Aquellos que predicen un renacimiento productivo en Estados Unidos se imaginan la innovación de la mano de robots y fábricas hiper digitales, con paneles solares y turbinas de viento para aprovechar más la energía. Pero lo cierto es que el país del norte tiene otra gran ventaja, que actualmente no está aprovechando del todo: el llamado Gas de esquisto, o Shale Gas.
El alto precio del gas natural, que se usa para fabricar una multiplicidad de productos derivados del plástico como llantas, lubricantes y telas, hace que muchas industrias se sientan atraídas a Estados Unidos por su potencial para extraer gas de esquisto más barato. El Shale Gas se consigue cuando se inyecta agua a alta presión para liberarlo de entre las piedras y hay tanto en ciertas regiones del mundo que su fácil acceso –como en el caso de Estados Unidos- hace que el precio del gas baje muchísimo.
Los bajos precios del gas en ese país han motivado varias inversiones en los últimos meses. Por ejemplo, Dow Chemical gastó US$ 4.000 millones para expandir su producción en Estados Unidos bajo la construcción de una nueva planta en Texas.
El llamado “renacimiento†norteamericano se siente especialmente en el mercado multimillonario del etileno. Su precio, alto, bajó de US$ 1000 la tonelada a US$ 300. En Asia producir la misma cantidad cuesta US$ 1.717 y en Arabia Saudita, US$ 455. La variabilidad de los precios afecta muchos segmentos de la economía porque el etileno se usa para fabricar
Más allá de la industria química, el gas de esquisto es un gran recurso energético en sí mismo. Su precio, menor, implica un costo reducido que puede afectar tanto el precio final para el consumidor como una reinversión de las ganancias en desarrollo e innovación. Es una energía alternativa que podría darle autonomía energética a Estados Unidos. En definitiva, químicos, hierros y transporte barato podrían ser factores de atracción para inversiones en el país del norte.