La gran variedad de dispositivos inteligentes que adoptan forma de reloj – como el Apple Watch — , de parche, de pulsera, anillo o demás “wearables”, puede registrar más de 7.500 variables fisiológicas y conductuales. No todas tienen la misma utilidad, pero machine learning puede filtrar una catarata de datos para dar una imagen continua y cuantificada de la salud de una persona.
Para los inversores, todo este sector de salud digital todavía no es atractivo. Para los pacientes, la innovación en dispositivos wearable acaba de comenzar. Hay firmas pequeñas que aparecen y desaparecen pero la inteligencia artificial y los wearables tienen la posibilidad de dar nueva forma al cuidado de la salud de tres maneras: diagnóstico precoz, tratamiento personalizado y manejo de enfermedades crónicas. Cada una de las tres, promete bajar costos y salvar vidas.
Diagnóstico precoz. Los wearables pueden detectar cambios sutiles que de otro modo pasan desapercibidos. Así, las enfermedades son menos graves y el tratamiento más barato. Por ejemplo, el andar de una persona y el movimiento de sus brazos cambian en las primeras etapas de un Parkinson. Un diagnóstico psiquiátrico puede mejorar si sigue los patrones de uso de un teléfono celular sin necesidad de monitorear lo que la persona mira o escribe. Un anillo inteligente puede ayudar a una mujer a concebir al predecir su ciclo menstrual. También puede detectar embarazo a menos de una semana de la concepción.
Tratamiento personalizado. Existe la promesa de ver a las personas como individuos y no clones de un teórico ser humano promedio. La mayoría de los medicamentos funcionan en apenas 30-50% de los pacientes. En una persona, el consumo regular de bananas modera el nivel de azúcar en sangre; en otra, eleva el azúcar en sangre a niveles que, con el tiempo, producen daño. Los algoritmos pueden convertir la montaña de datos que generan los wearables en recetas y dietas personalizadas para perder peso, controlar la diabetes y demás. Esos regímenes son más eficaces que seguir el camino del “talle único”. Cuando los médicos pueden ver dentro del cuerpo de un paciente en tiempo real todo el tiempo, pueden brindar un mejor cuidado.
Manejo de enfermedades crónicas. Los wearables pueden transformar las enfermedades crónicas como la diabetes. Casi 80% de los casos se pueden prevenir con cambios en la vida de la gente. Las apps usan pequeños dispositivos y tácticas inteligentes para hacer que la gente se mueva más, coma mejor y duerma mejor. Es bueno inducir aunque sea pequeños aumentos en el ejercicio diario: sumar 1.000 pasos (0,7km) al día reduce la mortalidad en 6-36% según cuán sedentaria es la personas.
La escala de todos estos beneficios promete ser vasta. Los smartphones sirven de plataforma a los innovadores. En un par de años, probablemente, el dispositivo que llevemos en la muñeca podría estar midiendo azúcar y alcohol en sangre y también el funcionamiento del hígado y el riñón. Todo eso que hasta ahora necesita una extracción de sangre.
Como ocurre con todas las tecnologías, los wearables traen preocupaciones. Los datos sobre la salud son valiosos; pueden ser aprovechados por los fabricantes de los dispositivos, aseguradores o gobiernos interesados en el control social. La tecnología puede no llegar a los pobres y a los que llevan una vida caótica, aquellos que más la necesitan. Pero la gran preocupación es que el obstáculo más grande sea la burocracia de la salud.
Los profesionales de la salud tienen un papel central. El cuidado de la salud es un negocio conservador, sin duda con razón dado lo que está en juego. Pero podría estar demorando la utilización de la medicina digital no por preocupaciones legítimas sobre seguridad sino por la inercia de los reguladores, aseguradores y escuelas de medicina
A los desarrolladores se los puede guiar con un conjunto de estándares para que produzcan dispositivos útiles. Los datos de los pacientes deben ser incorporados a un sistema de historias clínicas. Los profesionales necesitan protocolos de tratamiento sobre cómo usar la nueva tecnología. Los médicos deben ser capacitados y remunerados por ofrecer tratamientos digitales y revisar los datos. Los gobiernos y aseguradores deben estudiar cómo incorporar la tecnología a sistemas subsidiados de salud, que tan poco invierten en prevención. Es mucho lo que hay que hacer, pero las mejoras podrían ser enormes.