sábado, 23 de noviembre de 2024

Aciertan cada vez más las predicciones meteorológicas

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n las últimas cuatro décadas ha emergido un nuevo objetivo de las predicciones meteorológicas.

Cuando nos reunimos con amigos y familiares solemos oír quejas sobre lo mal que se pronostica el tiempo. Las predicciones meteorológicas siempre están en boca de todos porque afectan a nuestro día a día y a nuestros planes.

Por Enrique Sánchez Sánchez y Juan Jesús González Alemán (*)

La mayoría las asocia con el “parte del tiempo”. Este concepto y supuesto objetivo de la meteorología es bastante ambiguo y queda a expensas de las conversaciones coloquiales, de ahí que su supuesta ineficacia pueda estar presente en la población.

Sin embargo, las predicciones meteorológicas tienen un objetivo más importante y han demostrado una increíble mejora en los últimos 40 años.

En las últimas cuatro décadas ha emergido un nuevo objetivo de las predicciones meteorológicas. Gracias al avance en conocimiento y tecnología la meteorología ha sido capaz de salvar vidas y ayudar a los servicios de emergencia en la prevención de impactos y pérdidas económicas ocasionados por los fenómenos meteorológicos adversos. Esto ha creado un gran valor añadido en energía, agricultura, transporte y sectores recreativos.

El beneficio de las predicciones meteorológicas es mucho mayor que el coste de invertir impuestos en su mejora mediante la investigación científica, los recursos computacionales, satélites y otros programas de observación.

A principios del siglo XX se planteó que para predecir el comportamiento de la atmósfera correctamente habría que usar las leyes de la física que la describen. Es decir, darle un carácter científico. El sistema de ecuaciones diferenciales no lineales resultante es muy complejo de resolver. Por ello, se requiere de métodos numéricos que solo se pueden aplicar en ordenadores mediante millones de cálculos simultáneos, algo solo posible desde hace unas pocas décadas.

Los centros de investigación meteorológica, con el Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo como máximo exponente, cuentan con los mejores científicos del mundo y han aprovechado estas capacidades para avanzar de manera impresionante en la física meteorológica y climática.

Desde los años 70, además, existen satélites meteorológicos que han aumentado la capacidad de observación y medición en la atmósfera libre y en zonas remotas del planeta. Eso mejoró enormemente la información para poder iniciar los cálculos de las ecuaciones, y con ello las predicciones meteorológicas.

Estas impresionantes mejoras en la predicción numérica del tiempo han sido descritas como una especie de revolución silenciosa en la física, resultado de la constante acumulación de conocimiento científico y avances tecnológicos durante décadas.

No habían tenido mucha visibilidad entre los grandes logros recientes en física hasta el Premio Nobel de física 2021, que premia los estudios de sistemas físicos complejos y, en particular, sobre el sistema climático (ManabeHasselman), del cual la atmósfera es parte esencial.

La predicción diaria realizada en los grandes centros mundiales de meteorología operacional es, computacionalmente hablando, comparable a la simulación del cerebro humano e incluso al universo temprano.

A pesar de todos estos avances, las predicciones meteorológicas no son aún perfectas. Es un problema, de momento, irresoluble, dado el carácter caótico de la atmósfera y a la inexactitud de los métodos numéricos que se usan para la resolución de las ecuaciones. Alcanzar la perfección es un problema puramente matemático y físico.

Predicciones cada vez más precisas

Uno de los fenómenos meteorológicos adversos que más afecta a regiones de interés son las DANA (llamadas tradicionalmente como gotas frías). En este fenómeno podemos comprobar perfectamente la evolución de la mejora de las predicciones meteorológicas en las últimas décadas.

1982 supuso un cambio radical en la predicción meteorológica en España. En dicho año sucedió la famosa Pantanada de Tous, donde la intensidad y duración de las lluvias causó la ruptura de una presa cuya riada dejó numerosas víctimas mortales y daños materiales. Este evento no pudo ser avisado por el entonces Instituto Nacional de Meteorología (ahora AEMET) ni el mismo día, por lo que provocó una inversión muy grande en recursos científicos, tecnológicos y humanos.

Hoy en día este tipo de eventos pueden ser pronosticados con un alto porcentaje de fiabilidad varios días antes.

Otro fenómeno de gran impacto que ha tenido una mejora considerable en su predicción son los huracanes. Hace tan solo tres décadas las predicciones en las trayectorias de estos ciclones no lograban aportar un beneficio a la sociedad para minimizar su impacto. Sin embargo, hoy en día, estas predicciones han supuesto un avance capaz de producir evacuaciones masivas necesarias de personas y salvar miles de vidas.

Otro ejemplo reciente fue la borrasca Filomena, en enero de 2021. Las intensas nevadas en la meseta sur fueron pronosticadas con varios días de antelación en extensión, ubicación e intensidad. La compleja combinación de condiciones atmosféricas necesarias para dar lugar a este fenómeno invernal en las dimensiones en las que se dio, tan inusuales, supone un hito en la predicción meteorológica en nuestra región, y así lo han indicado diversos informes posteriores.

Los eventos meteorológicos extremos están situados entre los que más riesgos provocan (Foro Económico Mundial), por eso es imprescindible profundizar en la inversión científica empezada hace décadas, y dejar de lado antiguos métodos y tradiciones que no han demostrado beneficiar a la sociedad como lo ha hecho la aplicación de la ciencia a la predicción meteorológica. Esto es un claro motivo por el que los gobiernos deben seguir apostando por ella.

Los medios de comunicación son fundamentales para transmitir la información de manera precisa y veraz. Resulta ridículo y absurdo cuando ciertos medios comentan supuestos pronósticos basados en ideas folclóricas y sin base científica como las cabañuelas, que son un horóscopo meteorológico.

(*) Enrique Sánchez Sánchez es catedrático Física de la Tierra, Facultad CC Ambientales y Bioquímica, Universidad de Castilla-La Mancha; y Juan Jesús González Alemán, del Área de Modelización, Departamento de Desarrollo y Aplicaciones, Agencia Estatal de Meteorología AEMET.

 

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