Un diminuto virus con bordes en forma de corona nos ataca sin piedad, sin diferencia de raza, religión, edad, país, nivel de educación, clase social o nivel de vida, poniendo al planeta a sus pies.
Pero este Rey Corona se enfrenta con la actitud emprendedora del ser humano que llevamos en nuestra esencia, desde el origen de los tiempos. Es esa capacidad creativa e innovadora que tuvo el primer emprendedor de la historia, ese cavernícola, que mientras observaba a sus compañeros cazar pesadas presas que transportaban en trozos de piedra con gran esfuerzo físico, ideó un método de transporte más efectivo y concibió la rueda.
Bill Gates señalaba en una reciente publicación que la mejor arma para vencer a este enemigo es la Innovación: “La pandemia de coronavirus enfrenta a toda la humanidad contra el virus. El daño a la salud, la riqueza y el bienestar ya ha sido enorme. Esto es como una guerra mundial, excepto que, en este caso, todos estamos del mismo lado. Veo la innovación global como la clave para limitar el daño”.
Cito aquí también una reflexión de los fundadores de Drixit Technologies, emprendedores argentinos disruptivos: “Las soluciones tecnológicas actuales y las que vendrán, nos dan una gran ventaja frente a nuestros antepasados y nos permiten atacar la pandemia de una manera más eficiente. Está en nuestra capacidad como seres humanos el poder hacer uso de la tecnología de manera éticamente correcta para poder torcer el brazo del virus definitivamente y prepararnos para la siguiente pandemia”.
En este contexto, la visionaria definición moderna introducida por el economista Joseph Shumpeter en 1934: “el dinamismo desequilibrante provocado por los emprendedores innovadores es la causa de una economía sana y pujante, mucho más que el equilibrio y la optimización de los recursos”, está totalmente vigente. Creo que estamos en el medio de una nueva etapa de “destrucción creativa” profunda, que ya se venía gestando como consecuencia de la revolución tecnológica, con la potencialidad de generar soluciones disruptivas, en forma masiva, a grandes problemas de la humanidad, que produce un proceso de reajuste en la sociedad, generando nuevas estructuras, empleos, sectores, y que hoy se potencia exponencialmente por esta pandemia sanitaria y su consecuente pandemia económica y social.
Rey Corona
El biólogo y entomólogo estadounidense, Edward Wilson, describió en el 2020 una realidad: “El principal problema de la humanidad, hoy en día, es que tenemos mentes paleolíticas, instituciones medievales y tecnología de los dioses”.
Agregó: “Hoy creo que este Rey Corona nos impulsó sin piedad ni preparación y a una velocidad inédita, a movilizar mentes, trasformar instituciones, y nos da la gran oportunidad de usar esas ´tecnologías de los dioses´ para reparar los daños, reconstruir lo destruido, pero sobre todo renovar e innovar para el bien, para encontrar soluciones a los grandes problemas que ya existían, y se pusieron más en evidencia en este 2020, como pobreza, desempleo, aumento descontrolado de población urbana, inequidad, agotamiento de recursos naturales, entre otros”..
En esta crisis en Latinoamérica debemos revalorizar al emprendedor y a la empresa privada como célula vital de la sociedad, generadora de empleo genuino, creadora de riqueza, proveedora de bienes y servicios a los ciudadanos y pagadora de impuestos que luego el Estado redistribuye para asegurar justicia, salud, educación y seguridad.
Los gobiernos deben priorizar su apoyo y promoción. Es necesario revertir así esa visión que confía en el Estado como el gran “protector y benefactor social” y desconfía del valor de la iniciativa privada, del esfuerzo y del aporte del empresario honesto, competitivo y eficiente como gran motor de la reconstrucción económica y social.
Latinoamérica necesita ser más competitiva y para ello necesita también invertir en una educación moderna que promueva en sus jóvenes, creatividad, capacidad analítica, habilidades matemáticas, científicas, técnicas, de colaboración y trabajo en equipo, que los habilite a trabajar en las nuevas disciplinas, como el tratamiento de datos, realidad virtual, realidad aumentada, robótica, el Internet de las Cosas, bioinformática, Blockchain, energía renovable, inteligencia artificial.
Pero necesitamos, asimismo, la consolidación de las instituciones republicanas, ya que la sola existencia de un estado democrático no asegura el estado de derecho. Esta crisis debería ser el punto bisagra para que todas las democracias de la región den el paso definitivo a ser Repúblicas, bajo el estricto imperio de la ley y el respeto de las libertades individuales, políticas y económicas.
(*) Directora Centro de Entrepreneurship IAE Business School -Universidad Austral