Mujeres en tecnología y el reto de la nueva normalidad

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Según cifras de la ONU, más del 60% de las niñas y niños que actualmente ingresan a la escuela primaria ocuparán empleos que hoy no existen.

El sector de servicios basados en conocimiento, en el cual se destaca el área de software y soluciones informáticas, crece rápidamente en la región de América Latina y el Caribe, y Argentina no es una excepción.

Los puestos que genera esta industria y todo lo que hace a disciplinas STEM (acrónimo de los términos tecnología, ingeniería y matemáticas del inglés) forman parte del futuro del trabajo y en el contexto actual requieren cada vez más de colaboradores que combinen tanto habilidades técnicas como blandas.

Es decir, un título en una carrera de este tipo no es suficiente. Los profesionales también deben contar con herramientas tales como pensamiento crítico y de comunicación interpersonal.

Diversos análisis han reflejado que las empresas con diversidad de género suelen tener mejor rendimiento y ser más innovadoras. En América del Sur y Central, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo aumentó de un 44,5% en 1995 a un 52,6% en 2015 debido al progreso en materia de educación y salud, al igual que al incremento en la provisión de espacios de cuidado de la primera infancia a través de subsidios del sector público. Además, la mayoría de los países de la región presentan tasas más elevadas de matriculación femenina en nivel terciario y maestrías, en contraste con los hombres, según datos de la Unesco.

Si el lugar que ocupan las mujeres en la economía mundial se equiparara con el de los varones, se estima un aumento del 26% del Producto Bruto Interno Global para el año 2025, de acuerdo al relevamiento de McKinsey.

Aunque todas las regiones cuentan con la oportunidad de incrementar su PBI al reducir la disparidad, en Latinoamérica y el Caribe la cifra esperada sería del 34%. Por su parte, el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial afirma que podría llevar 108 años eliminar la brecha de género y 202 años alcanzar la equidad en los ámbitos de empleo a nivel global.

 ¿Están preparadas para lo que vendrá?

La pandemia del COVID-19 ha manifestado la importancia de los buenos líderes para gestionar tanto los momentos más críticos como los efectos posteriores. En este sentido, ha quedado expuesta la necesidad de un nuevo modelo de conducción en el que los retos a los que se enfrentan los líderes se apoyan en nuevas cualidades y valores imprescindibles para afrontar el futuro empresarial.

Una reciente investigación de EY reveló datos alentadores sobre las perspectivas de liderazgo femenino en los tiempos venideros. El reporte destaca que el 71,98% de las mujeres consideran que están muy preparadas para dirigir los equipos en este nuevo entorno, porcentaje ligeramente por encima que el de los hombres encuestados (71,90%).

Además, a partir de los 45 años tienen una visión más optimista acerca de su desarrollo profesional que los hombres. El informe también concluye que las menores de 45 años sienten que tienen menos posibilidades de crecimiento y ese techo no se rompe hasta que superan esa edad, por eso es clave trabajar desde la organización sobre esta percepción para conseguir reducir la brecha.

Si se trata de enumerar los principales desafíos que retan a los nuevos líderes, encontramos: mantener la continuidad del negocio, gestionaEstablecer imagen destacadar a las personas en ecosistemas digitales, dotarlas de nuevos conocimientos, hacer seguimiento de su desempeño y favorecer la motivación en un espacio remoto. Además, la figura del líder inclusivo es una condición necesaria e inherente al desempeño efectivo de las personas en el momento de trabajo actual.

Los equipos formados por colaboradores de ambos sexos y de diversas generaciones han demostrado ser más innovadores y resilientes. Asimismo, la tendencia al aprendizaje constante de los más jóvenes se complementa con la capacidad de resolución de problemas complejos de los más seniors: la suma de ambas es la clave del éxito.

Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, constata que la proporción de mujeres en cargos directivos está creciendo considerablemente en todo el mundo. Desde 2002, se observa una tendencia constante a que sean cada vez más quienes ocupen rápidamente estos puestos vacantes, en particular en Asia Pacífico, América Latina y Asia Central.

Se considera que hay equilibro, tanto en la fuerza de trabajo en general como entre los directivos de nivel superior, cuando la relación entre ambos sexos es del 40/60. Así, las empresas con políticas de igualdad de oportunidades en el empleo y culturas inclusivas tienen una considerable probabilidad de aumentar sus beneficios y su productividad (más del 60 %) y de mejorar su reputación, atraer y retener el talento con más facilidad y lograr cotas de mayor creatividad e innovación (casi el 60 %).

Finalmente, la diversidad de género forma parte de una amplia dinámica de prácticas organizacionales innovadoras y sostenibles, que permite que las empresas estén realmente centradas en el futuro y en cómo prosperar en un entorno globalizado y cambiante.

(*) Director de RRHH para América Latina de Orange Business Services

 

 

 

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