¿Internet nos vuelve más democráticos?

La pregunta la hace Matthew Carpenter-Arévalo,  miembro de  #DemocraciaEnRed, un movimiento con sede en América latina para promover la evolución de la democracia mediante instrumentos modernos.

21 marzo, 2014

Mientras en el mundo físico se multiplican las protestas de corte político, el abaratamiento de las comunicaciones  generado por la ubicuidad de Internet y los dispositivos móviles ha facilitado la expresión colectiva de ese descontento, dice Matthew  Carpenter-Arévalo en el blog TNW.

Los gobiernos de países que están acostumbrados a mantener un monopolio sobre las conversaciones públicas, como China y Arabia saudita, ahora se encuentran gastando tiempo y recursos para manejar las preocupaciones públicas gracias al poder individual que permiten plataformas como Weibo y Twitter.

 

En países como Venezuela y Turquía donde los gobiernos obligan a los medios tradicionales a ignorar las protestas sociales, se observa que lo único que consiguen es generar una reacción mucho más fuerte en los medios sociales contra los gobiernos y los medios complacientes.

 

La pregunta que queda en el aire, sin embargo, es si estas herramientas nos están volviendo más democráticos, dice Carpenter-Arévalo.

Frente a las dicotomías del pasado, en un mundo de opciones limitadas ( izquierda/derecha; a favor/en contra) apenas estamos comenzando a entender la complejidad de quiénes somos y en qué creemos porque solo ahora estamos desarrollando las herramientas con la cuales generar y organizar la abundancia de información que actúa como insumos de nuestro sistema de gobierno.

Como han demostrado protestas recientes, cuando a la gente se le da la posibilidad de expresarse hasta los que viven en democracia quieren más democracia. ¿Cómo pasamos, entonces, de expresar descontento a proponer soluciones?

El desafío para lograr más democracia es doble. Por un  lado, debemos modificar nuestras instituciones de gobierno para que puedan manejar los nuevos aportes que quieren hacer los ciudadanos. La historia nos muestra que los intentos de desbaratar monopolios de poder suelen encontrar resistencia y escepticismo. Resistencia de los que detentan poder y escepticismo de aquellos que no se imaginan cómo se hace para pagar las consecuencias.

 O sea que pensamos en el concepto  antes de tomar en cuenta el posible diseño.

Democracia directa completa suena como la tiranía de la  mayoría hasta que tomamos en cuenta que hasta los legisladores elegidos en nuestro nombre tienen constituciones, dos cámaras, cortes supremas, y un largo etcétera, que limitan su poder.

Desarrollar las herramientas para permitir que nuestros sistemas de gobierno acepten más aportes de la gente mientras al mismo tiempo impedir abusos requerirá una ola de innovación que tendrá que venir como resultado de una demanda social y no de una demanda del mercado.

Finalmente, lo que más tardará en cambiar, y probablemente el sistema de gobierno más influyente, es nuestra cultura, y el ritmo de cambio de la cultura casi siempre va muy por detrás de las nuevas herramientas.

O sea, que la respuesta corta a la pregunta del título es… “todavía no”.

 

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