Así como nutrir y ejercitar el cuerpo físico es crucial para la salud, llevar el cerebro “al gimnasio” es igual de importante.
El bienestar intelectual tiene mucho que ver con el deseo y la capacidad de expandir el conocimiento y las habilidades a través del aprendizaje continuo, la curiosidad productiva, la creatividad, el pensamiento y la exploración.
Según el Centro para el Bienestar y la Promoción de la Salud de la Universidad de Harvard, -como recuerda la consultora Trendsity- algunos de los beneficios potenciales de estimular el bienestar intelectual, son la mejora de la concentración y la memoria, la claridad en el pensamiento, la experiencia de una vida más estimulante y tener una mente más abierta.
El bienestar intelectual incluye la decisión deliberada, activa y sostenida en el tiempo de elegir actividades creativas (desde escritura a fotografía pasando por danza o música), leer y consumir productos culturales (de todas las épocas, desde los más clásicos hasta los contemporáneos) y tener hobbies e intereses (cocina, cursos, etc) más allá de la actividad laboral.
Estar expuesto a todos estos estímulos impulsa de manera positiva las funciones cerebrales y la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a nuevas experiencias. No sólo estas actividades tienen un beneficio inmediato para la salud mental y emocional, sino que ayudan a largo plazo a tener una mejor salud para el cerebro.