Merck no se ha repuesto completamente todavía del cíber ataque que sufrió el 27 de junio del año pasado que le paralizó la imanufactura, investigación y ventas en todo el mundo. En ventas solamente dice que perdió US$ 260 millones y que este año perderá otros US$ 200 millones a causa de aquel hackeo. Afortunadamente no deberá solventar la totalidad de esa pérdida porque había sacado una póliza de seguro. Su aseguradora, Verisk PCS, ya le ha entregado US$ 45 millones y calcula que la suma final que deberá pagar podría llegar a los US$ 275 millones.
El seguro contra ataques cibernéticos es el sector que más crece en la industria aseguradora. Ataques como el de NotPetya, que afectó a Merck, Wannacry y otros casos como la pérdida fabulosa de datos de Equifax, han puesto en evidencia el increíble costo potencial de un cíberataque. Y el negocio del seguro reacciona comprando reaseguros.
Esa demanda genera entusiasmo y temor en el mundo de los seguross. Entusiasmo porque el cíber seguro promete crecer mucho más que los otros sectores tradicionales. Temor porque es muy difícil de justipreciar. El sistema de pólizas anuales no sirve para un riesgo que cambia con tanta rapidez.
De las 17 a seguradoras que brindaban cíber cobertura en 2007 y generaban US$ 350 millones al año, ahora hay 65 que venden un total de US$ 3.500 millones en seguros al año. No todas las recién llegadas tienen la experiencia necesaria para saber transferir el riesgo. Las agencias calificadoras también se preocupan por las aseguradoras inexpertas.
Esta situación hace que la gente con experiencia en cíber riesgo sea muy buscada y gane mucho dinero. Las aseguradoras buscan talento por fuera de las áreas tradicionales, gente que tenga mucha experiencia en cíber seguridad y tecnología. Suelen encontrarla en el sector público.
