Ya tienen sucesor los códigos de barra

Una nueva exigencia de Wal-Mart a sus proveedores los obliga a gastar millones de dólares. La gigantesca cadena quiere que cada unidad de carga que recibe tenga una radioetiqueta identificatoria. Carga más información y se la lee aunque no se vea.

17 diciembre, 2004

La tecnología llamada identificación por radiofrecuencia (RFID) ya se ha usado para seguirle la pista a los contenedores que van por tren y barco y en sistemas de peaje automático. Pero ahora se lo ve como el próximo sucesor de los códigos de barra en el comercio minorista. Las radio etiquetas pueden cargar más información sobre el producto, son más fáciles de escanear y se las encuentra aunque estén escondidas en grandes cajas de cartón o detrás de otros productos.

Wal-Mart ha pedido a 100 de sus proveedores que adopten la tecnología para fin de 2004 y a los demás que la tengan instalada para finales de 2005. A finales de septiembre, el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció también que exigiría a sus grandes proveedores que utilicen las etiquetas para finales de 2004.

En una reunión reciente con proveedores y vendedores de la tecnología, Wal-Mart admitió que el proceso no es ni fácil de implementar ni barato, de manera que al principio va a limitar la obligación a sólo tres centros de distribución y 150 bocas de expendio en Texas. Dijo, también, que ahora piensa concentrar la exigencia en sólo algunas pocas categorías de productos.

Según un informe publicado en noviembre por la consultora A. T. Kearney, la tecnología puede hacer ahorrar millones de dólares a los grandes minoristas, pero exige una gran inversión a los proveedores quienes, en su gran mayoría, no han apartado presupuesto para su incorporación.

Un rastreo más preciso de los productos permitiría reducir de 5% en los inventarios almacenados y también los costos laborales de maniobrar con la mercadería en los depósitos. Otra ventaja sería la de aumentar ventas al evitar que los locales se queden sin alguna mercadería.

El informe Kearney estima que, si bien el costo de introducir la tecnología puede ser muy variado, los grandes minoristas tendrían que invertir US$ 400.000 en cada centro de distribución y US$ 100.000 en cada boca de expendio para leer y manejar los datos. Una cadena importante podría tener que gastar entre US$ 35 y US$ 40 millones para integrar la información a sus sistemas informativos que necesitará para aprovechar las ventajas.

El plan de Wal-Mart es que los fabricantes tienen que asumir todo el costo de comprar e instalar las etiquetas. Un fabricante de productos de almacén con US$ 5 millones en ventas podría llegar a usar más de 220 millones de etiquetas al año, lo que le significaría un costo de US$ 33 millones a valores actuales de 5 centavos la unidad.

A pesar de los costos, el mejor manejo del inventario y mejor control contra robos que permitirán las radio-etiquetas podría hacer rentable la inversión a los proveedores de artículos de alto valor como medicamentos de venta libre. Pero a los fabricantes de productos de almacén les va a resultar difícil lograr un retorno sobre su inversión, especialmente si ya están operando eficientemente.

La tecnología llamada identificación por radiofrecuencia (RFID) ya se ha usado para seguirle la pista a los contenedores que van por tren y barco y en sistemas de peaje automático. Pero ahora se lo ve como el próximo sucesor de los códigos de barra en el comercio minorista. Las radio etiquetas pueden cargar más información sobre el producto, son más fáciles de escanear y se las encuentra aunque estén escondidas en grandes cajas de cartón o detrás de otros productos.

Wal-Mart ha pedido a 100 de sus proveedores que adopten la tecnología para fin de 2004 y a los demás que la tengan instalada para finales de 2005. A finales de septiembre, el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció también que exigiría a sus grandes proveedores que utilicen las etiquetas para finales de 2004.

En una reunión reciente con proveedores y vendedores de la tecnología, Wal-Mart admitió que el proceso no es ni fácil de implementar ni barato, de manera que al principio va a limitar la obligación a sólo tres centros de distribución y 150 bocas de expendio en Texas. Dijo, también, que ahora piensa concentrar la exigencia en sólo algunas pocas categorías de productos.

Según un informe publicado en noviembre por la consultora A. T. Kearney, la tecnología puede hacer ahorrar millones de dólares a los grandes minoristas, pero exige una gran inversión a los proveedores quienes, en su gran mayoría, no han apartado presupuesto para su incorporación.

Un rastreo más preciso de los productos permitiría reducir de 5% en los inventarios almacenados y también los costos laborales de maniobrar con la mercadería en los depósitos. Otra ventaja sería la de aumentar ventas al evitar que los locales se queden sin alguna mercadería.

El informe Kearney estima que, si bien el costo de introducir la tecnología puede ser muy variado, los grandes minoristas tendrían que invertir US$ 400.000 en cada centro de distribución y US$ 100.000 en cada boca de expendio para leer y manejar los datos. Una cadena importante podría tener que gastar entre US$ 35 y US$ 40 millones para integrar la información a sus sistemas informativos que necesitará para aprovechar las ventajas.

El plan de Wal-Mart es que los fabricantes tienen que asumir todo el costo de comprar e instalar las etiquetas. Un fabricante de productos de almacén con US$ 5 millones en ventas podría llegar a usar más de 220 millones de etiquetas al año, lo que le significaría un costo de US$ 33 millones a valores actuales de 5 centavos la unidad.

A pesar de los costos, el mejor manejo del inventario y mejor control contra robos que permitirán las radio-etiquetas podría hacer rentable la inversión a los proveedores de artículos de alto valor como medicamentos de venta libre. Pero a los fabricantes de productos de almacén les va a resultar difícil lograr un retorno sobre su inversión, especialmente si ya están operando eficientemente.

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