Pero en las últimas dos décadas, Microsoft debió enfrentar numerosos desafíos que sucesivamente fueron mellando su pedestal. La aparición y difusión de Internet, los teléfonos inteligentes y la famosa nube, fueron amenazas que minimizaron su rol como el gran monopolio de software para las computadoras personales, y dejaron de ser la gran amenaza para cualquier competidor.
Sin embargo, a pesar de estos embates, en los últimos tres años no lo ha hecho nada mal, navegando en el mundo post computadora personal. El valor de mercado de sus acciones creció en US$ 200 millones en ese lapso, y hoy las acciones están en el mejor momento en lo que va de este siglo.
Es que hay un nuevo camino que le devuelve fortaleza y favorece todos los pronósticos sobre la firma. Microsoft es precursora y activa participante en todo lo que tiene que ver con inteligencia artificial.
En la nueva tecnología de punta, que amenaza ser una disrupción de enormes proporciones, Microsoft espera estar en la vanguardia. Y los analistas prevén que AI será “el nuevo gran negocio”.
Una tecnología que transformará la computación, pero especialmente los modos de vivir, los procesos comerciales y los modos de producción. Una revolución con cierta similitud con la que le tocó a la firma durante el reinado de Bill Gates.