Qwest: la saga continúa

Los inversores ya no le tienen paciencia a Joseph Nacchio, el CEO de Qwest Communications International.

1 mayo, 2002

Terminando abril, convergían tres factores adversos: los bancos no parecen dispuestos a inyectar fondos frescos, la firma es investigada por presuntos arreglos con rivales y ha perdido US$ 698 millones en el primer trimestre.

Nacchio empieza a ser un factor tan crítico como Jean-Marie Messier en Vivendi Universal o el ahora despedido Bernard Ebbers en WorldCom. El presidente ejecutivo de la telefónica local dominante en catorce estados, en efecto, ha generado una deuda de US$ 26.600 millones y trata de evitar un cese de pagos mientras las ventas siguen bajando. Hace un mes, hubo que pedir a los bancos que eleven la relación deuda/flujo de caja (o sea, utilidades brutas) y, poco después, se redujeron las proyecciones de ventas. Hoy, Qwest se halla nuevamente en peligro de incumplir con una línea de crédito por US$ 4.000 millones.

En este contexto, la compañía informa que, en el primer trimestre, sufrió su octava pérdida seguida, con caída de ingresos. Además, Nacchio reconoció que intenta vender las unidades de servicios inalámbricos y guía telefónica (páginas amarillas), precisamente para reunir efectivo. Las acciones de la firma, que habían bajado 88% en 2001, cierran abril al mínimo absoluto (US$ 4,35).

“Los inversores están desilusionados con esta conducción y sus bruscos golpes de timón”, señalaba ayer State Street Corporation, el quinto accionista de Qwest (33.800.000 papeles). Máxime tras saberse que siete estados de la Unión están investigando a la compañía por no revelar acuerdos hechos con telefónicas rivales para que éstas dejasen de criticar la expansión de Qwest. Esos arreglos implican tarifas preferenciales a ciertos competidores para acceso a la red troncal. A cambio de la concesión, varias firmas dejaron de oponerse a la compra de US West en 2000. Ahora, estas maniobras se hallan bajo escrutinio judicial. En el caso de Minnesotta, colabora AT&T.

Según la ley, las prestadoras dominantes en una región deben ofrecer a todos los competidores iguales términos para acceso a redes. Al no divulgarse esos acuerdos especiales, se discriminaba contra el resto de las prestadoras. “Parece que compraron silencios”, sostuvo Thomas Pello, vicepresidente de AT&T. En el aspecto contable, el rojo de enero-marzo (US$ 698 millones) supera catorce veces el de un año antes (46 millones). Por su parte, las ventas bajaron de US$ 5.050 millones a 4.370 millones entre el primer trimestre de 2001 y el mismo lapso de 2002.

Terminando abril, convergían tres factores adversos: los bancos no parecen dispuestos a inyectar fondos frescos, la firma es investigada por presuntos arreglos con rivales y ha perdido US$ 698 millones en el primer trimestre.

Nacchio empieza a ser un factor tan crítico como Jean-Marie Messier en Vivendi Universal o el ahora despedido Bernard Ebbers en WorldCom. El presidente ejecutivo de la telefónica local dominante en catorce estados, en efecto, ha generado una deuda de US$ 26.600 millones y trata de evitar un cese de pagos mientras las ventas siguen bajando. Hace un mes, hubo que pedir a los bancos que eleven la relación deuda/flujo de caja (o sea, utilidades brutas) y, poco después, se redujeron las proyecciones de ventas. Hoy, Qwest se halla nuevamente en peligro de incumplir con una línea de crédito por US$ 4.000 millones.

En este contexto, la compañía informa que, en el primer trimestre, sufrió su octava pérdida seguida, con caída de ingresos. Además, Nacchio reconoció que intenta vender las unidades de servicios inalámbricos y guía telefónica (páginas amarillas), precisamente para reunir efectivo. Las acciones de la firma, que habían bajado 88% en 2001, cierran abril al mínimo absoluto (US$ 4,35).

“Los inversores están desilusionados con esta conducción y sus bruscos golpes de timón”, señalaba ayer State Street Corporation, el quinto accionista de Qwest (33.800.000 papeles). Máxime tras saberse que siete estados de la Unión están investigando a la compañía por no revelar acuerdos hechos con telefónicas rivales para que éstas dejasen de criticar la expansión de Qwest. Esos arreglos implican tarifas preferenciales a ciertos competidores para acceso a la red troncal. A cambio de la concesión, varias firmas dejaron de oponerse a la compra de US West en 2000. Ahora, estas maniobras se hallan bajo escrutinio judicial. En el caso de Minnesotta, colabora AT&T.

Según la ley, las prestadoras dominantes en una región deben ofrecer a todos los competidores iguales términos para acceso a redes. Al no divulgarse esos acuerdos especiales, se discriminaba contra el resto de las prestadoras. “Parece que compraron silencios”, sostuvo Thomas Pello, vicepresidente de AT&T. En el aspecto contable, el rojo de enero-marzo (US$ 698 millones) supera catorce veces el de un año antes (46 millones). Por su parte, las ventas bajaron de US$ 5.050 millones a 4.370 millones entre el primer trimestre de 2001 y el mismo lapso de 2002.

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