Se trata de una tecnología que permite pagar con tarjeta pero sin PIN y sin firma, siempre que las compras no superen los US$ 40. La mayoría de las grandes tarjetas de crédito internacionales ya la adoptaron.
Muy pronto la tecnología será también incorporada a relojes, teléfonos celulares y diversos tipos de “wearables“. Es cómoda por su sencillez y por la rapidez que permite en el pago.
Sin embargo, algunas investigaciones comienzan a comprobar que la vulnerabilidad no sólo sigue presente sino que crece con este tipo de transacciones. Antes del “contactless“, para comprar algo hacía falta poner el PIN o la firma. Ahora, si alguien se apropia de la tarjeta, no necesita nada de eso si hace una compra por menos de US$ 40.
Pero el peligro no se limita a la posibilidad de perder las tarjetas o que alguien las robe. Se sabe, además, que los carteristas digitales pueden hoy comprar online lectores de tarjetas o bajar software a sus teléfonos para así poder, parándose detrás nuestro al hacer una compra de este tipo, puedan escanear los datos de nuestra tarjeta. En cambio, los 15 números de la tarjeta tradicional, su fecha de vencimiento o su código de seguridad no se pueden leer.