Por fin, Washington admite los riesgos de emitir gases

Tras años de mirar a otro lado, Estados Unido difundió un documento, firmado por George W.Bush. Ahí se acepta que ciertas tecnologías y el uso de combustibles fósiles –factores humanos, no naturales- son culpables del efecto invernadero.

11 enero, 2007

Es la primera vez que el gobierno federal se pliega a científicos, ambientalistas y varios estados de la Unión. Algunos analistas sospechan que este documento allana el camino para incluir, en el mensaje forma a la nación, el 20, el apoyo al protocolo de Kyoto. Hasta ahora, los republicanos –igual que los japoneses, de paso- se negaban a adherir, siquiera verbalmente.

La sorpresa está en un extenso comunicado donde se señala que “2006 fue el año más anómalamente cálido en todo el país”. Como si 2004 o 2005 hubiesen sido mucho mejores. Por cierto, “el año pasado el recalentamiento alcanzó la mayor intensidad desde que existen registros, 1895”.

El pico anterior data de 1998. Entonces, se trató de “un fuerte episodio en el océano Pacífico, causado por el fenómeno conocido como el Niño, no por tecnologías contaminantes. Ahora, el recalentamiento representa una tendencia de largo plazo, resultado de actividades humanas”. No obstante, este verano austral surgen irregularidades climáticas en Sudamérica, ocasionadas nuevamente por el Niño.

Esta vez, “el factor relevante –apunta el documento- se asocia a emisiones de dióxido y monóxido de carbono, los gases del efecto invernadero, vía motores (nafteros, gasoleros) y determinados tipos de plantas termoeléctricas”. Semejante “volte face” deja en al aire al influyente cabildeo petrolero en Washington –encarnado en el vicepresidente Richard Cheney y el departamento de energía- y al de empresas eléctricas.

En verdad, este cambio de posturas empezó a mediados de diciembre y lo detonó el derretimiento del casquete polar ártico. En ese momento, Dirk Kempthorne –secretario de interior- propuso incluir osos polares, focas y morsas en la ley de especies amenazadas.

Es la primera vez que el gobierno federal se pliega a científicos, ambientalistas y varios estados de la Unión. Algunos analistas sospechan que este documento allana el camino para incluir, en el mensaje forma a la nación, el 20, el apoyo al protocolo de Kyoto. Hasta ahora, los republicanos –igual que los japoneses, de paso- se negaban a adherir, siquiera verbalmente.

La sorpresa está en un extenso comunicado donde se señala que “2006 fue el año más anómalamente cálido en todo el país”. Como si 2004 o 2005 hubiesen sido mucho mejores. Por cierto, “el año pasado el recalentamiento alcanzó la mayor intensidad desde que existen registros, 1895”.

El pico anterior data de 1998. Entonces, se trató de “un fuerte episodio en el océano Pacífico, causado por el fenómeno conocido como el Niño, no por tecnologías contaminantes. Ahora, el recalentamiento representa una tendencia de largo plazo, resultado de actividades humanas”. No obstante, este verano austral surgen irregularidades climáticas en Sudamérica, ocasionadas nuevamente por el Niño.

Esta vez, “el factor relevante –apunta el documento- se asocia a emisiones de dióxido y monóxido de carbono, los gases del efecto invernadero, vía motores (nafteros, gasoleros) y determinados tipos de plantas termoeléctricas”. Semejante “volte face” deja en al aire al influyente cabildeo petrolero en Washington –encarnado en el vicepresidente Richard Cheney y el departamento de energía- y al de empresas eléctricas.

En verdad, este cambio de posturas empezó a mediados de diciembre y lo detonó el derretimiento del casquete polar ártico. En ese momento, Dirk Kempthorne –secretario de interior- propuso incluir osos polares, focas y morsas en la ley de especies amenazadas.

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