A veces, puede ser que el público no esté listo para adoptarla. Otras, podría ser que la tecnología misma tenga algún defecto. El Museo del Fracaso en Suecia está lleno de invenciones que por momentos soñaron con ser la gran revolución sólo para terminar en el tacho de la historia de la innovación. En la lista figura el Betamax, la Palm y tantas otras que, o llegaron al mercado demasiado temprano o llegaron con el formato equivocado.
Otras veces, simplemente perdieron la guerra frente a otros competidores con otras propuestas más interesantes. A veces hay discrepancia entre los tecnólogos creen que quiere el público y lo que el público realmente quiere. Un informe publicado este mes en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York pronostica que la interfaz de voz y la tecnología de realidad aumentada serían tan profundamente disruptivas para la vida cotidiana que la mayoría de las organizaciones de medios se verían amenazadas.
“Una vez que hablemos con las máquinas sobre las noticias, ¿qué va a pasar con el modelo de negocios del periodismo? Lo que implica esto es que una vez que la tecnología de interfaz de voz se viralice, las interfaces de texto van a desaparecer en forma casi inmediata. Por eso hay que mirar hasta qué punto el público está usando Siri. En este sentido hay que admitir que no se ve con frecuencia en los medios de transporte público a una persona abriendo un archivo con una palabra.
Los que trabajan en activación por voz afirman que esto va a cambiar cuando la tecnología se perfeccione. Habrá que verlo. Por ahora persiste el amor por el texto por una muy buena razón. La privacidad que permite.