También en Internet, las libertades tienen su precio

La Red suele ser celebrada por las libertades que otorga a individuos e instituciones. El lenguaje de Internet penetra la diplomacia, en tanto los países occidentales presionan al resto para que abra mercados, pero no necesariamente se democratice.

31 mayo, 2010

<p>Frente a ello, algunos estados occidentales apoyan activamente la difusión de esos servicios. Por ejemplo, EE.UU. anunció semanas atrás que atenuará sanciones a la exportación de software y tecnología a Irán, Cuba y Sudán. La razón es simple: durante las disputadas elecciones persas de 2009, el valor estratégico de Twitter fue decisivo para diseminar datos y noticias. <br />
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Obviamente, el objetivo de Washington era y es debilitar por acción psicológica a ciertos regímenes (Teherán, Pyongyang) y no tanto a otros (Beijing). Por lo mismo, occidente tiende a restringir compañías capaces de vender a regímenes represivos componentes de vanguardia aptos para vigilancia y control social. <br />
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Eso pone en evidencia otra paradoja: una Red muy abierta permite a estados policiales espiar a los ciudadanos con creciente facilidad. Sucede que el software malévolo puede diseminarse vía redes sociales con particular facilidad. En particular, apelando a nexos con sitios web infectados. Una tercera paradoja reside en que la difusión de códigos buenos y malignos simultáneamente presenta riesgos de seguridad a países y empresas.</p>

<p>Por supuesto la idea de ciberlibertades est&aacute; llena de contradicciones. Para empezar, una red sin condicionamientos implica amenazas que, parad&oacute;jicamente, pueden generar nuevos, m&aacute;s complejos mecanismos de vigilancia y control.<br />
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Los sectores privado y p&uacute;blico alrededor del mundo afirman adherir a una causa, la libertad en internet, otrora dominio de grupos no gubernamentales de derechos civiles o defensa del ambiente. Pero la proliferaci&oacute;n de ciberataques apuntan a un fen&oacute;meno inquietante, la vulnerabilidad de la Red. Tampoco es prudente asociar libertades pol&iacute;ticas con las de mercado financieros. <br />
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En un plano superior, el libre acceso a Internet parece un derecho civil digno de protegerse. Pero llevarlo a extremos presupone riesgos; por ejemplo, la propagaci&oacute;n de software mal&eacute;volo. As&iacute;, los ataques chinos a Google y otras compa&ntilde;&iacute;as ubican la libertad virtual como factor en las pol&iacute;ticas de pa&iacute;ses democr&aacute;ticos. <br />
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Se explica, pues, que la secretaria de estado norteamericana, Hillary Rodham Clinton, haya sostenido en febrero que determinados gobiernos est&aacute;n transgrediendo la Declaraci&oacute;n Universal de Derechos Humanos. Entonces &iquest;por qu&eacute; fraudes y abusos en los mercados no se condenan con igual fuerza? <br />
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Sin dudas, al permitir que millones de usuarios compartan en tiempo real redes sociales como Facebok, Twitter o YouTube, Internet plantea desaf&iacute;os directos. En muchos casos, a reg&iacute;menes totalitarios (China, Ir&aacute;n, Cuba) o autoritarios (Venezuela, Libia, Argelia) que buscan frenar el flujo de informaci&oacute;n, ideas, etc. <br />
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