Graves problemas en materia de seguridad informática

La semana pasada, el Pentágono debió apagar mil quinientas computadoras, víctimas de un ataque malévolo. En Francia, la secretaría de seguridad nacional vedó el uso de BlackBerry en todas las reparticiones de gobierno.

25 junio, 2007

El miércoles 20, en efecto, el Pentágono sufrió una ofensiva muy similar a la desencadenada en mayo sobre Estonia por “hackers” al servicio de la inteligencia rusa. Este nexo pone en evidencia los escasos reflejos de los expertos militares norteamericanas: la Unión Europea y la OTAN les habían advertido sobre riesgos de que algo así sucediera a este lado del mar.

Hace un mes, para mayor abundancia, John Negroponte, subsecretario de estado y viejo cazador de brujas, señaló que el país debía estar preparado. Nadie pareció escucharlo. Naturalmente, el Pentágono afirma ahora haber previsto el ataque, por lo cual pudo desbaratarlo sin mayores consecuencias”, explicó Robert Gates, titular de defensa. Salvo, claro, los mil quinientos ordenadores desconectados tras detectarse “filtraciones”, no antes.

Más complejo que ese caso y el de Estonia es el asunto BlueBerry en Francia. Por supuesto, los tres temas tienen el mismo un hilo conductor: Internet. Esos dispositivos inalámbricos son más adictivos que la generalidad de celulares, de suyo bastante invasivos y no siempre tan necesarios como dice la publicidad.

Según instrucciones provenientes de la secretaria de seguridad nacional, los BlackBerry (permiten hablar, enviar mensajes audiovisuales, navegar por la Red, enviar y recibir e-mails) “ponen en riesgo secretos de estado, tanto estratégicos como industriales”. Por ende, se prohíbe “su uso y el de otros dispositivos conectados a Internet en altos estamentos de gobierno”.

A criterio de Alain Juillet, a cargo de inteligencia económica en la secretaría del ramo, “siempre hay peligro de intercepción. El problema también afecta a las empresas donde el estado tiene acciones”. Dato sugestivo: los franceses no temen a eventuales “hackers” rusos, sino a la agencia nacional de seguridad norteamericana o a tipos como Negroponte y su hombre en la CIA, Michael Hayden.

Estas cosas no le hacen gracia a la compañía canadiense Research in Motion (RIM), que fabrica los BlackBerry. Máxime porque Francia y otros miembros de la UE presionan para establecer algún tipo de supervisión sobre los dos megaservidores que procesan y transmiten los datos del sistema. Bruselas no se siente tranquila, pues están en Gran Bretaña y Estados Unidos. Justamente en este último país, hace algunos meses, cinco millones de clientes de BlackBerry se quedaron sin servicio durante varias horas por algo que RIM aún no ha explicado bien.

El miércoles 20, en efecto, el Pentágono sufrió una ofensiva muy similar a la desencadenada en mayo sobre Estonia por “hackers” al servicio de la inteligencia rusa. Este nexo pone en evidencia los escasos reflejos de los expertos militares norteamericanas: la Unión Europea y la OTAN les habían advertido sobre riesgos de que algo así sucediera a este lado del mar.

Hace un mes, para mayor abundancia, John Negroponte, subsecretario de estado y viejo cazador de brujas, señaló que el país debía estar preparado. Nadie pareció escucharlo. Naturalmente, el Pentágono afirma ahora haber previsto el ataque, por lo cual pudo desbaratarlo sin mayores consecuencias”, explicó Robert Gates, titular de defensa. Salvo, claro, los mil quinientos ordenadores desconectados tras detectarse “filtraciones”, no antes.

Más complejo que ese caso y el de Estonia es el asunto BlueBerry en Francia. Por supuesto, los tres temas tienen el mismo un hilo conductor: Internet. Esos dispositivos inalámbricos son más adictivos que la generalidad de celulares, de suyo bastante invasivos y no siempre tan necesarios como dice la publicidad.

Según instrucciones provenientes de la secretaria de seguridad nacional, los BlackBerry (permiten hablar, enviar mensajes audiovisuales, navegar por la Red, enviar y recibir e-mails) “ponen en riesgo secretos de estado, tanto estratégicos como industriales”. Por ende, se prohíbe “su uso y el de otros dispositivos conectados a Internet en altos estamentos de gobierno”.

A criterio de Alain Juillet, a cargo de inteligencia económica en la secretaría del ramo, “siempre hay peligro de intercepción. El problema también afecta a las empresas donde el estado tiene acciones”. Dato sugestivo: los franceses no temen a eventuales “hackers” rusos, sino a la agencia nacional de seguridad norteamericana o a tipos como Negroponte y su hombre en la CIA, Michael Hayden.

Estas cosas no le hacen gracia a la compañía canadiense Research in Motion (RIM), que fabrica los BlackBerry. Máxime porque Francia y otros miembros de la UE presionan para establecer algún tipo de supervisión sobre los dos megaservidores que procesan y transmiten los datos del sistema. Bruselas no se siente tranquila, pues están en Gran Bretaña y Estados Unidos. Justamente en este último país, hace algunos meses, cinco millones de clientes de BlackBerry se quedaron sin servicio durante varias horas por algo que RIM aún no ha explicado bien.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades