El consumo en Argentina durante 2025 se caracteriza por una combinación de austeridad y planificación, junto con un interés persistente en el disfrute personal. Así lo muestra el monitoreo social y cultural realizado por Youniversal mediante su Trend Lab, que analiza patrones y comportamientos emergentes en el país.
Según la medición de junio de 2025, solo el 37% de los encuestados se identifica como parte de la clase media, pero el 86% coincide en que este segmento continúa siendo el motor principal de la economía nacional. En paralelo, el 83% admite haber ajustado sus hábitos de consumo en los últimos seis meses, aplicando en promedio más de tres estrategias para optimizar el gasto. Estas incluyen comprar en mayoristas, preferir envases de tamaño XL, elegir marcas propias o recurrir a productos refill.
Adaptación y planificación en el consumo
El estudio señala que los recortes en el gasto no son arbitrarios sino que responden a una planificación consciente. La CEO y cofundadora de Youniversal, Ximena Díaz Alarcón, detalla que “la austeridad convive con el deseo de disfrutar. Si bien se recorta en salidas o indumentaria, cae el porcentaje de quienes eliminaron los ‘gustos’: de un 55% en diciembre 2024, bajó a 39% en junio”. Esta evolución indica que, pese a las restricciones, una mayoría busca preservar pequeños placeres como parte de su bienestar emocional.
En este marco, las marcas recuperan protagonismo como vehículos de placer. Tres de cada diez consumidores están dispuestos a pagar un precio mayor por una marca que los identifique en ocasiones especiales. Díaz Alarcón sostiene que “no es solo funcionalidad: es sentido, representación y deseo”.
Preferencias y desafíos para las marcas locales
El informe también destaca una dualidad en la elección entre productos nacionales e importados. El 66% prioriza lo nacional por su impacto en la industria local, mientras que el 32% se siente más conectado con el mundo al optar por importados. Esta tensión representa un desafío para las marcas de origen local, que deben competir no solo en precio y calidad, sino también en construir una narrativa que genere orgullo y pertenencia.
Por otra parte, la percepción sobre la situación económica muestra señales de mejora. Solo el 37% cree que la mayoría está en una condición peor que la propia, en contraste con el 60% registrado en diciembre de 2024. Se observa un aumento en la expectativa de que la situación no empeorará, lo que genera un clima de racionalidad emocional en la toma de decisiones de consumo.
Claves para las marcas en un contexto de cambio
Díaz Alarcón resalta que en este escenario las marcas deben posicionarse con sensibilidad y coherencia. Enumeró algunas pautas para comprender mejor al consumidor argentino:
– Valor con sentido: el precio sigue siendo importante, pero la calidad, el propósito y la experiencia tienen igual relevancia.
– Contexto y canal: la elección entre mayoristas, tiendas de proximidad o aplicaciones depende de la ocasión de compra.
– Placer accesible: el deseo de disfrute persiste incluso ante la escasez; las marcas que faciliten un consumo consciente tienen mayor probabilidad de conectar.
- Exigencia simbólica: con menor margen de maniobra, cada peso invertido debe generar una sensación positiva.
- Propuesta para lo nacional: el patriotismo no compensa la falta de calidad o diferenciación; las marcas locales requieren ofrecer cercanía para mantener su relevancia.
El consumidor argentino de 2025 se muestra más estratégico, emocional y demandante. Las entidades que comprendan esta sensibilidad no solo podrán sostenerse, sino que aumentarán su relevancia en un mercado en transformación constante.
“Darse un gusto, aunque sea pequeño, es clave para el bienestar emocional”, afirmó Díaz Alarcón, subrayando un aspecto central para la relación entre consumidores y marcas.












