Se cuenta que en la antigüedad los médicos de los reyes olfateaban la materia fecal de sus pacientes regios para deducir las enfermedades que los aquejaban. Hoy, avanzada ya la segunda década del siglo 21, con dispositivos de última generación, no se hace algo tan desagradable pero sí bastante similar: usar el olfato para analizar algún elemento que sale del cuerpo humano.
En los últimos 10 años, muchos investigadores han desarrollados pruebas de olfato para diagnosticar tuberculosis, hipertensión, cistitis y hasta algunos tipos de cáncer. Ahora un grupo de investigadores liderados por Hossam Haick en el Israel Institute of Technology tomaron la idea y la avanzaron un paso más. Crearon un dispositivo, un tipo de alcoholímetro, que es compacto y puede diagnosticar hasta 17 enfermedades a partir de una sola exhalación del paciente.
El exhalador tiene una cantidad de nanopartículas de oro, imposiblemente pequeñas, y las mezclaron con tubos de carbono también infinitésimamente pequeños. Todo eso junto crea una red que es capaz de interactuar en forma diferente con cada uno de los 100 compuestos volátiles que cada persona emite cuando exhala.