Lo consideran el pionero de una nueva forma de transporte marítimo. Tiene un diseño ultra elegante, paneles solares y sistemas de navegación de última generación.
El Mayflower autónomo intentará repetir el viaje del Mayflower original que llevó a los primeros colonos de América del Norte a través del Océano Atlántico hace 400 años. La iniciativa, del más alto perfil, se propone revolucionar una forma de transporte que no ha cambiado en 10.000 años.
Hasta ahora, el intento de automatizar la navegación ha recibido menos atención y menos inversión que otros sectores del transporte, pero podría ser en el mar donde la robotización tenga su mayor impacto.
En 2018, la Rolls-Royce y Finferries – la compañía naviera estatal de Finlandia – mostraron al mundo el primer ferry totalmente automatizado. En Surcorea, SK Telecoms y Samsung desarrollaron una nave autónoma impulsada por tecnología 5G. Allied Market Research pronostica que el mercado de los barcos autónomos podría valer US$ 135.000 millones para 2030.
En varios sentidos, los barcos autónomos no corren tantos peligros como los autos o los aviones. Hay mucho menos tránsito en los mares y los accidentes suelen ocurrir a menor velocidad. Pero por otra parte, los obstáculos son mayores porque los barcos deben hacer frente a condiciones operativas más extremas y su conectividad no es pareja. No es fácil lograr que los sistemas de reconocimiento de imagen funcionen en el medio de una tormenta transatlántica con débil acceso a Internet mientras el barco sube y baja en medio de inmensas olas.
Otra dificultad es la de navegar en puertos congestionados. Como ocurre con otras formas de transporte autónomo, la adopción de nueva tecnología tendrá que vérselas con prácticas de trabajo muy arraigadas, con legislación anticuada y con preocupaciones sobre seguros.