Samsung: ¿víctima de una reconversión digital?

El relativo estancamiento del negocio –tema tabú en muchos medios-afecta ingresos, utilidades y planes del gigante surcoreano. Hacia 2004, estaba en la cima del mundo. Ahora afronta problemas por entonces inconcebibles.

22 octubre, 2007

Unos tres años atrás, en efecto, Samsung (un grupo de base familiar, todavía) ganaba pilas con una amplia gama de productos e insumos digotales. Era el primer proveedor mundial de televisores plásmicos y el tercero de celulares, mientras fabricaba componentes para sus propios rivales. En la actualidad, el crecimiento desmedido y los altos márgenes en esos rubros han pasado a la historia.

La acción de la firma ha cedido poco más de 10% en los primeros nueve meses del año y las utilidades del tercer trimestre bajan 2%, cuarto retroceso consecutivo. Uno por uno, productos digitales que alcanzaban más de 10% anual en aumento de ventas comienzan a desacelerarse. ¿Por qué? Porque los usuarios de países desarrollados que van por la tercera o cuarta computadora o la última novedad en aparatitos manuales se sienten conformes y no tienen apuro e cambiar.

Dicho de otro modo, empiezan a fijarse en los precios. Simultáneamente, las posibilidades que ofrecen las principales economías en desarrollo quedan también acotadas por el costo. Contra lo que suponen hordas de consultores en Buenos Aires, San Pablo o Hongkong, ese público se preocupa por el precio más que el del primer mundo. Aparte, sólo un adolescente puede creer que, como se ve en un aviso, basta un celular con camarita para mover edificios enteros.

La demanda de microprocesadores transluce aquel fenómeno, pues son insumos claves en cualquier producto digital. Este año, por ejemplo, se calculan sólo 6% de incremento en ventas estadounidenses, contra 7,7% en 2006 y casi 10% en 2004. Mayor es la baja en electrónica de uso final, cuya demanda de semiconductores caerá de 9% en 2006 a 5% en 2007. Samsung está especialmente expuesta.

Sus utilidades están bajo fuego desde 2005, luego de lograr en 2004 un récord de US$ 10.300 millones, por entonces superior a Microsoft. Meses más tarde, el quincenario “Barrons’s” ponía a los surcoreanos por los cuernos de la luna. En 2006, las ventas cedían a US$ 7.900 millones y, en 2007, no pasarán de 7.000 millones.

Algunos problemas de Samsung son culpa suya. Verbigracia, hace casi un año la firma notó que varios rubros que emplean microprocesadores de memoria crecían a menor ritmo. Pese a ello, invirtió 20% más de lo previsto en expandir capacidad productiva. Hasta un tiempo antes, por cierto, hacer eso durante una fase descendente le daba resultado. Esta vez, por desgracia, la competencia hizo lo mismo y la saturación redujo los precios de “chips” más de los supuesto.

En ese punto, el grupo optó por colocar celulares baratos en India, China Brasil, Vietnam, México, etc. y consiguió que esa división elevase 35% las unidades colocadas en enero-septiembre. Pero, naturalmente, se trata de productos más baratos y mercados cuya demanda por persona no se acerca todavía a la de economías centrales. Falta mucho para que Samsung doble márgenes de utilidad y se aproxime al líder, la finesa Nokia.

Unos tres años atrás, en efecto, Samsung (un grupo de base familiar, todavía) ganaba pilas con una amplia gama de productos e insumos digotales. Era el primer proveedor mundial de televisores plásmicos y el tercero de celulares, mientras fabricaba componentes para sus propios rivales. En la actualidad, el crecimiento desmedido y los altos márgenes en esos rubros han pasado a la historia.

La acción de la firma ha cedido poco más de 10% en los primeros nueve meses del año y las utilidades del tercer trimestre bajan 2%, cuarto retroceso consecutivo. Uno por uno, productos digitales que alcanzaban más de 10% anual en aumento de ventas comienzan a desacelerarse. ¿Por qué? Porque los usuarios de países desarrollados que van por la tercera o cuarta computadora o la última novedad en aparatitos manuales se sienten conformes y no tienen apuro e cambiar.

Dicho de otro modo, empiezan a fijarse en los precios. Simultáneamente, las posibilidades que ofrecen las principales economías en desarrollo quedan también acotadas por el costo. Contra lo que suponen hordas de consultores en Buenos Aires, San Pablo o Hongkong, ese público se preocupa por el precio más que el del primer mundo. Aparte, sólo un adolescente puede creer que, como se ve en un aviso, basta un celular con camarita para mover edificios enteros.

La demanda de microprocesadores transluce aquel fenómeno, pues son insumos claves en cualquier producto digital. Este año, por ejemplo, se calculan sólo 6% de incremento en ventas estadounidenses, contra 7,7% en 2006 y casi 10% en 2004. Mayor es la baja en electrónica de uso final, cuya demanda de semiconductores caerá de 9% en 2006 a 5% en 2007. Samsung está especialmente expuesta.

Sus utilidades están bajo fuego desde 2005, luego de lograr en 2004 un récord de US$ 10.300 millones, por entonces superior a Microsoft. Meses más tarde, el quincenario “Barrons’s” ponía a los surcoreanos por los cuernos de la luna. En 2006, las ventas cedían a US$ 7.900 millones y, en 2007, no pasarán de 7.000 millones.

Algunos problemas de Samsung son culpa suya. Verbigracia, hace casi un año la firma notó que varios rubros que emplean microprocesadores de memoria crecían a menor ritmo. Pese a ello, invirtió 20% más de lo previsto en expandir capacidad productiva. Hasta un tiempo antes, por cierto, hacer eso durante una fase descendente le daba resultado. Esta vez, por desgracia, la competencia hizo lo mismo y la saturación redujo los precios de “chips” más de los supuesto.

En ese punto, el grupo optó por colocar celulares baratos en India, China Brasil, Vietnam, México, etc. y consiguió que esa división elevase 35% las unidades colocadas en enero-septiembre. Pero, naturalmente, se trata de productos más baratos y mercados cuya demanda por persona no se acerca todavía a la de economías centrales. Falta mucho para que Samsung doble márgenes de utilidad y se aproxime al líder, la finesa Nokia.

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