Otro cultivo biotecnológico: ahora resucita la remolacha

A varios años de un intento fallido por introducir en Estados Unidos una variedad genéticamente modificada para resistir un producto de Monsanto, ahora parecen haber desaparecido muchas de las resistencias que en su momento generó.

28 noviembre, 2007

A partir del año próximo, los productores de remolacha en Estados
Unidos comenzarán a plantar remolacha modificada genéticamente para
resistir el poderoso herbicida Roundup, de Monsanto. El Roundup destruirá
las malezas pero dejará intactos los cultivos y permitirá a los
productores un ahorro de miles de dólares en mano de obra y combustible
(que usan los tractores).

Para el sector, la tecnología llega con mucho retraso. Además, la
remolacha genética preparará el terreno para más adelante
plantar otros cultivos biotecnológicos, como trigo, arroz y papas, que
también se encuentran en plataforma de lanzamiento.

Hace siete años, los productores de remolacha estuvieron a punto de introducir
semillas resistentes a Roundup. Pero tuvieron que dar marcha atrás a sus
proyectos cuando las empresas alimentarias que usan azúcar, como Hershey
y Mars, temiendo la resistencia de los consumidores, repudiaron la idea de la
remolacha genética. Ahora, sin embargo, con la sensación que aquellas
preocupaciones han cedido, muchos procesadores han dado su aprobación a
los productores para que planten remolacha resistente a Roundup el año
próximo. Sería el primer nuevo tipo de semilla genéticamente
modificada desde los años 90, cuando entraron al mercado las de soja y
maíz

“Básicamente, no hemos encontrado resistencia”, dijo al New
York Times David Berg, presidente de American Crystal Sugar, el más grande
grupo procesador de azúcar de remolacha de Estados Unidos. “Realmente
creemos que la actitud del consumidor ha terminado por aceptar alimentos generados
con biotecnología.”

Kris Charles, vocera de Kellogg, también dijo al diario que su compañía
“no tendría ningún problema en comprar esa azúcar para
productos para la venta en Estados Unidos porque, “la mayoría de
los consumidores no tienen problema con la biotecnología”.

Pero aunque varias de las otras grandes empresas alimentarias están ahora
abiertas al azúcar modificada, no hablan de eso. Hershey y Mars se negaron
a hacer comentarios. “No tenemos nada que decir sobre el tema “, dijo
a TNYT una vocera de Mars.
Las refinadoras de azúcar y productoras de semillas también se rehusaron
a hacer comentarios, obedeciendo a un plan general de coordinar la introducción
de la remolacha genéticamente modificada y controlar cuidadosamente todo
lo que se dice sobre eso.
Porque en todo lo que se refiere a semillas genéticas hay razones para
que las empresas mantengan la cabeza gacha: evitar las protestas. Quienes se oponen
a la biotecnología recién ahora se están enterando de que
la remolacha genética ha resucitado.

“Cuando vi esto dije ‘no, no puede ser’”, dijo Ronnie
Cummins, director nacional de la Organic Consumers Association. “Creía
que este tema ya estaba superado.”
Su organización lanzó la voz de alarma y millares de e-mails idénticos
inundaron la casilla de la American Crystal Sugar advirtiendo que la resistencia
de los consumidores dañaría sus ventas y las de los agricultores.

Unos 10.000 agricultores estadounidenses cultivan la remolacha azucarera en aproximadamente
1,3 millones de acres, especialmente en los estados norteños de Oregon
a Michigan. Eso significa que la remolacha es un cultivo menor al lado del maíz,
que acapara 90 millones de acres y la soja, con casi 70 millones.

Y sin embargo, la remolacha representa casi la mitad de la provisión de
azúcar del país, con el resto proveniente de la caña azucarera.
Los azúcares de la remolacha y la caña, generalmente considerados
intercambiables, se usan en golosinas, cereales, tortas y muchísimos otros
productos, aunque algunos productores de alimentos ya cambiaron por el jarabe
de maíz alto en fructosa, que es más barato.

Cuando a mediados de los 90 salieron versiones genéticas de soja y maíz
– y también de algodón y canola – los agricultores las
adoptaron rápidamente. Pero la oposición a los cultivos genéticamente
modificados se hizo sentir, particularmente en Europa. Las empresas alimentarias,
temiendo protestas o pérdida de clientes, presionaron a los agricultores
a no cultivar esas semillas.

El azúcar no fue el único cultivo afectado. Las papas resistentes
a los insectos desarrolladas por Monsanto fueron retiradas del mercado en 2001
cuando las resistieron las empresas de comidas rápidas. Monsanto dejó
de desarrollar trigo resistente a Roundup en 2004, en parte porque los productores
estadounidenses de trigo temían perder exportaciones. La industria arrocera,
también muy dependiente de sus exportaciones, nunca cultivó variedades
tolerantes a los herbicidas.

Pero aun cuando la situación haya cambiado ahora para el azúcar,
otras semillas podrían encontrar resistencia. En principio porque el azúcar
es un producto refinado que no contiene proteínas o ADN, sólo la
sucrosa química. “Aunque la remolacha azucarera sea genéticamente
diferente, el azúcar sigue siendo la misma,” explica Luther Markwart,
vicepresidente ejecutivo de la American Sugarbeet Growers Association y co-presidente
del Sugar Industry Biotech Council.

Por el contrario, las proteínas o ADN diferentes en trigo, arroz o papas
genéticamente modificados se comen, lo cual teóricamente puede generar
interrogantes de seguridad alimentaria.

También ayuda la estructura organizacional de la industria azucarera. Virtualmente
todos los procesadores de azúcar – las compañías que
compran remolachas de los agricultores y luego extraen el azúcar y la venden
— son propiedad de los mismos agricultores. Eso los inclina mucho más
a aceptar las semillas genéticas que un procesador independiente.
Entre los agricultores se espera que la demanda de remolachas “Roundup Ready”,
como se las conoce, sea bastante alta. Las semillas van a ser muy atractivas para
todos aquellos con mucho problema de malezas.

Algunos expertos en malezas dicen que también hay algunas resistentes a
Roundup y su equivalente genérico, el glifosato, como consecuencia del
uso intensivo que se deriva de la proliferación de cultivos “Roundup
Ready”. Pero esas malezas no se encuentran en los campos de remolacha. Con
las remolachas convencionales, el Roundup sólo se puede usar antes de que
las plantitas broten y aparezcan sobre la tierra, porque después el producto
las mataría.

Retornar a las remolachas genéticas llevó un esfuerzo largo y coordinado
entre Monsanto, las empresas productoras de semillas, agricultores, procesadores
y grupos comerciales bajo los auspicios del Sugar Industry Biotech Council.

Las semillas rivales aceptaron usar semillas derivadas de una única transformación
realizada por Monsanto y KWS, una compañía alemana de semillas.
Eso significó que la industria tuvo que ganar la aprobación federal
una sola vez. La nueva remolacha azucarera genéticamente modificada fue
revisada por la Food and Drug Administration en 2004 y aprobada para cultivo irrestricto
por el Departamento de Agricultura en 2005.

Pero antes de plantar esa variedad de remolachas, los agricultores esperaron la
aprobación en otros mercados importantes. El mes pasado Europa las aprobó
para alimento y uso en producción de alimentos procesados, aunque no las
semillas para plantar. Como esos alimentos en Europa tendrán que llevar
una etiqueta que los identifique como genéticos, algunas empresas productoras
podrían optar por usar caña de azúcar para exportar al viejo
continente. Pero en Estados Unidos, los alimentos que contengan azúcar
procedente de remolacha genética no necesitarán llevar etiqueta
aclaratoria.

Los ambientalistas dicen que el uso de Roundup sobre las remolachas podría
contribuir al creciente problema de malezas resistentes al glifosato. Pero el
Departamento de Agricultura ha dicho que se espera muy escaso – o ninguno
– efecto ambiental como consecuencia del cultivo de esa remolacha.

Condensación de un artículo publicado por
Andrew Pollack en The New York Times

A partir del año próximo, los productores de remolacha en Estados
Unidos comenzarán a plantar remolacha modificada genéticamente para
resistir el poderoso herbicida Roundup, de Monsanto. El Roundup destruirá
las malezas pero dejará intactos los cultivos y permitirá a los
productores un ahorro de miles de dólares en mano de obra y combustible
(que usan los tractores).

Para el sector, la tecnología llega con mucho retraso. Además, la
remolacha genética preparará el terreno para más adelante
plantar otros cultivos biotecnológicos, como trigo, arroz y papas, que
también se encuentran en plataforma de lanzamiento.

Hace siete años, los productores de remolacha estuvieron a punto de introducir
semillas resistentes a Roundup. Pero tuvieron que dar marcha atrás a sus
proyectos cuando las empresas alimentarias que usan azúcar, como Hershey
y Mars, temiendo la resistencia de los consumidores, repudiaron la idea de la
remolacha genética. Ahora, sin embargo, con la sensación que aquellas
preocupaciones han cedido, muchos procesadores han dado su aprobación a
los productores para que planten remolacha resistente a Roundup el año
próximo. Sería el primer nuevo tipo de semilla genéticamente
modificada desde los años 90, cuando entraron al mercado las de soja y
maíz

“Básicamente, no hemos encontrado resistencia”, dijo al New
York Times David Berg, presidente de American Crystal Sugar, el más grande
grupo procesador de azúcar de remolacha de Estados Unidos. “Realmente
creemos que la actitud del consumidor ha terminado por aceptar alimentos generados
con biotecnología.”

Kris Charles, vocera de Kellogg, también dijo al diario que su compañía
“no tendría ningún problema en comprar esa azúcar para
productos para la venta en Estados Unidos porque, “la mayoría de
los consumidores no tienen problema con la biotecnología”.

Pero aunque varias de las otras grandes empresas alimentarias están ahora
abiertas al azúcar modificada, no hablan de eso. Hershey y Mars se negaron
a hacer comentarios. “No tenemos nada que decir sobre el tema “, dijo
a TNYT una vocera de Mars.
Las refinadoras de azúcar y productoras de semillas también se rehusaron
a hacer comentarios, obedeciendo a un plan general de coordinar la introducción
de la remolacha genéticamente modificada y controlar cuidadosamente todo
lo que se dice sobre eso.
Porque en todo lo que se refiere a semillas genéticas hay razones para
que las empresas mantengan la cabeza gacha: evitar las protestas. Quienes se oponen
a la biotecnología recién ahora se están enterando de que
la remolacha genética ha resucitado.

“Cuando vi esto dije ‘no, no puede ser’”, dijo Ronnie
Cummins, director nacional de la Organic Consumers Association. “Creía
que este tema ya estaba superado.”
Su organización lanzó la voz de alarma y millares de e-mails idénticos
inundaron la casilla de la American Crystal Sugar advirtiendo que la resistencia
de los consumidores dañaría sus ventas y las de los agricultores.

Unos 10.000 agricultores estadounidenses cultivan la remolacha azucarera en aproximadamente
1,3 millones de acres, especialmente en los estados norteños de Oregon
a Michigan. Eso significa que la remolacha es un cultivo menor al lado del maíz,
que acapara 90 millones de acres y la soja, con casi 70 millones.

Y sin embargo, la remolacha representa casi la mitad de la provisión de
azúcar del país, con el resto proveniente de la caña azucarera.
Los azúcares de la remolacha y la caña, generalmente considerados
intercambiables, se usan en golosinas, cereales, tortas y muchísimos otros
productos, aunque algunos productores de alimentos ya cambiaron por el jarabe
de maíz alto en fructosa, que es más barato.

Cuando a mediados de los 90 salieron versiones genéticas de soja y maíz
– y también de algodón y canola – los agricultores las
adoptaron rápidamente. Pero la oposición a los cultivos genéticamente
modificados se hizo sentir, particularmente en Europa. Las empresas alimentarias,
temiendo protestas o pérdida de clientes, presionaron a los agricultores
a no cultivar esas semillas.

El azúcar no fue el único cultivo afectado. Las papas resistentes
a los insectos desarrolladas por Monsanto fueron retiradas del mercado en 2001
cuando las resistieron las empresas de comidas rápidas. Monsanto dejó
de desarrollar trigo resistente a Roundup en 2004, en parte porque los productores
estadounidenses de trigo temían perder exportaciones. La industria arrocera,
también muy dependiente de sus exportaciones, nunca cultivó variedades
tolerantes a los herbicidas.

Pero aun cuando la situación haya cambiado ahora para el azúcar,
otras semillas podrían encontrar resistencia. En principio porque el azúcar
es un producto refinado que no contiene proteínas o ADN, sólo la
sucrosa química. “Aunque la remolacha azucarera sea genéticamente
diferente, el azúcar sigue siendo la misma,” explica Luther Markwart,
vicepresidente ejecutivo de la American Sugarbeet Growers Association y co-presidente
del Sugar Industry Biotech Council.

Por el contrario, las proteínas o ADN diferentes en trigo, arroz o papas
genéticamente modificados se comen, lo cual teóricamente puede generar
interrogantes de seguridad alimentaria.

También ayuda la estructura organizacional de la industria azucarera. Virtualmente
todos los procesadores de azúcar – las compañías que
compran remolachas de los agricultores y luego extraen el azúcar y la venden
— son propiedad de los mismos agricultores. Eso los inclina mucho más
a aceptar las semillas genéticas que un procesador independiente.
Entre los agricultores se espera que la demanda de remolachas “Roundup Ready”,
como se las conoce, sea bastante alta. Las semillas van a ser muy atractivas para
todos aquellos con mucho problema de malezas.

Algunos expertos en malezas dicen que también hay algunas resistentes a
Roundup y su equivalente genérico, el glifosato, como consecuencia del
uso intensivo que se deriva de la proliferación de cultivos “Roundup
Ready”. Pero esas malezas no se encuentran en los campos de remolacha. Con
las remolachas convencionales, el Roundup sólo se puede usar antes de que
las plantitas broten y aparezcan sobre la tierra, porque después el producto
las mataría.

Retornar a las remolachas genéticas llevó un esfuerzo largo y coordinado
entre Monsanto, las empresas productoras de semillas, agricultores, procesadores
y grupos comerciales bajo los auspicios del Sugar Industry Biotech Council.

Las semillas rivales aceptaron usar semillas derivadas de una única transformación
realizada por Monsanto y KWS, una compañía alemana de semillas.
Eso significó que la industria tuvo que ganar la aprobación federal
una sola vez. La nueva remolacha azucarera genéticamente modificada fue
revisada por la Food and Drug Administration en 2004 y aprobada para cultivo irrestricto
por el Departamento de Agricultura en 2005.

Pero antes de plantar esa variedad de remolachas, los agricultores esperaron la
aprobación en otros mercados importantes. El mes pasado Europa las aprobó
para alimento y uso en producción de alimentos procesados, aunque no las
semillas para plantar. Como esos alimentos en Europa tendrán que llevar
una etiqueta que los identifique como genéticos, algunas empresas productoras
podrían optar por usar caña de azúcar para exportar al viejo
continente. Pero en Estados Unidos, los alimentos que contengan azúcar
procedente de remolacha genética no necesitarán llevar etiqueta
aclaratoria.

Los ambientalistas dicen que el uso de Roundup sobre las remolachas podría
contribuir al creciente problema de malezas resistentes al glifosato. Pero el
Departamento de Agricultura ha dicho que se espera muy escaso – o ninguno
– efecto ambiental como consecuencia del cultivo de esa remolacha.

Condensación de un artículo publicado por
Andrew Pollack en The New York Times

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