Es posible que no venda muchas unidades puesto que el precio, casi US$ 2.000, es prohibitivo. Pero es un teléfono que cambia el juego y eso es lo que importa. Es un excelente recurso para otorgar a la marca la etiqueta de líder en innovación. Con él le arrebata ese título a Apple.
Es posible pensar que el Galaxy Fold — que se despliega para convertirse en tableta — no fue pensado para generar ventas. La categoría smartphones llevaba varios años sin dar la noticia de una gran innovación.
Entonces, no importa que el Galaxy Fold se algo tosco y probablemente presente varios inconvenientes. No se sabe todavía, por ejemplo, si hay mucha ventaja en una pantalla que, con una bisagra en el medio, llega a tener 7,3 pulgadas frente a la de 6,4 del Galaxy S10.
Pero no hay que medir el éxito del Galaxy Fold ni por su utilidad ni por su valor por dinero. Su función no es ganar dinero, opinan los observadores. Su función es mover las aguas y abrir nuevos caminos. Su atractivo no es funcional sino emocional: es un juguete cool en el campo de los smartphones.
Es un producto de primera generación que genera la pregunta obvia: ¿es un teléfono o una tablet? Algo parecido pasó con las primeras versiones del Apple Watch. Para las primeras generaciones el Apple Watch era una solución en busca de un problema. Hasta que llegó el Apple Watch 4 y entonces quedó claro que podía ser un dispositivo médico en la muñeca.