Esta situación, que significa un inmenso ahorro para el Tesoro estadounidense, se debe a la combinación de dos factores. Por un lado, el aumento local de la producción de gas y petróleo; por el otro, al estancamiento del crecimiento económico.
El 2012 la producción local alcanzó los 6,3 millones de barriles diarios, tras haber alcanzado el punto mínimo de 5 millones de barriles diarios. Esto se debió a la producción alcanzada en Dakota del Norte y Texas gracias a las nuevas tecnologías de fractura hidráulica y extracción horizontal. La Administración de Información en Energía (EIA) anuncia que en 2014 la producción local de petróleo alcanzaría los 8 millones de barriles diarios. El gobierno asegura que además del beneficio que supone importar menos petróleo, se crearán más fuentes de trabajo.
Por otra parte, el gobierno cree que la demanda de petróleo crecerá levemente en 2013 y 2014, tras la caída de 2012, por lo que no alcanzará los niveles de 2011. La demanda ha venido cayendo desde 2007, cuando alcanzó los 20,7 millones b/d. En 2012 el consumo llegó a 18,7 millones b/d.
Algunos analistas estiman que para fines de esta década, Estados Unidos sobrepasaría a Arabia Saudita y Rusia, para convertirse nuevamente en el principal productor mundial de petróleo, como lo fue en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo la EIA considera estas estimaciones exageradas y sostiene que hay una serie de factores que no se peden predecir, como las decisiones que pueda tomar Arabia Saudita, que cuenta aún con grandes reservas de crudo.
La EIA espera que el aumento de la producción en Estados Unidos lleve a un descenso en los precios del crudo. Esta caída del precio del Brent, que actualmente se negocia a un promedio de US$112 el barril, llevaría el precio del barril en 2014 a US$99.