Sundar Pichai, creció en la India fascinado con la tecnología. Cada nuevo invento mejoraba la vida cotidiana de su familia. El teléfono, por ejemplo, les ahorró largos viajes al hospital para realizar estudios. La heladera significó que necesitaran menos tiempo para preparar las comidas y la televisión les permitió conocer las noticias del mundo.
Ahora, escribe en el Financial Times, tiene el privilegio de modelar las nuevas tecnologías que cambiarán la vida de las personas de todo el mundo. Una de las más prometedoras es la Inteligencia Artificial (IA).
Sin embargo, dice, la historia demuestra que las virtudes de la tecnología no vienen con garantía asegurada. El motor de combustión interna permitió que la gente viaje a lugares lejanos pero también causó más accidentes. Internet permitió que la gente se conecta con cualquiera y obtenga información de cualquier lugar pero facilitó la divulgación de la desinformación.
Por eso es necesario pernsar en las posibles consecuencias negativas de IA. El reconocimiento facial, por ejemplo, se puede usar para usos nefastos. Si bien se está trabajando en esos problemas los desafíos son tan grandes que no los puede resolver una empresa por sí sola.
Estados Unidos y la Unión Europea están comenzando a elaborar propuestas de regulación. Es necesario un alineamiento internacional para que haya estándares globales en funcionamiento. Es urgente que se regule la IA, dice Pichai. Por eso en 2018 Google publicó sus propios principios de IA para guiar el desarrollo y uso ético de la tecnología. Los lineamientos tienen como objetivo evitar el prejuicio, comprobar rigurosamente la seguridad y diseñar con la privacidad en mente.
Para que los principios no se queden en el papel desarrollaron herramientas para ponerlos en acción. Además, es importante que haya regulación del gobierno. Un buen marco regulatorio que considere seguridad, equidad y responsabilidad para asegurar que se desarrollan las herramientas adecuadas