400 drogas en etapa de prueba para combatir el cáncer

En sus diversos tipos, el cáncer se va convirtiendo en una enfermedad crónica, ya no mortal. Eso es gracias a las nuevas “drogas de precisión”, menos tóxicas que la quimioterapia y mucho más prometedoras. Hay mucha actividad de investigación.

5 junio, 2006

Hace ya varios años que los grupos que más atención concitan entre público y prensa durante la conferencia del cáncer que se celebra anualmente en Estados Unidos, son empresas de biotecnología como Genentech e Imclone por las famosas “drogas de precisión”, que en general son menos tóxicas que la tradicional quimioterapia.

Pero este año, la información más importante sobre drogas de precisión proviene de los tradicionales grandes laboratorios farmacéuticos. Los médicos reunidos en la reunión de la American Society of Clinical Oncology dijeron el domingo que la “temsirolimus”, una droga experimental de Wyeth, prolongó la vida en aproximadamente unos tres meses y medio en pacientes con tumor muy avanzado de riñón. Ese resultado podría preparar el terreno para la aprobación de la droga el año próximo.

Además, nueva información aportada sobre la droga “Sutent”, de Pfizer (que ya está en el mercado), podría convertirla en la primera opción para tratar el cáncer de riñón. En la jornada anterior, la estrella había sido la droga Tykerb, de GlaxoSmithKline, para el cáncer de mama.

Ninguno de los tres grandes laboratorios tenía mucha presencia en el negocio del cáncer varios años atrás. Pero las farmacéuticas finalmente han comprendido la importancia de los descubrimientos científicos en la transformación de una zona que antes consideraban un mercado de nicho.

Todos, ahora, parecen interesarse en el cáncer. Muchas empresas farmacéuticas y de biotecnología están desarrollando drogas que pretenden cortar el paso del flujo de sangre hacia el tumor o interferir con las proteínas dentro del tumor y que lo hacen crecer.
En este momento están en proceso de pruebas unas 400 drogas anti-cáncer de 178 compañías, según la Pharmaceutical Research and Manufacturers Association. Eso significa el doble de las drogas en prueba para combatir enfermedades como el Alzheimer y la depresión y casi tres veces más las que se experimentan para embolia o infarto cardíaco.

Es evidente que para los pacientes, la ola de nuevos productos es buena noticia. La competencia también significará que los laboratorios se esforzarán mucho por disminuir los efectos secundarios. Antes se consideraba más o menos aceptable que las drogas tuvieran efectos nocivos porque el cáncer era una enfermedad fatal.

Pero para las farmoquímicas, la competencia podría significar mercados más pequeños para cada droga y pruebas clínicas más costosas para diferenciar un producto de sus competidores. La competencia también reducirá los precios, que actualmente llegan en algunos casos a US$ 1000.000 al año, aunque los costos totales para pacientes podrían subir porque cada vez más las drogas se combinan entre sí.

Según analistas de Merrill Lynch el mercado para drogas anti-cáncer se duplicaría a US$ 50.000 millones en 2010. Pero debido al aumento de la competencia, el potencial de ventas para cada droga caería 221% para entonces. Para muchos tipos de cáncer, dijeron, el número de drogas en la última etapa de pruebas clínicas supera el número ya en el mercado.

En rigor de verdad, algunas grandes farmoquímicas, como Bristol-Myers Squibb, hace tiempo que trabajan en fórmulas para combatir el cáncer. Y una de las primeras y más exitosas de las nuevas terapias de precisión – Gleevec – fue desarrollada por Novartis.
Pero los laboratorios han descubierto que algunos pacientes están dispuestos a tolerar precios altísimos, con lo que convierten en grandes generadoras de dinero hasta las fórmulas que combaten los tipos más raros de tumores. Gleevec, que al principio de usaba para dos oscuros tipos de cáncer –leucemia mielógena crónica y el tumor gastorintestinal estromal— tuvo el año pasado ventas por valor de US$ 2.200 millones.

Muchas de las nuevas drogas vienen en formato pastilla porque, en algunos casos, el cáncer se está convirtiendo en una enfermedad crónica. Una actualización presentada ante la conferencia del domingo sobre Gleevec reveló que 90% de la gente que tomó la droga seguí con vida después de cinco años. Por lo general se hubiera esperado que la mitad de la gente con leucemia mielógena crónica hubiera muerta antes de los cinco años de diagnosticada. Y sin embargo la enfermedad, si bien no se cura, se controla. Si los pacientes dejan de tomar cápsulas de Gleevec diariamente, la leucemia por lo general vuelve.

Otro elemento alentador es que los estudios genéticos están encontrando muchas formas posibles de atacar el cáncer, algo que no ocurre, por ejemplo, con el Alzheimer. Ya hay dos pastillas – Sutent de Pfizer y Nexavar, de Bayer y Onyx Pharmaceuticals – que han sido aprobadas recientemente. Ambas funcionan en parte bloqueando una proteína que incentiva la formación de vasos sanguíneos que alimentan los tumores.

Hace ya varios años que los grupos que más atención concitan entre público y prensa durante la conferencia del cáncer que se celebra anualmente en Estados Unidos, son empresas de biotecnología como Genentech e Imclone por las famosas “drogas de precisión”, que en general son menos tóxicas que la tradicional quimioterapia.

Pero este año, la información más importante sobre drogas de precisión proviene de los tradicionales grandes laboratorios farmacéuticos. Los médicos reunidos en la reunión de la American Society of Clinical Oncology dijeron el domingo que la “temsirolimus”, una droga experimental de Wyeth, prolongó la vida en aproximadamente unos tres meses y medio en pacientes con tumor muy avanzado de riñón. Ese resultado podría preparar el terreno para la aprobación de la droga el año próximo.

Además, nueva información aportada sobre la droga “Sutent”, de Pfizer (que ya está en el mercado), podría convertirla en la primera opción para tratar el cáncer de riñón. En la jornada anterior, la estrella había sido la droga Tykerb, de GlaxoSmithKline, para el cáncer de mama.

Ninguno de los tres grandes laboratorios tenía mucha presencia en el negocio del cáncer varios años atrás. Pero las farmacéuticas finalmente han comprendido la importancia de los descubrimientos científicos en la transformación de una zona que antes consideraban un mercado de nicho.

Todos, ahora, parecen interesarse en el cáncer. Muchas empresas farmacéuticas y de biotecnología están desarrollando drogas que pretenden cortar el paso del flujo de sangre hacia el tumor o interferir con las proteínas dentro del tumor y que lo hacen crecer.
En este momento están en proceso de pruebas unas 400 drogas anti-cáncer de 178 compañías, según la Pharmaceutical Research and Manufacturers Association. Eso significa el doble de las drogas en prueba para combatir enfermedades como el Alzheimer y la depresión y casi tres veces más las que se experimentan para embolia o infarto cardíaco.

Es evidente que para los pacientes, la ola de nuevos productos es buena noticia. La competencia también significará que los laboratorios se esforzarán mucho por disminuir los efectos secundarios. Antes se consideraba más o menos aceptable que las drogas tuvieran efectos nocivos porque el cáncer era una enfermedad fatal.

Pero para las farmoquímicas, la competencia podría significar mercados más pequeños para cada droga y pruebas clínicas más costosas para diferenciar un producto de sus competidores. La competencia también reducirá los precios, que actualmente llegan en algunos casos a US$ 1000.000 al año, aunque los costos totales para pacientes podrían subir porque cada vez más las drogas se combinan entre sí.

Según analistas de Merrill Lynch el mercado para drogas anti-cáncer se duplicaría a US$ 50.000 millones en 2010. Pero debido al aumento de la competencia, el potencial de ventas para cada droga caería 221% para entonces. Para muchos tipos de cáncer, dijeron, el número de drogas en la última etapa de pruebas clínicas supera el número ya en el mercado.

En rigor de verdad, algunas grandes farmoquímicas, como Bristol-Myers Squibb, hace tiempo que trabajan en fórmulas para combatir el cáncer. Y una de las primeras y más exitosas de las nuevas terapias de precisión – Gleevec – fue desarrollada por Novartis.
Pero los laboratorios han descubierto que algunos pacientes están dispuestos a tolerar precios altísimos, con lo que convierten en grandes generadoras de dinero hasta las fórmulas que combaten los tipos más raros de tumores. Gleevec, que al principio de usaba para dos oscuros tipos de cáncer –leucemia mielógena crónica y el tumor gastorintestinal estromal— tuvo el año pasado ventas por valor de US$ 2.200 millones.

Muchas de las nuevas drogas vienen en formato pastilla porque, en algunos casos, el cáncer se está convirtiendo en una enfermedad crónica. Una actualización presentada ante la conferencia del domingo sobre Gleevec reveló que 90% de la gente que tomó la droga seguí con vida después de cinco años. Por lo general se hubiera esperado que la mitad de la gente con leucemia mielógena crónica hubiera muerta antes de los cinco años de diagnosticada. Y sin embargo la enfermedad, si bien no se cura, se controla. Si los pacientes dejan de tomar cápsulas de Gleevec diariamente, la leucemia por lo general vuelve.

Otro elemento alentador es que los estudios genéticos están encontrando muchas formas posibles de atacar el cáncer, algo que no ocurre, por ejemplo, con el Alzheimer. Ya hay dos pastillas – Sutent de Pfizer y Nexavar, de Bayer y Onyx Pharmaceuticals – que han sido aprobadas recientemente. Ambas funcionan en parte bloqueando una proteína que incentiva la formación de vasos sanguíneos que alimentan los tumores.

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