domingo, 8 de diciembre de 2024

Robots y la próxima revolución industrial

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“Un mundo feliz” plagado de robots que se auto-duplican producirá un cambio fundamental en la industria, la exploración y la humanidad. Una consecuencia inevitable es que contribuirán a dejar a más gente sin empleo.

La robótica pronto hará estallar la próxima revolución “industrial”. Debido al aumento de potencia en el procesamiento de las computadoras, la disminución de costos de los componentes y las importantes mejoras en la capacidad sensorial y la adaptabilidad de los sistemas, se la incorporará a un amplio espectro de empresas.

En todo el mundo ya se debate el potencial dañino de esas máquinas, que poco a poco van adquiriendo la capacidad de sentir y responder al entorno… y también de “reproducirse” sin intervención humana.

Hace un par de años la comunidad científica de Estados Unidos estuvo a punto de dar un gran paso: crear máquinas que evolucionan por sí solas. Dos investigadores de la Brandeis University, de Waltham, Massachusetts, se dejaron vencer por tres pequeños robots de plástico (impulsados por motores incluso más pequeños), gestados por un programa de computación que obedece reglas de selección natural.

Los investigadores ordenaron al programa Darwiniano que desarrollara el mejor diseño de robots con piezas móviles, simples. Tras “devanarse los sesos”, la computadora evaluó la viabilidad de cada diseño a través de una “prueba de aptitud” virtual. Y así, los diseños que pasaron la prueba fueron copiados y posteriormente transformados.

Una ambiciosa visión hecha realidad

Los diseños terminados fueron introducidos en una rápida máquina de prototipos, encargada de producir distintas formas geométricas. Luego, se agregaron los motores y un microchip con las instrucciones de programación. Este fue el único paso en el que intervino la mano humana. Después, los robots siguieron trabajando según las indicaciones previos, pero cada uno utilizó distintos procedimientos, según su criterio, para realizar la tarea.

Que los robots tuvieran movimiento independiente no causó gran sorpresa, pero sí que se concibieran y fabricaran sin intervención humana. Los próximos pasos serán: agregar sensores para que el éxito o el fracaso en el mundo físico pase a las generaciones futuras, y desarrollar robots que se diseñen a sí mismos para realizar una tarea y cambien su morfología para desarrollar nuevas tareas.

Aprender de los errores
Los robots que se auto-duplican, que aprenden de sus propios errores y que mejoran su capacidad serán especialmente útiles para explorar el espacio y las profundidades del mar. Podrán viajar a lugares distantes y enviar a sus progenitores todavía más lejos. En la tierra, se utilizarán los robots de próxima generación para realizar operaciones de investigación y rescate, limpieza de desperdicios tóxicos, ensamblaje de precisión y tareas simples pero repetitivas.

Los progresos de las investigaciones

.
· El Neurosciences Institute de California ha presentado un aparato móvil denominado NOMAD y su cerebro, Darwin. NOMAD piensa y aprende de sus propios errores. Próximamente, Darwin preparará este dispositivo para que detecte sonidos.

· La Universidad de Lausanne, Suiza, informa que un grupo de robots – programados a partir de reglas simples obtenidas del comportamiento de las hormigas – buscaron y consiguieron almacenar comida. Sin la ayuda de un control central, fueron capaces de juntarse para completar tareas específicas, por ejemplo obtener las mejores semillas. El objetivo de la universidad consiste en crear robots que evolucionen y se especialicen para realizar ciertas tareas.

· Polybot, una creación de los investigadores del Centro de Investigaciones de Xerox, ubicado en Palo Alto, es un cerebro robótico que requiere menos programación que las generaciones anteriores; se adapta a entornos nuevos y poco estructurados. Se espera que sea capaz de diseñarse a sí mismo.

¿Podrán programarse para hacer el mal?

Las sorprendentes mejoras en la tecnología robótica no son aprobadas en todo el mundo. Algunos creen que los robots algún día podrían desplazar la vida biológica y que se deberían prohibir algunos desarrollos tecnológicos. Otros advierten que las posibilidades para hacer el mal existen si un robot es capaz de diseñar y construir algo tan complejo como otro robot.

No obstante, la mayoría de los expertos en robótica asegura que estos miedos son infundados. La otra postura sostiene está muy lejana la posibilidad de que un robot sea capaz de ingeniárselas para convertirse en un robot “justiciero” con malas intenciones Armar otro robot y programarlo para destruir implicaría que el robot es capaz de buscar materia prima, armar los motores, sensores, chips, etc., unir todo esto y luego programar la máquina terminada.

No es posible. Al menos, no por ahora.

Humildes servidores del género humano

Hace siglos que el hombre sueña con los trabajos automatizados. Se cree que, en 1495, Leonardo da Vinci diseñó el primer robot humanoide de la civilización occidental. Unos 466 años más tarde robots industriales comenzaron a trabajar en la cadena de ensamblaje de una planta automotriz descargando repuestos de metal.

Desde entonces, se los ha utilizado para realizar una amplia gama de actividades: desde acumular galletitas en plantas procesadoras de alimentos, contar y ordenar píldoras en laboratorios farmacéuticos, empaquetar productos y vender teléfonos celulares, entre otras muchas cosas.

Los sistemas de robots reducen los costos laborales, aumentan la productividad, minimizan los errores y realizan actividades peligrosas o simplemente repetitivas. En el futuro, desempeñarán muchas más actividades.

La robótica pronto hará estallar la próxima revolución “industrial”. Debido al aumento de potencia en el procesamiento de las computadoras, la disminución de costos de los componentes y las importantes mejoras en la capacidad sensorial y la adaptabilidad de los sistemas, se la incorporará a un amplio espectro de empresas.

En todo el mundo ya se debate el potencial dañino de esas máquinas, que poco a poco van adquiriendo la capacidad de sentir y responder al entorno… y también de “reproducirse” sin intervención humana.

Hace un par de años la comunidad científica de Estados Unidos estuvo a punto de dar un gran paso: crear máquinas que evolucionan por sí solas. Dos investigadores de la Brandeis University, de Waltham, Massachusetts, se dejaron vencer por tres pequeños robots de plástico (impulsados por motores incluso más pequeños), gestados por un programa de computación que obedece reglas de selección natural.

Los investigadores ordenaron al programa Darwiniano que desarrollara el mejor diseño de robots con piezas móviles, simples. Tras “devanarse los sesos”, la computadora evaluó la viabilidad de cada diseño a través de una “prueba de aptitud” virtual. Y así, los diseños que pasaron la prueba fueron copiados y posteriormente transformados.

Una ambiciosa visión hecha realidad

Los diseños terminados fueron introducidos en una rápida máquina de prototipos, encargada de producir distintas formas geométricas. Luego, se agregaron los motores y un microchip con las instrucciones de programación. Este fue el único paso en el que intervino la mano humana. Después, los robots siguieron trabajando según las indicaciones previos, pero cada uno utilizó distintos procedimientos, según su criterio, para realizar la tarea.

Que los robots tuvieran movimiento independiente no causó gran sorpresa, pero sí que se concibieran y fabricaran sin intervención humana. Los próximos pasos serán: agregar sensores para que el éxito o el fracaso en el mundo físico pase a las generaciones futuras, y desarrollar robots que se diseñen a sí mismos para realizar una tarea y cambien su morfología para desarrollar nuevas tareas.

Aprender de los errores
Los robots que se auto-duplican, que aprenden de sus propios errores y que mejoran su capacidad serán especialmente útiles para explorar el espacio y las profundidades del mar. Podrán viajar a lugares distantes y enviar a sus progenitores todavía más lejos. En la tierra, se utilizarán los robots de próxima generación para realizar operaciones de investigación y rescate, limpieza de desperdicios tóxicos, ensamblaje de precisión y tareas simples pero repetitivas.

Los progresos de las investigaciones

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· El Neurosciences Institute de California ha presentado un aparato móvil denominado NOMAD y su cerebro, Darwin. NOMAD piensa y aprende de sus propios errores. Próximamente, Darwin preparará este dispositivo para que detecte sonidos.

· La Universidad de Lausanne, Suiza, informa que un grupo de robots – programados a partir de reglas simples obtenidas del comportamiento de las hormigas – buscaron y consiguieron almacenar comida. Sin la ayuda de un control central, fueron capaces de juntarse para completar tareas específicas, por ejemplo obtener las mejores semillas. El objetivo de la universidad consiste en crear robots que evolucionen y se especialicen para realizar ciertas tareas.

· Polybot, una creación de los investigadores del Centro de Investigaciones de Xerox, ubicado en Palo Alto, es un cerebro robótico que requiere menos programación que las generaciones anteriores; se adapta a entornos nuevos y poco estructurados. Se espera que sea capaz de diseñarse a sí mismo.

¿Podrán programarse para hacer el mal?

Las sorprendentes mejoras en la tecnología robótica no son aprobadas en todo el mundo. Algunos creen que los robots algún día podrían desplazar la vida biológica y que se deberían prohibir algunos desarrollos tecnológicos. Otros advierten que las posibilidades para hacer el mal existen si un robot es capaz de diseñar y construir algo tan complejo como otro robot.

No obstante, la mayoría de los expertos en robótica asegura que estos miedos son infundados. La otra postura sostiene está muy lejana la posibilidad de que un robot sea capaz de ingeniárselas para convertirse en un robot “justiciero” con malas intenciones Armar otro robot y programarlo para destruir implicaría que el robot es capaz de buscar materia prima, armar los motores, sensores, chips, etc., unir todo esto y luego programar la máquina terminada.

No es posible. Al menos, no por ahora.

Humildes servidores del género humano

Hace siglos que el hombre sueña con los trabajos automatizados. Se cree que, en 1495, Leonardo da Vinci diseñó el primer robot humanoide de la civilización occidental. Unos 466 años más tarde robots industriales comenzaron a trabajar en la cadena de ensamblaje de una planta automotriz descargando repuestos de metal.

Desde entonces, se los ha utilizado para realizar una amplia gama de actividades: desde acumular galletitas en plantas procesadoras de alimentos, contar y ordenar píldoras en laboratorios farmacéuticos, empaquetar productos y vender teléfonos celulares, entre otras muchas cosas.

Los sistemas de robots reducen los costos laborales, aumentan la productividad, minimizan los errores y realizan actividades peligrosas o simplemente repetitivas. En el futuro, desempeñarán muchas más actividades.

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