(EFE).- Los trastornos que sufre el reloj biológico de las personas en los viajes intercontinentales, lo que también se conoce como jet lag, puede depender de los genes heredados de la madre, según una investigación de científicos franceses.
Según han comprobado en peces del tipo Cebra, es la madre la que programa el reloj biológico de sus pequeños antes de que estos nazcan.
Los científicos, de varios centros franceses, entre ellos la Ecole Normale Supérieur, el CNRS y la Universidad Louis Pasteur, han informado en la revista Science que ese mismo mecanismo podría actuar en los seres humanos.
Si ello es cierto, la desorientación, alteraciones del sueño y confusión entre el día y la noche en un viaje intercontinental por avión podría depender de variaciones en esos genes maternos.
Los investigadores afirman que ese reloj biológico o ritmo circadiano (del latín “cerca de un día”) comienza a funcionar incluso antes del nacimiento.
Así lo han comprobado en las huevas del pez Cebra, en las que parte de este mecanismo está latente incluso antes de que el huevo haya sido fecundado, según señalan en el número de hoy (viernes 14) de la revista Science.
La actividad de esos genes, han comprobado, seguirá siendo la misma a lo largo de la vida del pez.
“Hasta ahora se creía que el ritmo circadiano necesitaba de un desarrollo cerebral, y que no empezaba a funcionar hasta más tarde”, ha explicado Vincent Laudet, uno de los investigadores.
Sus investigaciones indican, sin embargo, que los mecanismos genéticos que regulan los ciclos diarios de nuestro cuerpo podrían estar fijados de antemano en los genes que heredamos de nuestra madre.
(EFE).- Los trastornos que sufre el reloj biológico de las personas en los viajes intercontinentales, lo que también se conoce como jet lag, puede depender de los genes heredados de la madre, según una investigación de científicos franceses.
Según han comprobado en peces del tipo Cebra, es la madre la que programa el reloj biológico de sus pequeños antes de que estos nazcan.
Los científicos, de varios centros franceses, entre ellos la Ecole Normale Supérieur, el CNRS y la Universidad Louis Pasteur, han informado en la revista Science que ese mismo mecanismo podría actuar en los seres humanos.
Si ello es cierto, la desorientación, alteraciones del sueño y confusión entre el día y la noche en un viaje intercontinental por avión podría depender de variaciones en esos genes maternos.
Los investigadores afirman que ese reloj biológico o ritmo circadiano (del latín “cerca de un día”) comienza a funcionar incluso antes del nacimiento.
Así lo han comprobado en las huevas del pez Cebra, en las que parte de este mecanismo está latente incluso antes de que el huevo haya sido fecundado, según señalan en el número de hoy (viernes 14) de la revista Science.
La actividad de esos genes, han comprobado, seguirá siendo la misma a lo largo de la vida del pez.
“Hasta ahora se creía que el ritmo circadiano necesitaba de un desarrollo cerebral, y que no empezaba a funcionar hasta más tarde”, ha explicado Vincent Laudet, uno de los investigadores.
Sus investigaciones indican, sin embargo, que los mecanismos genéticos que regulan los ciclos diarios de nuestro cuerpo podrían estar fijados de antemano en los genes que heredamos de nuestra madre.