Proyecto Genoma Humano

Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por diversos científicos de todo el mundo expresaron que hay mucho menos genes en el cuerpo humano de lo que se pensaba, tan sólo entre 26.383 y 39.114.

12 febrero, 2001

Anunciaron hoy (lunes 12) en Washington la interpretación de los primeros mapas del genoma humano efectuados por expertos en el tema, según informó hoy el diario La Nación.

Una de las novedades que aporta el análisis demostró que en la especie humana hay muchos menos genes de lo que se creía en un primer momento, entre 26.383 y 39.114, sólo poco más del doble que los de la mosca de la fruta; los científicos pronosticaban entre 100.000 y 140.000.

Esto quiere decir que las personas comparten 99,9% de su mapa genómico, es decir que la variación viene a ser de solamente 0,01%, o lo que es lo mismo, 1250 letras de una secuencia de cerca de 3 mil millones.

Donald Kennedy, editor de la revista Scienze, expresó que “es un momento histórico para la ciencia. Al genoma humano se lo ha llamado ‘el libro de la vida’, pero resulta que es una biblioteca en la que, con reglas que respaldan la exploración y la creatividad, podemos encontrar muchos de los libros que ayudarán a definirnos a nosotros mismos y a encontrar nuestro lugar en el tejido de la vida”.

De todas formas, según el investigador del centro estadounidense Celera Genomics, Craig Venter, cuestiones como la salud y el comportamiento son tan infinitamente complejas que, al estar sometidas a tal cantidad de causas y factores, no pueden ser sólo explicados por la utilización de la información genética.

Los primeros esfuerzos sistemáticos por tratar de decodificar el genoma comenzaron en 1990, pero recién a principios de 1998 los científicos integrantes del Proyecto Genoma Humano preveían que descifrarlo les llevaría cerca de siete u ocho años.

Sin embargo, gracias a la enorme capacidad de científicos como Venter, el 26 de junio de 2000 el entonces presidente Clinton y Tony Blair anunciaron en forma simultánea que se había llegado a completar el borrador preliminar.

Siguiendo con el tema pero cambiando de lugar, industrias japonesas de campos tan diversos como la óptica y el automovilismo se han asociado con instituciones y universidades locales para patentar aplicaciones y tomar posiciones en el prometedor mercado de las medicinas genéticas.

El sector privado japonés busca igualar así a sus rivales occidentales, algunos de los cuales adelantan con sus logros a los organismos estatales responsables de las investigaciones del genoma humano.

El fabricante de productos ópticos Olympus y la universidad de Tokio han desarrollado uno de los sistemas informáticos más veloces para identificar genes asociados con enfermedades que, según sus inventores, será el primero en el mundo con aplicaciones comerciales.

El sistema, llamado DNA Computing, supera la velocidad de los computadoras de chips convencionales y facilita las complejas operaciones matemáticas que requieren las investigaciones de los genes, como el cálculo simultáneo de operaciones paralelas.

Según sus fabricantes, la nueva tecnología permitirá detectar la presencia en un paciente de enfermedades específicas como cáncer o diabetes en cerca de tres horas, una tercera parte del tiempo requerido por los sistemas actuales.

Los usos del sistema se ampliarán con la llegada de las medicinas a la medida, que permitirán a los médicos prescribir fórmulas específicas para casos individuales.

Los expertos calculan que el mercado japonés de los chips para la identificación de nomenclaturas de ADN crecerá hasta cerca de US$ 8.547 millones en el año 2010.

El incentivo económico hace que las empresas japonesas en el sector de la genética perseveren en el descubrimiento de métodos opcionales a los ya patentados por firmas occidentales.

Así por ejemplo, la empresa TUM Gene y la universidad de Kyushu, al sur de Japón, han desarrollado un nuevo semiconductor para la identificación del ADN (el ácido desoxirribonucleico), con una tecnología diferente a la patentada por la estadounidense Affymetrix, líder mundial del sector.

La investigación japonesa en los potenciales usos del genoma está apoyada por la gubernamental Organización de Desarrollo y Tecnologías Industriales y Nuevas Energías (NEDO), y reúne sobre todo a fabricantes de informática y farmacéuticos.

La unión entre la biotecnología y la informática ha producido además alianzas como la del fabricante de electrónica Hitachi y el de alimentos Ajinomoto para la investigación de nuevas proteínas.

Otro de los incentivos para la industria japonesa en la exploración biogenética es el rápido envejecimiento de la población local, que en un cuarto de siglo alcanzará los niveles más altos en el mundo desarrollado.

El fabricante del motor Honda, que lanzó el año pasado el primer robot del mercado con aplicaciones domésticas, colabora en investigaciones del genoma con Kazusa Institute, uno de los principales laboratorios estatales del mundo en ese campo.

El instituto Kazusa ha participado en la descodificación de la nomenclatura del genoma de la Arabidopsis thaliana, planta de la familia de la mostaza, conocida como oruga en español, y usada como organismo modelo para las aplicaciones biológicas.

En espera de que se consolide la tecnología que permita medicinas a la medida, la empresa local DNA Bank ofrecerá desde el próximo mes un servicio de depósito de ADN que será congelado en una cápsula a una temperatura de 15 grados centígrados bajo cero.

El depositante tendrá una “copia dura”, una muestra solidificada de su propio ADN adherida a un papel que resistirá la temperatura ambiente, que podrá ser usada en los análisis médicos rutinarios.

El banco genético, que cobrará 30.000 yenes (US$ 256 dólares) por depósito y unos US$ 10 anuales por la custodia de una muestra de repuesto, prevé ingresos iniciales en el primer año de 150 millones de yenes (US$ 1,2 millones).

Anunciaron hoy (lunes 12) en Washington la interpretación de los primeros mapas del genoma humano efectuados por expertos en el tema, según informó hoy el diario La Nación.

Una de las novedades que aporta el análisis demostró que en la especie humana hay muchos menos genes de lo que se creía en un primer momento, entre 26.383 y 39.114, sólo poco más del doble que los de la mosca de la fruta; los científicos pronosticaban entre 100.000 y 140.000.

Esto quiere decir que las personas comparten 99,9% de su mapa genómico, es decir que la variación viene a ser de solamente 0,01%, o lo que es lo mismo, 1250 letras de una secuencia de cerca de 3 mil millones.

Donald Kennedy, editor de la revista Scienze, expresó que “es un momento histórico para la ciencia. Al genoma humano se lo ha llamado ‘el libro de la vida’, pero resulta que es una biblioteca en la que, con reglas que respaldan la exploración y la creatividad, podemos encontrar muchos de los libros que ayudarán a definirnos a nosotros mismos y a encontrar nuestro lugar en el tejido de la vida”.

De todas formas, según el investigador del centro estadounidense Celera Genomics, Craig Venter, cuestiones como la salud y el comportamiento son tan infinitamente complejas que, al estar sometidas a tal cantidad de causas y factores, no pueden ser sólo explicados por la utilización de la información genética.

Los primeros esfuerzos sistemáticos por tratar de decodificar el genoma comenzaron en 1990, pero recién a principios de 1998 los científicos integrantes del Proyecto Genoma Humano preveían que descifrarlo les llevaría cerca de siete u ocho años.

Sin embargo, gracias a la enorme capacidad de científicos como Venter, el 26 de junio de 2000 el entonces presidente Clinton y Tony Blair anunciaron en forma simultánea que se había llegado a completar el borrador preliminar.

Siguiendo con el tema pero cambiando de lugar, industrias japonesas de campos tan diversos como la óptica y el automovilismo se han asociado con instituciones y universidades locales para patentar aplicaciones y tomar posiciones en el prometedor mercado de las medicinas genéticas.

El sector privado japonés busca igualar así a sus rivales occidentales, algunos de los cuales adelantan con sus logros a los organismos estatales responsables de las investigaciones del genoma humano.

El fabricante de productos ópticos Olympus y la universidad de Tokio han desarrollado uno de los sistemas informáticos más veloces para identificar genes asociados con enfermedades que, según sus inventores, será el primero en el mundo con aplicaciones comerciales.

El sistema, llamado DNA Computing, supera la velocidad de los computadoras de chips convencionales y facilita las complejas operaciones matemáticas que requieren las investigaciones de los genes, como el cálculo simultáneo de operaciones paralelas.

Según sus fabricantes, la nueva tecnología permitirá detectar la presencia en un paciente de enfermedades específicas como cáncer o diabetes en cerca de tres horas, una tercera parte del tiempo requerido por los sistemas actuales.

Los usos del sistema se ampliarán con la llegada de las medicinas a la medida, que permitirán a los médicos prescribir fórmulas específicas para casos individuales.

Los expertos calculan que el mercado japonés de los chips para la identificación de nomenclaturas de ADN crecerá hasta cerca de US$ 8.547 millones en el año 2010.

El incentivo económico hace que las empresas japonesas en el sector de la genética perseveren en el descubrimiento de métodos opcionales a los ya patentados por firmas occidentales.

Así por ejemplo, la empresa TUM Gene y la universidad de Kyushu, al sur de Japón, han desarrollado un nuevo semiconductor para la identificación del ADN (el ácido desoxirribonucleico), con una tecnología diferente a la patentada por la estadounidense Affymetrix, líder mundial del sector.

La investigación japonesa en los potenciales usos del genoma está apoyada por la gubernamental Organización de Desarrollo y Tecnologías Industriales y Nuevas Energías (NEDO), y reúne sobre todo a fabricantes de informática y farmacéuticos.

La unión entre la biotecnología y la informática ha producido además alianzas como la del fabricante de electrónica Hitachi y el de alimentos Ajinomoto para la investigación de nuevas proteínas.

Otro de los incentivos para la industria japonesa en la exploración biogenética es el rápido envejecimiento de la población local, que en un cuarto de siglo alcanzará los niveles más altos en el mundo desarrollado.

El fabricante del motor Honda, que lanzó el año pasado el primer robot del mercado con aplicaciones domésticas, colabora en investigaciones del genoma con Kazusa Institute, uno de los principales laboratorios estatales del mundo en ese campo.

El instituto Kazusa ha participado en la descodificación de la nomenclatura del genoma de la Arabidopsis thaliana, planta de la familia de la mostaza, conocida como oruga en español, y usada como organismo modelo para las aplicaciones biológicas.

En espera de que se consolide la tecnología que permita medicinas a la medida, la empresa local DNA Bank ofrecerá desde el próximo mes un servicio de depósito de ADN que será congelado en una cápsula a una temperatura de 15 grados centígrados bajo cero.

El depositante tendrá una “copia dura”, una muestra solidificada de su propio ADN adherida a un papel que resistirá la temperatura ambiente, que podrá ser usada en los análisis médicos rutinarios.

El banco genético, que cobrará 30.000 yenes (US$ 256 dólares) por depósito y unos US$ 10 anuales por la custodia de una muestra de repuesto, prevé ingresos iniciales en el primer año de 150 millones de yenes (US$ 1,2 millones).

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