Hasta ahora, sólo se trata de algunos papeles de trabajo, pero el tema se discute en la cúpula norteamericana. Es algo curioso, recordando que Big blue fue una de las primeras que llegaron al centro informático del subcontinente. En cuanto al “proyecto chino”, también hay una contradicción: IBM le cedió a la local Lenovo (2005) el negocio del hardware (o sea, fabricar y vender PC en el país o afuera).
Pero ¿cómo achicar la masa de jóvenes hindúes que ganan mucho menos que sus colegas occidentales? Merced a esta mano de obra tan barata –clave de los “milagros económicos”, no sólo en India-, IBM pudo asociarse con la consultora Accenture (antigua división de la difunta Arthur Andersen) y ofrecer paquetes llave en mano a grandes empresas internacionales.
En este plano, hace pocos días se firmó un contrato por US$ 800 millones con Idea Cellular, quinto operador móvil de… India (14 millones de abonados). La dupla también ofrece centros de llamadas. Desde hace un tiempo, verbigracia, IBM se concentra en Unilever, que va mudando cinco mil centros europeos a Bangalur. Pero la mera idea de pasarse a Beijing o Shanghai puede acarrear consecuencias sociopolíticas en la región.
El equipo de Accenture que trabaja en el tema evalúa dos fenómenos. En el caso del inglés, las ventajas indias son enormes: funciona desde hace 150 años como lengua franca en un territorio donde hay una docena de idiomas principales. Todavía hoy, por el contrario, entenderse por teléfono con un chino es una pesadilla, pues pronuncian peor que japoneses o surcoreanos. Además y dejando de lado el tamil, las lenguas del subcontinente son tan indoeuropeas como el inglés y comparten varias características básicas.
El problema de la lealtad personal es diferente. Como admiten otras compañías occidentales, técnicos e ingenieros en el Silicon valley local (Bangalur, claro) no forjan lazos firmes con sus patrones extranjeros. “Basta ofrecerles paga superior para que se vayan a otra empresa”, se lamenta gente de IBM. Pero ¿acaso no lo hacen también sus equivalentes alrededor del mundo? Probablemente, la cuestión sea otra: por razones culturales, los tecnócratas hindúes –como sus compatriotas en las entidades multilaterales de crédito- no están predispuestos a adoptar decisiones por cuenta propia. Parte de la culpa la tiene el modelo socieconómico indio, basado en empresas familiares y un sector público prebendario.
Esos componentes, cabe señalar, se hallan también en China, Surcorea, Japón, Vietnam, Bangla desh, Asia occidental y parte de Latinoamérica. Este detalle hace sospechar a analistas europeos que el motivo real es la posibilidad de pagar en China salarios aún menores que en India. Además, se trata de un régimen totalitario donde no hay protestas sindicales. Pero existen dos obstáculos: la inversión hecha por IBM en Bangalur y los años que les llevará a los chinos igualar el inglés de los indios.
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Hasta ahora, sólo se trata de algunos papeles de trabajo, pero el tema se discute en la cúpula norteamericana. Es algo curioso, recordando que Big blue fue una de las primeras que llegaron al centro informático del subcontinente. En cuanto al “proyecto chino”, también hay una contradicción: IBM le cedió a la local Lenovo (2005) el negocio del hardware (o sea, fabricar y vender PC en el país o afuera).
Pero ¿cómo achicar la masa de jóvenes hindúes que ganan mucho menos que sus colegas occidentales? Merced a esta mano de obra tan barata –clave de los “milagros económicos”, no sólo en India-, IBM pudo asociarse con la consultora Accenture (antigua división de la difunta Arthur Andersen) y ofrecer paquetes llave en mano a grandes empresas internacionales.
En este plano, hace pocos días se firmó un contrato por US$ 800 millones con Idea Cellular, quinto operador móvil de… India (14 millones de abonados). La dupla también ofrece centros de llamadas. Desde hace un tiempo, verbigracia, IBM se concentra en Unilever, que va mudando cinco mil centros europeos a Bangalur. Pero la mera idea de pasarse a Beijing o Shanghai puede acarrear consecuencias sociopolíticas en la región.
El equipo de Accenture que trabaja en el tema evalúa dos fenómenos. En el caso del inglés, las ventajas indias son enormes: funciona desde hace 150 años como lengua franca en un territorio donde hay una docena de idiomas principales. Todavía hoy, por el contrario, entenderse por teléfono con un chino es una pesadilla, pues pronuncian peor que japoneses o surcoreanos. Además y dejando de lado el tamil, las lenguas del subcontinente son tan indoeuropeas como el inglés y comparten varias características básicas.
El problema de la lealtad personal es diferente. Como admiten otras compañías occidentales, técnicos e ingenieros en el Silicon valley local (Bangalur, claro) no forjan lazos firmes con sus patrones extranjeros. “Basta ofrecerles paga superior para que se vayan a otra empresa”, se lamenta gente de IBM. Pero ¿acaso no lo hacen también sus equivalentes alrededor del mundo? Probablemente, la cuestión sea otra: por razones culturales, los tecnócratas hindúes –como sus compatriotas en las entidades multilaterales de crédito- no están predispuestos a adoptar decisiones por cuenta propia. Parte de la culpa la tiene el modelo socieconómico indio, basado en empresas familiares y un sector público prebendario.
Esos componentes, cabe señalar, se hallan también en China, Surcorea, Japón, Vietnam, Bangla desh, Asia occidental y parte de Latinoamérica. Este detalle hace sospechar a analistas europeos que el motivo real es la posibilidad de pagar en China salarios aún menores que en India. Además, se trata de un régimen totalitario donde no hay protestas sindicales. Pero existen dos obstáculos: la inversión hecha por IBM en Bangalur y los años que les llevará a los chinos igualar el inglés de los indios.
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