Por una parte, una contraseña de acceso (identidad) “vale” apenas un dólar en Estados Unidos o Europa occidental. Por la otra, los diez mayores ataques informáticos registrados hasta fin de año han costado alrededor de US$ 30.000 millones, contabilizando sólo máquinas infectadas sin remedio y servicios o prestaciones bloqueadas. <br />
<p> Pero el problema actual ya sobrepasa esos cánones y, quizás, esté haciendo lo mismo con piratas o “hackers” de carne y hueso. Las nuevos jinetes del Apocalipsis galopan desde Rusia, Moldavia, Bielorrusia, Transdñestria –un estado de existencia ilegal-, Rumania, Bulgaria, Letonia o Estonia. Las cuatro últimas son miembros de la Unión Europea.</p>
<p> Basta un dólar o € 0,70 para obtener una “dosis”, o sea una identidad digital ajena: datos personales, códigos tributarios, contraseñas personas y números de cuentas bancarias. Así hizo en 2007 un grupo de rusos y ucranianos que robó desde Estonia 40 millones de identidades norteamericanas. Hasta hoy, diversas fuerzas policiales, agencias tipo FBI o CIA y servicios privados se han estrellado contra un enemigo móvil y en perpetua mutación.</p>
<p> En busca de parangones, algunos apuntan a Lisbeth Salander, la heroína larsoniana de la trilogía cinematográfica “Milenio”. Sin hacerse notar, los nuevos virus penetran en PC, servidores, celulares multipropósito o cualquier otro vehículo informático. En un solo país, Italia, el “Informe 5” (inteligencia y seguridad) de Microsoft revela que, en el primer semestre de 2008, los ataques subieron 20% sobre la segunda mitad de 2007. El ritmo no se ha atenuado en julio-diciembre pasado.</p>
<p> Dato consolador: la mayoría de virus y gusanos detectados son “sólo” caballos de Troya. Esto es, programas malévolos con desagradables sorpresas ocultas, en general daños a la máquina. Pero, no obstante, el auge de virus acarrea mayores riesgos de robos digitales y formas noveles de terrorismo, piratería y hasta guerras sin armas ni combatientes físicos.</p>
<p> A diferencia de Lisbeth, empero, estos intérlopes no se detienen ante nadie, como lo supo hace poco el presidente francés Nicolas Sarkozy, cuya cuenta bancaria fue saqueada. Pero, en general, los hackers de última generación no se meten con personajes conocidos ni con megaestafadores estilo Bernard Madoff, cuyas actividades eran conocidas en el ciberespacio ilícito desde hacía rato. Sin embargo, hay en el caso Sarkozy un lado político inquietante: pese a los esfuerzos policiales y de seguridad, todavía Francia no ha podido identificar a los culpables.</p>
<p> Algunos suspicaces, a ambos lados del Atlántico norte, notan que estos virus inteligentes aún no se meten con las cúpulas rusa o china, tal vez a cambio de poder operar tranquilos desde bases virtuales ubicadas en el corazón de Eurasia. Lo de Sarkozy indica, en todo caso, que ya no se trata de jóvenes “<em>nerds</em>” ni simples aventureros. Al fin de cuentas, las bandas y los universitarios rusos sólo hacen el trabajo sucio bombardeando el resto del mundo con mensajes indeseables (“<em>spams</em>”) mal redactados que, casi siempre, intentan pescar datos bancarios personales (“<em>phishing</em>”) para revenderlos.</p>
<p> A esta altura, el <em>phishing</em> es lo más elemental y basta borrar el mensaje sin abrirlo. Eso vale inclusive para los <em>spams</em> con gancho sexual, que sólo pueden atraer a idiotas. Pero todo evoluciona y, desde hace algún tiempo, expertos matemáticos eslavos emplean el mismo tipo de herramientas y tecnología manifiesto en el reciente asunto de espionaje ilegal ligado a Telecom Italia. Como apunta gente de Google, Microsoft, etc., el <em>phishing</em> de vanguardia mejora y genera “<em>malware</em>” –software delictivo- capaz de engañar computadoras y servidores. En comparación, el mero desvío de accesos es prehistoria.</p>
<p> “Antes, un experto podía advertir maniobras sospechosas en la Red. Hoy –explica Paolucci-, se pasa de engañar personas a engañar máquinas y sistemas mediante ataques que afectan grandes portales o sitios sociales como YouTube o Facebook”. Los gusanos inteligentes se activan con palabras claves y funcionan igual que las intercepciones internacionales efectuadas por las agencias de espionaje. Estos nuevos recursos orillan el universo de números fractales y son al delito virtual lo que los instrumentos derivativos a la especulación financiera: un riesgo aún incalculable. </p>

Nuevos virus engañan a las máquinas, no ya solamente al hombre
Entre la primera y segunda mitad de 2008, su masa ha crecido 120%. Los gastos en seguridad llegan a US$ 2.600 millones anuales, o sea un tercio de los destinado a investigación, revela Umberto Paolucci, ejecutivo de Microsoft en la Eurozona.