… y llegan las píldoras inteligentes

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La revolución de la computación sigue su curso y no deja de sorprender.
Pronto pacientes en Europa y Estados Unidos tendrán a disposición una de
las primeras generaciones de pastillas digitales: o sea cápsulas
parecidas a las de vitaminas pero que alojan una computadora que
registrará información de nuestro cuerpo.

La noticia la da esta mañana el New York Times en un artículo que anuncia una nueva ola de computación: diminutos sensores metidos en cápsulas digeribles. Pero el desarrollo no es reciente, ya hay gente que las está tragando para monitorear una serie de datos de salud que luego se comparten en forma inalámbrica con el médico. Ya hay, también, prototipos de aparatitos digeribles que pueden abrir la puerta del auto o escribir contraseñas informa el periódico.

Estas nuevas pastillas poseen varios microchips que monitorearán las medicinas ingeridas por pacientes con enfermedades crónicas tales como trastornos cardiacos, diabetes, hipertensión y hasta tuberculosis. El propósito es mejorar la ingesta de medicamentos respetando horarios y cantidades según las indicaciones para aumentar la eficacia de los tratamientos. Esto es posible debido a que las píldoras tienen sensores diminutos capaces de informar al médico o paciente si está tomando o no su medicación o si lo hace en la forma indicada. Ya están a punto de salir a los mercados europeo y estadounidense.

Se podrán tragar con agua o leche, según se prefiera. Después las pastillas iniciarán su recorrido hacia el estómago y permanecerán intactas mientras atraviesan el tracto intestinal.

Eric E. Schmidt, presidente ejecutivo de Google, explicó al periódico que la cápsula que una persona ingiere, voluntariamente aclara,  es en realidad un robot microscópico que vigilará los sistemas y transmitirá inalámbricamente lo que está ocurriendo allí adentro. En su opinión la gente va a querer tomar computadoras porque tienen la posibilidad de salvarles la vida.

Una de estas pastillas, desarrollada por Proteus Digital Health (Redwook City, California) no necesita batería Usa el cuerpo mismo como fuente de energía. Proteus agregó magnesio y cobre a cada lado de su sensor, que genera la electricidad que necesita de los ácidos estomacales.  Cuando la cápsula Proteus llega al fondo del estómago, envía información a una aplicación de teléfono celular mediante un parche que se usa sobre el cuerpo. La minúscula computadora puede controlar la conducta sobre toma de medicamentos y monitorea cómo está respondiendo el cuerpo a la medicina. También detecta los patrones de movimiento y descanso de la persona.

El NYT cita a ejecutivos de la compañía diciendo que creen que estas pastillas ayudarán a los pacientes con problemas físicos y neurológicos. Las personas con dificultades cardíacas podrían controlar el flujo de la sangre y la temperatura del cuerpo, los que tienen problemas del sistema nervioso central (como aAzheimer o esquizofrenia, podrían tomar la pastilla para monitorear signos vitales en tiempo real. La Food and Drug Administration aprobó la cápsula Proteus el año pasado.

Hay otra llamada CorTemp Ingestible Core Body Temperature Sensor, fabricada por  HQ Inc. en Palmetto, Florida, que tiene una pila incorporada y transmite inalámbricamente la temperatura corporal en tiempo real mientras viaja por el sistema del paciente. Ya la usaron bomberos, futbolistas y astronautas para que sus empleadores puedan monitorearlos y asegurarse de que no se recalientan en altas temperaturas.  CorTemp comenzó en 2006 como una investigación conjunta entre el laboratorio de física aplicada de la Johns Hopkins University y la National Oceanic and Atmospheric Administration.

Lee Carbonelli, director de marketing de HQ, dijo al NYT que la compañía espera tener el año que viene una versión para el consumidor general.

Futuras generaciones de estas cápsulas podrían ser hasta herramientas de conveniencia. El mes pasado Regina Dugan, vicepresidenta del grupo de proyectos de tecnología de Motorola Mobility, mostró un ejemplo junto con tatuajes con identificación por radiofrecuencia que se adhieren a la piel como una calcomanía.  Una vez que se ingiere la pastilla, uno puede tomar el teléfono celular y no tener que tipear una contraseña. La contraseña es la persona.  La persona se siente en el auto y el auto arranca. Toca el picaporte de la puerta de su casa y la puerta se destraba. “esencialmente”, dice, “todo el cuerpo se vuelve un elemento de autenticación”.

Pero si ya la gente se preocupa por las implicancias que tienen para su privacidad los productos que se pueden llevar puestos (como Google Glass) es imaginable cómo recibirán la noticia de ingerir computadoras.
Según John Perry Barlow, representante de un grupo que aboga por preservar la privacidad, se trata de algo maravilloso y a la vez terrible. “Lo maravilloso es que hay muchas cosas que uno quiere saber de su cuerpo en forma continuada, especialmente si tenemos alguna enfermedad. Lo terrible es que las prestadoras de salud pueden conocer todos los secretos de nuestro cuerpo. ¿Y qué si pensamos en la posibilidad de que esas minicomputadoras en nuestro cuerpo sean hackeadas?â€

Lo que resta decir es que luego de hacer su trabajo, de pasar por el estómago y el tracto intestinal, abandona el cuerpo luego de un ciclo de 24 horas. Pero como cada cápsula cuesta US$ 46, alguna gente opta por recuperarla y reciclarla.

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