sábado, 14 de diciembre de 2024

Un técnico de IBM inventa una programa para robar información y sugiere cómo combatirlo

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Gracias a un programa computarizado ahora se puede espiar lo que alguien escribe sobre el teclado analizando y descifrando las diminutas variaciones de sonido que hacen las diferentes teclas. Quien lo inventó, explica cómo impedir el robo.

El descubrimiento fue hecho por Dmitri Asonov, investigador de IBM especializado
en seguridad computarizada. Asonov y su colega Rakesh Agrawal publicaron sus resultados
sobre el final de 2004. El principio es simple: el tablero se parece a un tambor:
las teclas descansan sobre una lámina plástica; diferentes áreas
de la lámina emiten, cuando se las golpea, sonidos distintos. El oído
humano no distingue la diferencia, pero si los sonidos son grabados y procesados
por un programa de computación altamente sofisticado, la computadora puede,
con algo de práctica, aprender a traducir los sonidos del tecleo en letras
y símbolos.

Eso quiere decir que dejarían de servir contraseñas
y firewalls si alguien consigue hacer la instalación necesaria y
registrar la cacofonía del tecleo. El programa de grabación inventado
por el Asonov graba, con un micrófono parabólico, hasta una distancia
de 15 metros con ruidos de fondo. La resonancia del tecleo es prácticamente
la misma en todos los teclados igual marca, cualquiera sea la persona que los
use.

Para contrarrestar esta vulnerabilidad, Asonov inventó también una
defensa. Los teclados pueden diseñarse de modo tal que los sonidos de las
diferentes teclas sean indistinguibles uno de otros. Pero aunque eso se lograra,
seguramente aparecerán grietas por donde se cuele el peligro. Asonov dice
que ha escuchado rumores sobre la posibilidad de usar computadoras para traducir
el rumor de las impresoras a chorro de tinta en el texto que se está imprimiendo.

El descubrimiento fue hecho por Dmitri Asonov, investigador de IBM especializado
en seguridad computarizada. Asonov y su colega Rakesh Agrawal publicaron sus resultados
sobre el final de 2004. El principio es simple: el tablero se parece a un tambor:
las teclas descansan sobre una lámina plástica; diferentes áreas
de la lámina emiten, cuando se las golpea, sonidos distintos. El oído
humano no distingue la diferencia, pero si los sonidos son grabados y procesados
por un programa de computación altamente sofisticado, la computadora puede,
con algo de práctica, aprender a traducir los sonidos del tecleo en letras
y símbolos.

Eso quiere decir que dejarían de servir contraseñas
y firewalls si alguien consigue hacer la instalación necesaria y
registrar la cacofonía del tecleo. El programa de grabación inventado
por el Asonov graba, con un micrófono parabólico, hasta una distancia
de 15 metros con ruidos de fondo. La resonancia del tecleo es prácticamente
la misma en todos los teclados igual marca, cualquiera sea la persona que los
use.

Para contrarrestar esta vulnerabilidad, Asonov inventó también una
defensa. Los teclados pueden diseñarse de modo tal que los sonidos de las
diferentes teclas sean indistinguibles uno de otros. Pero aunque eso se lograra,
seguramente aparecerán grietas por donde se cuele el peligro. Asonov dice
que ha escuchado rumores sobre la posibilidad de usar computadoras para traducir
el rumor de las impresoras a chorro de tinta en el texto que se está imprimiendo.

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