Google, ante el peligro del éxito comercial

´p>Dos idealistas estudiantes de posgrado de la universidad de Stanford, descubrían hace unos años una nueva forma de encontrar información en la Web, “libre e independiente de los intereses publicitarios”: era el motor de búsquedas Google.

27 octubre, 2003

En realidad, es una historia conocida desde que apareció internet: dos
estudiantes inventan una forma de hacer algo en la web; deciden comerciar la idea,
algunos de los más famosos financistas de Silicon Valley se anotan para
respaldar la aventura. En poco tiempo la nueva empresa ya va camino de Wall Street:
le sonríen fama y fortuna.

Así fue la historia de Jerry Yang y David Filo, los creadores de Yahoo
en 1995. Y así es, también, la historia de Sergey Brin y Larry
Page. Google, el buscador, nació en 1998 en uno de los dormitorios de
Stanford. Hoy va camino de una oferta pública inicial en Wall Street
y todo indica que va a ser el mayor debut en el mercado de valores desde el
comienzo del boom de internet.

En casi todos los ejemplos precedentes, después del idealismo y la euforia
vino la arrogancia y la avaricia: un medio que debía cambiar el mundo
se convirtió en un mecanismo para amasar en forma instantánea
fortunas personales inmensas.

A juzgar por sus comentarios, los hombres detrás de Google creen que
es posible ser diferentes. Tienen, al menos, la ventaja se poder aprender de
los errores cometidos en el pasado.

Pero a pesar de los paralelos, Brin y Page arrancaron en una dirección
muy diferente de Yand y Filo. Quien ponga Sergey Brin en una búsqueda
en Google verá que lo primero que sale es un link a su página
web personal. La página es una lista de vínculos hacia sus trabajos
de investigación. La biografío oficial de Brin presenta una lista
de los temas de sus interés; fundamentalmente, cómo extraer información
de fuentes no estructuradas”.

Google es, por encima de todo, una creación de dos ávidos científicos
en computación. Su médula espinal está extraída
de la cultura de la universidad. Ésa es la principal diferencia con lo
que vino antes. Los creadores de Yahoo también provenían de un
medio científico computacional, pero inmediatamente buscaron convertir
a Yahoo en una gigantesca empresa de medios. Fue recién este año
que Yahoo, impulsado por el repentino y enorme éxito de Google, se puso
a construir una sólida cultura de ingeniería propia alrededor
de un puñado de empresas de buscadores que compraron.

Los dos fundadores de Google vivían inmersos en la computación
desde muy temprano – algo que no era muy común en niños que crecían
en los años ´70 y principios de los ´80. El padre de Page era profesor
de computación en la universidad de Michigan. El de Brin enseñaba
matemáticas en la universidad de Maryland.
Para cuando ambos se encontraron en Stanford – a mediados de los ´90 – el boom
de Internet ya estaba en apogeo. Indiferentes a la euforia a su alrededor, ambos
se dedicaron pacientemente a crear un motor de búsqueda técnicamente
superior.

Uno de los aspectos más notables de la historia de Google es el tiempo
que le tomó a la industria de internet detectar su enorme potencial comercial.
Una importante figura de Silicon Valley recuerda haber visitado a los fundadores
de Google hace sólo dos años y haberse devanado los sesos tratando
de imaginar cómo iba a hacer la compañía para ganar plata.
Evidentemente era una tecnología interesante, pero ¿quién
iba a alguna vez a pagar por ella?

La respuesta estaba en vender publicidad ligada a los resultados de las búsquedas
de internet. Desde que se descubrió cambió para siempre la historia
de Google.

Si bien hasta ahora Brin y Page han permanecido fieles a su visión original,
ya comienzan a sentir las mismas presiones a que fueran sometidos los muchos
jóvenes idealistas que les precedieron.

En primer lugar, pronto pueden llegar a ser fabulosamente ricos, al menos en
los papeles. Ambos son dueños de una tercera parte del capital de Google.
Si Wall Street decide que la compañía realmente vale US$ 15.000
millones o más – ése es el valor que se le asigna – cada uno de
ellos tendría más de US$ 2.500 millones.

Y aquí viene la ironía. En el trabajo de investigación
que dio origen a lo que luego fue Google escribían: “Las metas del
modelo de negocios de la publicidad no siempre se corresponden con la prestación
de búsquedas de calidad a los usuarios. La posibilidad de hacer dinero
vendiendo publicidad en los motores de búsqueda crea “incentivos
mixtos, porque los usuarios nunca pueden estar totalmente seguros de que los
resultados que están buscando están libre de intereses creados.
El mundo, parece, necesita por lo menos un buscar que sea transparente en el
campo académico para que garantice un servicio completamente independiente.

Dado el aumento de su naturaleza comercial, ese servicio ya no va a ser Google.
Personas que antes aplaudían a Brin y a Page ahora se preguntan si no
tendrán demasiado poder, y si no van a comenzar abusar de su influencia
para acrecentar las ganancias de su compañía.

Inevitablemente el IPO de Google va a ser comparado con el de Netscape, el
buscador que nació en 1995 y que gozó de un éxito breve,
pues Microsoft la sitió hasta ahogarla en poco tiempo. Por cierto, Microsoft
— con aspiraciones a tener buscador propio –ya tiene sus ojos puestos en Google
y Brin y Page tendrán que encontrar una salida inteligente si no quieren
correr una suerte similar a Netscape.

En realidad, es una historia conocida desde que apareció internet: dos
estudiantes inventan una forma de hacer algo en la web; deciden comerciar la idea,
algunos de los más famosos financistas de Silicon Valley se anotan para
respaldar la aventura. En poco tiempo la nueva empresa ya va camino de Wall Street:
le sonríen fama y fortuna.

Así fue la historia de Jerry Yang y David Filo, los creadores de Yahoo
en 1995. Y así es, también, la historia de Sergey Brin y Larry
Page. Google, el buscador, nació en 1998 en uno de los dormitorios de
Stanford. Hoy va camino de una oferta pública inicial en Wall Street
y todo indica que va a ser el mayor debut en el mercado de valores desde el
comienzo del boom de internet.

En casi todos los ejemplos precedentes, después del idealismo y la euforia
vino la arrogancia y la avaricia: un medio que debía cambiar el mundo
se convirtió en un mecanismo para amasar en forma instantánea
fortunas personales inmensas.

A juzgar por sus comentarios, los hombres detrás de Google creen que
es posible ser diferentes. Tienen, al menos, la ventaja se poder aprender de
los errores cometidos en el pasado.

Pero a pesar de los paralelos, Brin y Page arrancaron en una dirección
muy diferente de Yand y Filo. Quien ponga Sergey Brin en una búsqueda
en Google verá que lo primero que sale es un link a su página
web personal. La página es una lista de vínculos hacia sus trabajos
de investigación. La biografío oficial de Brin presenta una lista
de los temas de sus interés; fundamentalmente, cómo extraer información
de fuentes no estructuradas”.

Google es, por encima de todo, una creación de dos ávidos científicos
en computación. Su médula espinal está extraída
de la cultura de la universidad. Ésa es la principal diferencia con lo
que vino antes. Los creadores de Yahoo también provenían de un
medio científico computacional, pero inmediatamente buscaron convertir
a Yahoo en una gigantesca empresa de medios. Fue recién este año
que Yahoo, impulsado por el repentino y enorme éxito de Google, se puso
a construir una sólida cultura de ingeniería propia alrededor
de un puñado de empresas de buscadores que compraron.

Los dos fundadores de Google vivían inmersos en la computación
desde muy temprano – algo que no era muy común en niños que crecían
en los años ´70 y principios de los ´80. El padre de Page era profesor
de computación en la universidad de Michigan. El de Brin enseñaba
matemáticas en la universidad de Maryland.
Para cuando ambos se encontraron en Stanford – a mediados de los ´90 – el boom
de Internet ya estaba en apogeo. Indiferentes a la euforia a su alrededor, ambos
se dedicaron pacientemente a crear un motor de búsqueda técnicamente
superior.

Uno de los aspectos más notables de la historia de Google es el tiempo
que le tomó a la industria de internet detectar su enorme potencial comercial.
Una importante figura de Silicon Valley recuerda haber visitado a los fundadores
de Google hace sólo dos años y haberse devanado los sesos tratando
de imaginar cómo iba a hacer la compañía para ganar plata.
Evidentemente era una tecnología interesante, pero ¿quién
iba a alguna vez a pagar por ella?

La respuesta estaba en vender publicidad ligada a los resultados de las búsquedas
de internet. Desde que se descubrió cambió para siempre la historia
de Google.

Si bien hasta ahora Brin y Page han permanecido fieles a su visión original,
ya comienzan a sentir las mismas presiones a que fueran sometidos los muchos
jóvenes idealistas que les precedieron.

En primer lugar, pronto pueden llegar a ser fabulosamente ricos, al menos en
los papeles. Ambos son dueños de una tercera parte del capital de Google.
Si Wall Street decide que la compañía realmente vale US$ 15.000
millones o más – ése es el valor que se le asigna – cada uno de
ellos tendría más de US$ 2.500 millones.

Y aquí viene la ironía. En el trabajo de investigación
que dio origen a lo que luego fue Google escribían: “Las metas del
modelo de negocios de la publicidad no siempre se corresponden con la prestación
de búsquedas de calidad a los usuarios. La posibilidad de hacer dinero
vendiendo publicidad en los motores de búsqueda crea “incentivos
mixtos, porque los usuarios nunca pueden estar totalmente seguros de que los
resultados que están buscando están libre de intereses creados.
El mundo, parece, necesita por lo menos un buscar que sea transparente en el
campo académico para que garantice un servicio completamente independiente.

Dado el aumento de su naturaleza comercial, ese servicio ya no va a ser Google.
Personas que antes aplaudían a Brin y a Page ahora se preguntan si no
tendrán demasiado poder, y si no van a comenzar abusar de su influencia
para acrecentar las ganancias de su compañía.

Inevitablemente el IPO de Google va a ser comparado con el de Netscape, el
buscador que nació en 1995 y que gozó de un éxito breve,
pues Microsoft la sitió hasta ahogarla en poco tiempo. Por cierto, Microsoft
— con aspiraciones a tener buscador propio –ya tiene sus ojos puestos en Google
y Brin y Page tendrán que encontrar una salida inteligente si no quieren
correr una suerte similar a Netscape.

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