Microsoft pelea en varios frentes contra Linux

Algunos sospechan la mano de William Gates tras la guerra judicial de SCO Group contra Linux en Estados Unidos. Quizá porque, en el sudeste asiático, Microsoft lanza ofertas para frenar el avance la fuente abierta.

18 agosto, 2003

Según creen analistas en Nueva York, Londres y Hongkong, las demandas del pequeño SCO Group contra el software gratuito de fuente abierta Linux responden a algo más que negocios o patentes. Especialmente, por la cuantiosa cifra -US$ 3.000 millones- que la firma le exige a IBM como difusor de Linux.

“Piden demasiado e involucran a cientos de usuarios”, apuntaba un consultor especializado en Hongkong. La mano de Gates, sospecha, aparece en “el cuestionamiento a las bases legales que permiten a softwares gratuitos competir con los de Microsoft, que cuestan bastante”, coinciden expertos londinenses.

“Esta ola de pleitos es clave para el futuro de Linux, que no es un negocio”, indicaba William Bulkeley en el “Wall Street Journal”. ¿Por qué? Porque, al presentar una réplica formal, IBM apela a una “vaga licencia que, a su vez, fundamenta gran parte de las aplicaciones de Linux”. En términos jurídicos, es el régimen de “general public licensing” (GPL), que autoriza la copia gratuita si, a su vez, la permite el titular de la patente original (Linus Torvalds).

Los abogados de Big Blue argumentan que también SCO se ha acogido de hecho al GPL. “Ahora, trata de revertir su propia política y pretende comisiones de uso. Es –afirma John Gilmore, del movimiento mundial pro fuente abierta- como si Coca-Cola vendiese su fórmula secreta por Internet y después demandara a quienes fabricasen sus propias bebidas”. Con una diferencia: ese secreto es más mito que otra cosa.

Entretanto, el principal letrado al servicio de SCO, Mark Heise (de Boies, Schiller & Flexner, un estudio demasiado caro para una firma tan chica), se apresta a lanzar otra bomba. En inminente alegato, sostendrá que la licencia pública en sí es inválida, pues choca contra la ley federal de patentes (que autoriza una sola copia, de suyo un anacronismo).

Pero la batalla puede complicarse. Hewlett-Packard, Dell Computer y otras firmas planean acciones en apoyo de Linux. O sea, de IBM. Una alternativa puede ser revolucionaria: volver la ley de patentes contra SCO, como lo hace con la GPL, extendiendo al software el mismo mecanismo –expiración de derechos exclusivos- que convierte medicamentos patentados en genéricos.

Sin duda, la guerra de Microsoft contra Linux no se queda en vericuetos jurídicos. Así, la empresa acaba de reducir a un décimo el precios de los softwares Windows y Office en Tailandia. A partir de ahora, sus versiones locales cuestan en conjunto US$ 36, contra 355 en Estados Unidos.

¿A que se debe tanta generosidad?. Simple: a que Bangkok tiene un programa “educación informática” y, en su curso, ha repartido gratis ya 50.000 terminales para uso en casa adaptadas a Linux. Además, prevé llegar al millón este mismo año. Por ende, Gates sacrificará ganancias para impedir que semejante ejemplo se contagie a Malasia, Indonesia y Vietnam (un mercado potencial que abarca 70 millones de familias).

Según creen analistas en Nueva York, Londres y Hongkong, las demandas del pequeño SCO Group contra el software gratuito de fuente abierta Linux responden a algo más que negocios o patentes. Especialmente, por la cuantiosa cifra -US$ 3.000 millones- que la firma le exige a IBM como difusor de Linux.

“Piden demasiado e involucran a cientos de usuarios”, apuntaba un consultor especializado en Hongkong. La mano de Gates, sospecha, aparece en “el cuestionamiento a las bases legales que permiten a softwares gratuitos competir con los de Microsoft, que cuestan bastante”, coinciden expertos londinenses.

“Esta ola de pleitos es clave para el futuro de Linux, que no es un negocio”, indicaba William Bulkeley en el “Wall Street Journal”. ¿Por qué? Porque, al presentar una réplica formal, IBM apela a una “vaga licencia que, a su vez, fundamenta gran parte de las aplicaciones de Linux”. En términos jurídicos, es el régimen de “general public licensing” (GPL), que autoriza la copia gratuita si, a su vez, la permite el titular de la patente original (Linus Torvalds).

Los abogados de Big Blue argumentan que también SCO se ha acogido de hecho al GPL. “Ahora, trata de revertir su propia política y pretende comisiones de uso. Es –afirma John Gilmore, del movimiento mundial pro fuente abierta- como si Coca-Cola vendiese su fórmula secreta por Internet y después demandara a quienes fabricasen sus propias bebidas”. Con una diferencia: ese secreto es más mito que otra cosa.

Entretanto, el principal letrado al servicio de SCO, Mark Heise (de Boies, Schiller & Flexner, un estudio demasiado caro para una firma tan chica), se apresta a lanzar otra bomba. En inminente alegato, sostendrá que la licencia pública en sí es inválida, pues choca contra la ley federal de patentes (que autoriza una sola copia, de suyo un anacronismo).

Pero la batalla puede complicarse. Hewlett-Packard, Dell Computer y otras firmas planean acciones en apoyo de Linux. O sea, de IBM. Una alternativa puede ser revolucionaria: volver la ley de patentes contra SCO, como lo hace con la GPL, extendiendo al software el mismo mecanismo –expiración de derechos exclusivos- que convierte medicamentos patentados en genéricos.

Sin duda, la guerra de Microsoft contra Linux no se queda en vericuetos jurídicos. Así, la empresa acaba de reducir a un décimo el precios de los softwares Windows y Office en Tailandia. A partir de ahora, sus versiones locales cuestan en conjunto US$ 36, contra 355 en Estados Unidos.

¿A que se debe tanta generosidad?. Simple: a que Bangkok tiene un programa “educación informática” y, en su curso, ha repartido gratis ya 50.000 terminales para uso en casa adaptadas a Linux. Además, prevé llegar al millón este mismo año. Por ende, Gates sacrificará ganancias para impedir que semejante ejemplo se contagie a Malasia, Indonesia y Vietnam (un mercado potencial que abarca 70 millones de familias).

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