antes de someterlos a cualquier tratamiento estético facial o corporal. El objetivo es medir el grosor de la piel, la cantidad de colágeno, el nivel de vascularización para así tener una idea exacta del estado de envejecimiento, flaccidez o grasa. Eso les permite determinar, de forma bastante objetivo el porcentaje de éxito o fracaso de los tratamientos.
Pero el área que está adquiriendo un desarrollo prometedor es la de la estética. Se está aplicando cada vez más este método para determinar la edad de la piel según, como decíamos antes, el grosor de la piel (se sabe que a medida que pasan los años la piel se vuelve más fina y transparente, de ahí que se comiencen a ver los recorridos de las venas subcutáneas), la cantidad de colágeno presente ( el colágeno también se reduce con los años, de ahí las inyecciones de colágeno en tratamientos estéticos), el estado de los vasos capitales, etc.
Con ese procedimiento se determina, en forma mucho más precisa que antes, si una persona tiene la piel que le corresponde por edad cronológica o si la tiene en mejores o peores condiciones.
Según los resultados, se pueden recetar vitaminas para que los nutrientes le lleguen a la piel desde el interior y no solo desde el exterior en forma de cremas o sueros.