<p>La pregunta, entonces, ¿importa cómo se tipea? Sí, contesta Trubek. El tipeo al tacto nos permite escribir sin pensar en cómo estamos escribiendo, nos deja en libertad para concentrarnos en lo que estamos escribiendo, en nuestras ideas. La mecanografía o tipeo al tacto es un ejemplo de automaticidad cognitiva, o sea de la habilidad de hacer cosas sin poner atención consciente. La automaticidad quita una carga a la memoria y nos permite usar más espacio para el pensamiento de un orden más alto. (Otras formas de automaticidad cognifica son manejar un auto, andar en bicicleta y leer). Cuando tipeamos sin mirar las teclas, estamos haciendo multi-tasking, nuestro cerebro está libre para concentrarse en ideas sin tener que desperdiciar recursos mentales para encontrar las comillas o los signos de interrogación. Podemos escribir a la velocidad del pensamiento.<br />
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Muchos de los “nativos digitales” (entre los cuales se encuentra Trubek) llevamos años practicando complicados métodos de picoteo de teclas que nos permiten automatizar y mirar la pantalla y no los dedos. Sin embargo, el método de las teclas guía es, por el momento, el más rápido de todos y no es una audacia afirmar que poder tipear sin mirar el teclado es una habilidad básica aún en el siglo 21.<br />
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Pero los teclados se achican y no hay forma de aplicar el método Qwerty. La única manera es picotear las teclas como se pueda. Las tecnologías que se están imponiendo nos obligan a escribir en mini dispositivos. Lo curioso es que adoptamos esos aparatos a costa de la automaticidad cognitiva. Twitear o enviar email en un iPhone lleva más tiempo y requiere tener los ojos puestos en el teclado. Es de esperar, sugiere la autora, que alguien en alguna parte esté inventando un sistema de tipeo para la iPad, como Frank McGurrin hizo para la máquina de escribir. Aunque luego tengamos que practicar 400 horas para practicarlo.<br />
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<em>Anne Trubek es profesora de retórica y composición en Oberlin College, Ohio, USA.</em></p>
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<p>Muchos niños comienzan a tipear ( la palabra hispana es mecanografiar, pero ha caído en desuso) en teléfonos celulares y computadoras mucho antes de tomar lecciones de tipeo, razón por la cual las escuelas deciden que conviene más aprovechar ese tiempo enseñando otras cosas. <br />
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El tema es cómo escriben. La mayoría de los jóvenes nunca aprendieron a tipear y no saben, por lo tanto, si hay una “manera correcta” de hacerlo. Cada uno ha desarrollado una manera que, con el hábito, le resulta cómoda. Pero sí hay una “manera correcta” de escribir, dice Anne Trubek en <em>Technology Review</em> (la revista electrónica del MIT) desde finales del siglo 19. En 1889 hubo un “duelo” entre dos profesores que debían haber inventado el mejor método. El ganador, que usó algo que llamó “<em>home keys</em>”, o teclas guía, llegó a escribir a una velocidad entonces asombrosa, 126 palabras por minuto. Se llamaba Frank McGurrin y recorrió ciudades mostrando su habilidad. Durante las siguientes décadas se pusieron de moda en Estados Unidos competencias de velocidad en el manejo del teclado. Luego las escuelas comenzaron a dar clases de tipeo al tacto, la famosa mecanografía. <br />
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Esas clases ya no existen. Paradójicamente, en una era en que el teclado aparece en todas partes, el tipeo ya no existe en los programas de estudio. Ni tampoco ha inventado alguien un método diferente al de las teclas guía, conocido como teclado QWERTY a pesar de las ventajas de otras disposiciones de letras. <br />
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Cuando los chicos llegan al colegio familiarizados con teclados de todos los tamaños, los maestros dejan que esos niños de seis años mantengan sus hábitos personales de escritura, mientras esos mismos maestros pasan horas enseñándoles a sostener un lápiz o la forma correcta de escribir en cursiva las mayúsculas. Cuando esos niños pasen a la secundaria, con toda seguridad presentarán sus trabajos no escritos a mano sino tipeados. <br />
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