William Faulkner, Sylvia Plath y Ernest Hemingway tienen dos cosas en común. La primera es que fueron contemporáneos; la segunda, que todos ellos crearon grandes obras literarias no en manuscrito, como se hacía antaño, sino en máquinas de escribir.
Ahora esa tecnología que en su momento fue revolucionaria, que enamoró a generaciones y que hoy hace suspirar a los nostálgicos, dejará de fabricarse.
Así lo anunció el fabricante Manufacturer Brother. Después de crear 5,9 millones de máquinas de escribir desde 1985, donó la última al museo de la Ciencia de Londres.
Desde la institución dijeron que el artefacto representa el fin de una tecnología que “fue vital para muchas personasâ€. Edward Bryan, un obrero que trabaja en la fábrica desde 1989, tuvo el privilegio de fabricar la última unidad.
Claramente la compañía decidió finalizar la producción en esa fábrica por una baja considerable en la demanda. Las máquinas de escribir fueron reemplazadas por los procesadores de texto primero, y por las computadoras personales después. Sin embargo, la planta seguirá abierta para fabricar cartuchos para impresoras y ofrecer otros productos de oficina.
Desde el museo dijeron que el objeto “representa el fin de la producción de máquinas de escribir en Gran Bretaña, una tecnología que comenzó a desarrollarse hace 130 años y que afectó a tantas personas. El modelo nos permitirá contar la evolución de la tecnología de acuerdo a las diferentes necesidades de comunicación que fueron surgiendoâ€.
La primera máquina de escribir fue creada por Wiliam Burt en 1830 pero no tuvo éxito comercial hasta 40 años después cuando Christopher Sholes y Carlos Glidden llegaron a un acuerdo con la compañía Remington. Esas máquinas se convirtieron en el estándar durante muchos años,y ayudaron a las mujeres a entrar al mercado de trabajo en la categoría de mecanógrafas..
