Software modular

Con el advenimiento de la fuente abierta la computación comenzó a descentralizarse y a liberarse de la limitaciones impuestas por los sistemas propietarios. Ahora abundan los componentes ensamblables de software, casi gratuitos o muy baratos.

5 abril, 2006

En la Web proliferan los componentes intercambiables de software, como si fueran bloquecitos de Lego. Los desarrolladores los unen para crear una colección prácticamente infinita de programas nuevos. La novedad de la ínter cambiabilidad marca una ruptura con los programas inflexibles de antes, que eran diseñados para correr sobre computadoras determinadas.

En consecuencia, la innovación en computación está descentralizándose rápidamente. En lugar de programas grandes, complicados y auto contenidos, como el Microsoft Word, escrito y mantenido por ejércitos de programadores, ahora hay pequeñas compañías con apenas un grupo de desarrolladores están produciendo software pionero y servicios basados en la Web. Esos nuevos servicios pueden entregarse directamente en una PC o hasta teléfonos celulares.

Por ejemplo, el mes pasado Google compró Writely, un programa de procesamiento de palabras basado en la Web creado por tres programadores de Silicon Valley. Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, dijo que la empresa que dirige no compró el programa para competir con Microsoft Word sino que lo hizo porque lo considera un componente clave para los cientos de productos que Google está desarrollando.

Por estos días hay componentes de software gratuitos o muy baratos que aceleran el proceso. Amazon sacó hace poco un servicio de almacenamiento online llamado S3, que ofrece almacenamiento de datos por una cuota mensual de 15 centavos de dólar el gigabitio. Para un programador que esté desarrollando en Internet una nueva aplicación o servicio, eso significa que no necesita crear un sistema de almacenamiento de datos.

Google ya ofrece ocho componentes programables, o sea, elementos que otros programadores pueden incorporar a sus nuevos servicios Web. Yahoo ofrece también una lista de servicios probramables. Microsoft tiene también sus propias ofertas. Empresas más pequeñas también comienzan a compartir su tecnología con programadores externos para reforzar su posición competitiva.

La idea del software modular, donde componentes estándar se ensamblan fácilmente para crear sistemas más elaborados, surgió en Europa durante los años ’60 y se difundió en Silicon Valley en los ’70. Y sin embargo, a pesar de sus ventajas, esa alternativa sufrió las limitaciones impuestas por las estrategias empresariales que tienen a clientes y programadores convertidos en rehenes de los sistemas propietarios. Esas limitaciones se aflojaron ahora, en gran medida gracias al movimiento del software de fuente abierta, que fomenta la idea de poner la información al alcance de todos.

El giro hacia la idea de compartir, que en su concepción más amplia ha sido llamada “Web 2.0”, ha hecho explotar una locura en diseño de software y una actividad en las start-up que no se veía desde la desaparición de la era de las punto com hace seis años.

Al bajar el costo de desarrollo del software eliminando de paso las barreras para entrar a mercados existentes y nuevos, el software modular está aplicando gran presión a las corporaciones que tienen dominada la industria del software.

También está afectando a los capitalistas de riesgo de Silicon Valley. Las start-up han comenzado a ignorar las firmas de capital de riesgo para pasar a confiar en inversionistas individuales, llamados “ángeles” o a auto-financiarse porque los proyectos no son demasiado caros.

Ni si quiera necesitan el famoso “garaje” . Las nuevas empresas son virtuales y los programadores trabajan desde sus casas, con una PC y conexión de banda ancha. Para algunas, esta nueva era de software liviano y súper rápido se parece a un movimiento guerrillero hostigando los caminos de las pesadas organizaciones de desarrollo.

En la Web proliferan los componentes intercambiables de software, como si fueran bloquecitos de Lego. Los desarrolladores los unen para crear una colección prácticamente infinita de programas nuevos. La novedad de la ínter cambiabilidad marca una ruptura con los programas inflexibles de antes, que eran diseñados para correr sobre computadoras determinadas.

En consecuencia, la innovación en computación está descentralizándose rápidamente. En lugar de programas grandes, complicados y auto contenidos, como el Microsoft Word, escrito y mantenido por ejércitos de programadores, ahora hay pequeñas compañías con apenas un grupo de desarrolladores están produciendo software pionero y servicios basados en la Web. Esos nuevos servicios pueden entregarse directamente en una PC o hasta teléfonos celulares.

Por ejemplo, el mes pasado Google compró Writely, un programa de procesamiento de palabras basado en la Web creado por tres programadores de Silicon Valley. Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, dijo que la empresa que dirige no compró el programa para competir con Microsoft Word sino que lo hizo porque lo considera un componente clave para los cientos de productos que Google está desarrollando.

Por estos días hay componentes de software gratuitos o muy baratos que aceleran el proceso. Amazon sacó hace poco un servicio de almacenamiento online llamado S3, que ofrece almacenamiento de datos por una cuota mensual de 15 centavos de dólar el gigabitio. Para un programador que esté desarrollando en Internet una nueva aplicación o servicio, eso significa que no necesita crear un sistema de almacenamiento de datos.

Google ya ofrece ocho componentes programables, o sea, elementos que otros programadores pueden incorporar a sus nuevos servicios Web. Yahoo ofrece también una lista de servicios probramables. Microsoft tiene también sus propias ofertas. Empresas más pequeñas también comienzan a compartir su tecnología con programadores externos para reforzar su posición competitiva.

La idea del software modular, donde componentes estándar se ensamblan fácilmente para crear sistemas más elaborados, surgió en Europa durante los años ’60 y se difundió en Silicon Valley en los ’70. Y sin embargo, a pesar de sus ventajas, esa alternativa sufrió las limitaciones impuestas por las estrategias empresariales que tienen a clientes y programadores convertidos en rehenes de los sistemas propietarios. Esas limitaciones se aflojaron ahora, en gran medida gracias al movimiento del software de fuente abierta, que fomenta la idea de poner la información al alcance de todos.

El giro hacia la idea de compartir, que en su concepción más amplia ha sido llamada “Web 2.0”, ha hecho explotar una locura en diseño de software y una actividad en las start-up que no se veía desde la desaparición de la era de las punto com hace seis años.

Al bajar el costo de desarrollo del software eliminando de paso las barreras para entrar a mercados existentes y nuevos, el software modular está aplicando gran presión a las corporaciones que tienen dominada la industria del software.

También está afectando a los capitalistas de riesgo de Silicon Valley. Las start-up han comenzado a ignorar las firmas de capital de riesgo para pasar a confiar en inversionistas individuales, llamados “ángeles” o a auto-financiarse porque los proyectos no son demasiado caros.

Ni si quiera necesitan el famoso “garaje” . Las nuevas empresas son virtuales y los programadores trabajan desde sus casas, con una PC y conexión de banda ancha. Para algunas, esta nueva era de software liviano y súper rápido se parece a un movimiento guerrillero hostigando los caminos de las pesadas organizaciones de desarrollo.

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