Microsoft, en busca de un marketing para vender Windows Longhorn

El gigante de William Gates busca formas de asegurar que Longhorn atraiga suficientes compradores. Aunque falta año y medio para ponerlo en plaza, la empresa quiere curarse en salud, pues todavía no hay razones para abandonar Windows XP.

26 abril, 2005

El problema es que, mientras se presenta a Longhorn como “la actualización más innovadora de un sistema operativo en diez años”, no se dice palabra sobre qué diferencias o mejoras reales habrá respecto de la versión actual. Este extraño silencio genera escepticismo.

Dicho de otro modo, muchos analistas se preguntan qué razones tendrán los usurios (no los “consumidores”, dislate en boga) para reemplazar al eficaz XP por su misterioso sucesor, que venía demorándose por una cosa u otra. Sobre todo si, como le recomiendan a Gates varios allegados, se desecha una submarca desabor tan tejano como “Longhorn”.

Al parecer, la firma intentaba este martes llamar la atención sobre “Longhorn II” (la versión original ha dejado de ser sin haber sido). Su puntal es una interfaz gráfica del usuario” (IGU o GUI en inglés). Vale decir, íconos, ventanas y otros elementos visuales que –creen los ingenieros- ayudarán a navegra, organizar datos y manejarse con la computadora, algo que ni Windows ni Linux han conseguido en forma cabal.

La IGU es, desde hace años, piedra de toque en la competencia entre Microsoft y Apple Computer. De ahí que ahora se la presente como “atractivo clave de Longhorn II” (o como acabe llamándose la novedad). Entonces, el imaginativo marketing de Gates prevé ahora dos lanzamientos. Uno, ya en junio o julio, en versión experimental para entendidos. Otro, un año después, para legos.

Más allá de cosmética exterior, L-II se propone aplicar la IGU para -¡al fin!- reducir las complicaciones que los usuarios normales (personas, equipos, organizaciones) puedan trabajar en paz. Esencialmente, en ordenar, buscar y manejar un creciente volumen de archivos almacenados en la PC. Al respecto, Microsoft, Apple y Hewlett-Packard no creen que la PC sea substituida por dispositivos múltiples inalámbricos ni otros juguetes manuales. 3n un futuro razonable. “Una cosa es computación y otra, muy distinta, comunicación o entretenimiento”, solía decir Carleton Fiorina.

Otra meta de Gates es defenderse de tecnología rivales. Entre ellas, la de búsquedas desarrollada por Google y el flamante sistema operativo de Apple, Tiger. Éste sale ya antes de terminar abril. Las mejoras de L-II se basan en una tecnología conocida por Avalon, cuyo objeto es ofrecer al usuario más indicaciones –inteligibles- visuales sobre tipo y cantidad de archivos en la PC. Por ejemplo, los íconos representarán archivos individuales (vía pequeñas fotos instáneas), no ya genéricos, que muestran sólo tipos de documentos.

El método ayuda a identificar archivos sin abrirlos ni localizarlos en largas listas de documentos. También se detectarán cambios en la primera página o qué archivos están abiertos. En pos de “mayor elegancia”, habrá ventanas translúcidas, íconos tridimensionales, íconos que son miniaturas de los documentos verdaderos, etc. Hay, claro, un peligro ttípico: atiborrar al usuario lego –una inmensa mayoría- de íconos y funciones en realidad poco necesarios.

El problema es que, mientras se presenta a Longhorn como “la actualización más innovadora de un sistema operativo en diez años”, no se dice palabra sobre qué diferencias o mejoras reales habrá respecto de la versión actual. Este extraño silencio genera escepticismo.

Dicho de otro modo, muchos analistas se preguntan qué razones tendrán los usurios (no los “consumidores”, dislate en boga) para reemplazar al eficaz XP por su misterioso sucesor, que venía demorándose por una cosa u otra. Sobre todo si, como le recomiendan a Gates varios allegados, se desecha una submarca desabor tan tejano como “Longhorn”.

Al parecer, la firma intentaba este martes llamar la atención sobre “Longhorn II” (la versión original ha dejado de ser sin haber sido). Su puntal es una interfaz gráfica del usuario” (IGU o GUI en inglés). Vale decir, íconos, ventanas y otros elementos visuales que –creen los ingenieros- ayudarán a navegra, organizar datos y manejarse con la computadora, algo que ni Windows ni Linux han conseguido en forma cabal.

La IGU es, desde hace años, piedra de toque en la competencia entre Microsoft y Apple Computer. De ahí que ahora se la presente como “atractivo clave de Longhorn II” (o como acabe llamándose la novedad). Entonces, el imaginativo marketing de Gates prevé ahora dos lanzamientos. Uno, ya en junio o julio, en versión experimental para entendidos. Otro, un año después, para legos.

Más allá de cosmética exterior, L-II se propone aplicar la IGU para -¡al fin!- reducir las complicaciones que los usuarios normales (personas, equipos, organizaciones) puedan trabajar en paz. Esencialmente, en ordenar, buscar y manejar un creciente volumen de archivos almacenados en la PC. Al respecto, Microsoft, Apple y Hewlett-Packard no creen que la PC sea substituida por dispositivos múltiples inalámbricos ni otros juguetes manuales. 3n un futuro razonable. “Una cosa es computación y otra, muy distinta, comunicación o entretenimiento”, solía decir Carleton Fiorina.

Otra meta de Gates es defenderse de tecnología rivales. Entre ellas, la de búsquedas desarrollada por Google y el flamante sistema operativo de Apple, Tiger. Éste sale ya antes de terminar abril. Las mejoras de L-II se basan en una tecnología conocida por Avalon, cuyo objeto es ofrecer al usuario más indicaciones –inteligibles- visuales sobre tipo y cantidad de archivos en la PC. Por ejemplo, los íconos representarán archivos individuales (vía pequeñas fotos instáneas), no ya genéricos, que muestran sólo tipos de documentos.

El método ayuda a identificar archivos sin abrirlos ni localizarlos en largas listas de documentos. También se detectarán cambios en la primera página o qué archivos están abiertos. En pos de “mayor elegancia”, habrá ventanas translúcidas, íconos tridimensionales, íconos que son miniaturas de los documentos verdaderos, etc. Hay, claro, un peligro ttípico: atiborrar al usuario lego –una inmensa mayoría- de íconos y funciones en realidad poco necesarios.

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