La música pop es más eficiente en esto que la clásica. Los científicos demostraron que los sonidos agudos y vibrantes, como los del rock y la música pop, provocan la mayor mejora en la producción energética de los paneles solares, puesto que consiguen aumentarla en 40%. La música clásica, con sus sonidos casi siempre menos vibrantes, aumentaban la producción de las células, pero no tanto.
Este descubrimiento permite una mayor producción de energía solar pues los científicos pueden mejorar la eficiencia de las células solares usando música en el ambiente, dice el profesor james Durrant, jefe del equipo investigador.
El estudio fue publicado originalmente el miércoles por investigadores del Imperial College London y Queen Mary University de Londres en el journal Advanced Materials. Encontraron que los niveles de sonido de 75 decibeles (equivalentes al sonido de una calle común o de la impresora en una oficina) podían mejorar significativamente el desempeño de las células solaes que estudiaban.
Los usos prácticos de este descubrimiento podrían incluir equipos de aire acondicionado , computadoras laptop o componentes electrónicos en autobuses, trenes y otros vehículos.
Pop vs. clásica
“Pensábamos que las ondas sonoras, que producen fluctuaciones aleatorias, se anularían entre sí y por lo tanto no esperábamos ver ningún efecto global significativo en la producción de energía”, reconoce James Durrant, catedrático de Fotoquímica del Imperial College de Londres, que codirigió el estudio. “Tratamos de tocar música en lugar de sonidos planos y sordos, ya que esto nos ayudaba a explorar el efecto de diferentes tonos. La mayor diferencia que encontramos fue cuando tocamos música pop y no clásica, que ahora nos damos cuenta que es porque nuestras placas solares acústicas responden mejor a los sonidos agudos presentes en la música pop”, concluye.
El descubrimiento podría utilizarse para alimentar dispositivos que están expuestos a vibraciones acústicas, tales como unidades de aire acondicionado o aparatos situados dentro de automóviles y otros vehículos. El co-autor Joe Briscoe, también de la Facultad de Ingeniería y Ciencia de los Materiales de Queen Mary, comenta: “Todo el dispositivo es extremadamente simple y barato de producir, dado que el óxido de zinc se obtiene utilizando una técnica química simple de disolución, y el polímero también se deposita a partir de una solución”.